Su nombre resuena en el mundo del tenis entre vítores, aplausos y puntos ATP que hacen que Carlos Alcaraz, a estas alturas de año, figure entre los candidatos a estar en el Torneo de Maestros de Turín, el evento privilegiado donde las ocho mejores espadas del año se dan cita para encumbrar al mejor del curso.
Pero, para eso, falta mucho. Muchísimo. Un abismo en forma de temporada y muchas superficies en las que el jovencísimo chaval parece adaptarse a una velocidad de vértigo. Carlos Alcaraz rompe moldes. Y es perfectamente consciente de lo que está pasando porque Juan Carlos Ferrero, su mentor y entrenador, lo guía para que acepte que una victoria, como la de Miami, no es algo inefable y una derrota tampoco el averno.
Carlos, criado en El Palmar, un municipio murciano de 24.000 habitantes, es un jugador con los pies en el suelo. Maduro. Cercano. Humilde. No quiere adulaciones exageradas. No busca ser el protagonista. Pero, irremediablemente, su buen hacer en la pista lo han convertido en el epicentro tenístico de este comienzo de 2022.
Cada vez que regresa a España, lo hace a la Academia Equelite de Villena (Alicante), donde lejos de flashes, Carlitos -como así le llaman los más cercanos- curte esa técnica que le permite pegar golpes diabólicos sobre el tapete. Entrena cinco o seis horas diarias. Perfila su cuerpo en el gimnasio. Moldea una cabeza prodigiosa para su edad.
Empacó desde El Palmar y acudió solo a Villena. “Tengo todo lo que me hace falta. No soy de grandes lujos”, afirmaba, hace unos meses, en una charla con la revista Vanity Fair. Es un tipo sencillo.
Y es que precisamente la sencillez, el tenis y hasta su nombre le vienen de fábrica. Su abuelo Carlos tiene 88 años y es uno de los socios más veteranos del Club de Campo de El Palmar, fundado en 1923. Su padre, también Carlos, sigue vinculado al tenis con una escuela después de no poder continuar con su carrera profesional por falta de recursos económicos. A la tercera fue la vencida.
Carlitos sí que ha podido seguir y pasear el apellido Alcaraz por los estadios de medio mundo y sorprender a la audiencia con el advenimiento de un joven talento que ya figura entre los nombres a tener en cuenta. “Aquí todo el equipo está con los pies en el suelo. Somos conscientes de que queda mucho por hacer”, contaba Albert Molina, manager del jugador, en la misma entrevista.
Y es que quizá esa sea la clave que se esconde bajo el géiser Alcaraz. El timing. Todo a su debido tiempo. El tenis es un deporte donde el timing es esencial para lograr un gran golpe. También en la vida. Y mucho más cuando eres un deportista de élite.
No hay que entrar en comparaciones. Cada carrera es singular porque cada jugador lo es. Por eso, el crecimiento de Alcaraz es, sin duda, uno de los mejores síntomas de que el tenis español sigue trabajando en la buena dirección desde la base.
Con sencillez, humildad, tesón y competitividad, el murciano se codea con la élite tenística del momento desafiando cualquier sueño.
Imagen de cabecera: ATP Tour