Argentina es un país al que le tengo un cariño especial. No se por qué. Ningún familiar vive o nació allí. Quizá porque siempre me ha quedado lejos, como inalcanzable, y ya desde bien pequeños nos gusta tocar todo lo que nos rodea y hacer un esfuerzo extra por llegar a aquellos sitios que, en realidad, nos son inaccesibles.
No existe una única razón. Puede ser por su acento y la forma de hablar, que a la gran mayoría de españoles nos llama la atención. O porque disponen de buena gastronomía -y esto hay que tenerlo en cuenta siempre-, por su amabilidad o por los continuos contrastes. Porque en Argentina levantas la mirada y te encuentras rodeada de montañas verdes o blancas, de paisajes áridos o lozanos, de edificios de cristal que suben hasta el cielo o de casas coloridas pintadas a mano que apenas cuentan con un par de pisos, de riqueza y más pobreza. Mismos horizontes que en otros países pero que me producen una sensación más acogedora. Como si Argentina fuera el pequeño barrio en el que nací y crecí.
No sé por qué prefiero a Argentina. Quizá por su pasión, el fútbol, que para ellos es una forma de vida, sin importar la clase social a la que pertenezcas. Cómo no va a ser diferente un país en el que crea una nueva religión por su amor hacia un futbolista, Maradona, represetada la fe en la Iglesia Maradoniana. O que las barras bravas -así se les llama al grupo de aficionados más radical- controlan y tienen más poder que algunos de los jugadores del equipo. La pasión desmedida no es buena, pero no puedes cambiarla si forma parte de tu ADN.
En Argentina el fútbol es la vida, y la vida es el fútbol. Y no pasa por buenos momentos la Albiceleste, un grupo de personas que de vez en cuando se reúne para hacer visible a los demás y sacar el país adelante. Con sus pros y sus contras. 12 entrenadores en 8 años, con tres finales perdidas sin haber trazado un plan de juego coherente y solo encomendándose a Leo Messi. No fue suficiente y el peso del las continuas derrotas empiezan a no soportarlo. Ni desde la Selección y, menos, los aficionados.
Creo que Argentina, su gente, su forma de vivir entusiasta, de delirio y arrebato gusta porque se origina desde la pasión. Y en el Argentina-Colombia 14 futbolistas que pisarán el césped de su casa -el partido se celebra en la provincia argentina de San Juan- tendrán otra oportunidad para demostrar por qué fueron los elegidos para desarrollar y difundir esa pasión tan propia, tan personal, imposible de equiparar. Nadie en el país se imagina un Mundial sin la Albiceleste; tampoco en la Tierra se quiere ver una competición sin Argentina. La pasión es el sentimiento que mueve el mundo. Por eso el país de Maradona la capitanea.