Perder 0-4 en el Bernabéu no es la única vergüenza histórica: jugar de negro en tu casa ante el eterno rival, cuando el envite ante el Barcelona casi siempre ha tenido los mismos colores, es infame. Aunque, claro, yo no soy un experto en marketing. Parece ser que cargarse los valores fundacionales de la entidad es una tremenda idea, digno de que te otorguen un café con porras cuando terminas de exponer tu perorata en la que aseguras que tampoco hace falta que se vea el escudo. Y luego, encima, pides casi 200 euros por la camiseta. A ver quién la vende después de lo que ocurrió ayer.
En el verde, Carlo Ancelotti tampoco encontró una idea ganadora. Colocó a Luka Modric de delantero en el primer acto, recordando a cuando puso a Ramos de mediocentro en el Camp Nou, y acabó por desesperar a todo su equipo. Los blancos, sin Karim Benzema, son como Don Draper sin tabaco: están perdidos. No debe ser sencillo para jugadores como Jovic o Mariano, que costaron casi 100 millones de euros, verse en el banquillo cuando no hay nueves en el campo. Que prefieran al croata de ariete es para reflexionar. Quizás tu futuro no pasa por Chamartín.
En el primer acto, como en todo el encuentro, los azulgranas disfrutaron con el cuero. Movieron la pelota de un lado al otro, desde Ter Stegen a Aubameyang. Los merengues, al contrario de lo que ocurrió en el Parque de los Príncipes, apretaron arriba. Aunque había un problema: Araujo, en la gran mayoría de ocasiones, salía completamente solo. Presionar mal es mucho peor que no presionar ya que los espacios que dejas entre líneas son definitivos. La sangría era evidente: los barcelonistas no pararon de visitar la portería de Thibaut Courtois.
Con balón, cuando conseguían los anfitriones conectar dos o tres pases, se notaba la falta de un delantero. El Real Madrid consiguió llegar un par de veces gracias a dos buenas acciones de Vinicius y Rodrygo. Y ya. Cuando los brasileños pisaban área se enfrentaban a un sinfín de futbolistas rivales en soledad. El desastre era evidente. En el segundo acto, pese a los cambios, el sino del choque no podía cambiar. Los catalanes siguieron con el control total y destrozaron a una defensa que no tuvo el día. Sorprendió negativamente lo de David Alaba: se equivocó en la gran mayoría de los goles.
Puede que Ancelotti gane LaLiga. Sin embargo, este son el tipo de cosas que Florentino Pérez no olvida. El italiano ya tiene un tachón en su segunda etapa que no será fácil de olvidar. En esta entidad, a veces, no sirve ni levantar la Copa de Europa. Queda mucha temporada, pero el ex del Everton ya está en el alambre.
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