La pasada madrugada el Staples Center de Los Ángeles colgó el cartel de “No hay billetes” para ver el último show del mago más grande de la canasta en los últimos tres lustros. No había sitio para un alma más. Los precios en la reventa alcanzaron cifras astronómicas más propias de una de las grandes veladas del boxeo que de un partido de Regular Season. Pero todo ello es comprensible cuando se sabe que serán los últimos minutos de Kobe Bean Bryant sobre la cancha como profesional.
Kobe ha vivido esta temporada desde que anunció su retirada una gira de homenajes y agradecimientos por cada cancha que ha visitado, pero el de esta última noche no era uno más. Desde los prolegómenos del encuentro, el homenaje a la figura del #24 de los Lakers (otrora #8) estuvo a la altura del acontecimiento. Compañeros de equipo de Kobe a lo largo de estos 20 años acaparaban las primeras filas del Staples, junto a numerosas celebridades que no querían perderse el último baile. Entre todos, destacaban Shaquille O’Neal.
“El Gran Aristóteles”, como prometió, estaba en primera línea para ver los últimos coletazos del que fuera su compañero en los triunfales Lakers de principio de los 2000’s, que lograron un mítico Three Peat con una superioridad aplastante. Nada podía estropear esta noche, ni las rencillas pasadas ni egos de hace más de una década.
El show era magnífico pero faltaba lo más importante: el partido. Kobe era consciente de su protagonismo. Desde el primer momento comenzó a jugarse los tiros, por iniciativa propia y de sus compañeros, que no querían que la leyenda les pasara el balón. Bryant empezó frío, algo normal en un ambiente con las emociones a flor de piel, pero se enchufó con una serie de magníficas acciones que le hicieron sumar 12 puntos seguidos en el primer cuarto para un total de 22 al descanso.
Byron Scott, su entrenador, había dicho en la previa que Kobe jugaría muchos minutos y así fue, sobre todo en el segundo tiempo, que disputó en su totalidad. Poco a poco, con buenas acciones, Kobe iba sumando puntos, hasta que alcanzo los 37 al final del tercer cuarto. Alta anotación, aunque con unos porcentajes algo bajos para Kobe.
La fiesta de despedida pintaba bien, pero los Utah Jazz, el invitado, no querían ser meros espectadores y en pleno último cuarto parecían romper el partido con ventajas de 12 puntos que podrían aguar la fiesta…
Pero entonces ocurrió. De repente, la ciudad de Los Ángeles viajó 10 años hacia atrás en el tiempo. Kobe se sentía bien, con piernas y con el instinto asesino intacto. La desventaja era demasiada pero no para uno de los mejores de la historia.
Kobe, en unos seis últimos minutos divinos, comenzó a enchufarlas de todos los colores. Parecía un jugador absolutamente poseído. No le dejaban ni un metro y las clavaba con su defensor encima. El Staples vibraba como nunca. Los puntos seguían subiendo al casillero de Kobe y los Lakers se ponían a 4 (96-92).
Entonces se produjeron dos jugadas para la historia. Primero Kobe, en modo MVP, subió el balón y con la mano de su defensor en la cara enchufaba un triple que transportó al pabellón a un estado de locura. Una locura que se transformaría en éxtasis cuando en la siguiente acción Kobe anotaba limpia la canasta que le daba a los Lakers su primera ventaja del partido en pleno último minuto.
Con la leyenda levitando, llegaron luego los dos tiros libres que ponían el punto 60 de Bryant. Tras ello, la última acción de Kobe, como si de pura ironía del #24 se tratase, fue una asistencia. A cuatro segundos del final, y con el partido sentenciado, Byron Scott sustituyó a uno de los dioses del Olimpo del baloncesto, que recibió su última gran ovación como jugador.
Tras el jolgorio, y con el encuentro ya finalizado, Kobe se dirigió de nuevo al Staples tras abrazarse de nuevo con varios de sus excompañeros (con una gran emoción en su reencuentro con Lamar Odom). Kobe agradeció a todos el apoyo durante estas dos décadas. Emocionado pero sin lágrimas en los ojos. Y es que los dioses no lloran.
Atrás ya quedan 5 anillos, 1 MVP, 2 MVP’s de las finales, 18 presencias en el All Star, 4 MVP’s del Partido de las Estrellas, 11 presencias en el mejor equipo de la temporada, 33643 puntos… Todo ya forma parte de la mística, de la leyenda. Sus últimas palabras, también para la historia: «What can I say? Mamba out.»
Córdoba, 1992. Periodismo en sangre. 'El purgatorio es un poco como lo que está en medio. No has sido malo del todo, pero tampoco has sido demasiado bueno. Como el Tottenham'. I bleed green, I die green.
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