Las personas, cuando
sufren un momento duro en su vida, van pasando por diferentes fases. Estados de
ánimo opuestos y luchas internas que no te permiten ver con claridad la
realidad a la que te enfrentas. Hay gente que busca ser optimista mientras que
otra cae en depresión pero todos pasan por diferentes etapas, las comúnmente
conocidas fases del duelo.
Salvando las distancias,
un descenso es algo parecido. El deportivismo se encuentra en un momento de
tristeza y desconsuelo. Y la temporada del Deportivo ha seguido, con pelos y
señales, cada una las fases.
La primera fase es el
desconcierto. No entender lo que está pasando. Pensar como se ha llegado a está
situación. De aspirar a media tabla, con una plantilla que parecía que
ambicionaba a mucho más, a volver a luchar en el fango, una temporada más. Como
la pesadilla que nunca se acaba.
Los jugadores que te
habían dado alegrías en anteriores temporadas ya no las daban. Futbolistas como
Lucas, Andone, Mosquera o Sidnei caían en el más absoluto ostracismo. Nada
salía bien. Y, aunque no lo querías ver, el infierno ya asomaba a la vuelta de
la esquina.
Segunda fase: tristeza y
agresividad. Pitos, silbidos, rabia. Un entrenador destituido. Nada cambia.
Pitos, silbidos, rabia. Otro. Pitos, silbidos, rabia. Descenso. Sin solución.
Cada medida tomada para solucionar un problema era peor que la anterior. La
afición, totalmente superada por la situación, la toma con sus jugadores y con
la directiva.
Desesperación, la tercera
etapa. Sí, ya es real. El Deportivo está en descenso. Lo ves, como lo llevas
intuyendo estos años. Empiezas a pensar en Segunda. Una Segunda cargada de
equipos de primera: Rayo, Sporting, Valladolid, Zaragoza, Granada o Almería.
Por si fuera poco, tu equipo no tiene director deportivo, ni un plan de futuro
que ilusione. Se encuentra en una crisis institucional, se hablan de posibles
elecciones y la situación te supera. Tu cabeza no te permite pensar en un
posible ascenso directo el primer año, si no rezar por que las situaciones de
equipos como Elche o Mallorca sean algo lejano. El camino será duro.
Fase 4: Aceptación. Una
victoria del Levante, una derrota en Riazor. Descenso. Tu equipo, de nuevo en
Segunda. Ya lo has asimilado. Es algo que veías desde hace meses, como una muerte
anunciada. Has tenido tiempo para ello. Pero sigue siendo duro. Mucho. No sabes
si silbar, gritar o salir de allí. Desconectar del fútbol por unos meses. Aún
así, sabes que la categoría es lo de menos. En primera, en Segunda o en Segunda
B, seguirás animando a tu club. Volverás. Eso lo tienes claro.
Estas serían las cuatros
fases que sufre una persona ante una situación difícil. Pero en este caso, hay
que añadir una quinta etapa. La quinta fase. La de la ilusión, del crecimiento
y de la esperanza. La de recuperar la unión de un equipo que nos hizo grandes. Porque
desde el primer día volverás a ponerte tu camiseta, a coger tu bufanda y a
recorrer los campos de España. Rendirse no es una opción y por muy bajo que
caigas, sabes que, todos juntos, volveréis a levantar la situación y poner al
Deportivo en el lugar en le que se merece: Primera división.
El camino de vuelta será
duro pero todo esto tiene que servirnos para aprender de nuestros errores y
volver más fuertes. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con
la misma piedra. El Deportivo lo ha hecho tres en los últimos siete años. No
puede haber una cuarta. Es el momento de decidir el futuro del club, de crear
un proyecto de futuro y de mirar hacia arriba. Fe, sentimiento y orgullo. Quinta
fase: Volver.
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