La afición se aglutina cerca de las puertas del Estadio Ohene Djan, en Accra. El autobús de la selección de su país, Ghana, está a punto de llegar a su destino. Hoy no se juega un partido cualquiera: una victoria les da el pase a la siguiente gran competición internacional. Hay muchas esperanzas puestas en los estrellas negras de cara el próximo mundial. El seleccionador, James Kwesi Appiah lleva a los mejores, consiguiendo que varias estrellas mundiales rechazaran otros combinados nacionales de alto nivel como España o Holanda.
Desde la salida del hotel, a poca distancia del estadio, un numeroso grupo de seguidores acompañaba el autobús como si de una procesión se tratara. Los futbolistas, grababan con sus móviles una atmósfera única, mágica. Muchos de ellos, acostumbrados al ambiente europeo, estaban viviendo algo completamente novedoso.
En los prolegómenos del estadio, una multitud esperaba cargada de banderas, bufandas y bengalas. El primero en bajar del autobús es James Kwesi, que saluda tímidamente a la afición antes de entrar en el recinto. Poco a poco empiezan a salir los protagonistas de la velada: Daniel Amartey, Franck Acheampong, Thomas Partey o Alfred Duncan que se paran a firmar autógrafos, ante la mirada emocionada de unos niños. El capitán, André Ayew, es llamado por el jefe de prensa para realizar una entrevista antes del partido para una cadena local. Pero las estrellas, a las que la gente está esperando entusiasmadas, aún no se habían salido del autocar.
De repente, el caos. Cuatro cabezas asoman por la puerta trasera del autobús y empiezan los nervios. Son los grandes fichajes de la selección: Memphis Depay, Mario Balotelli, Iñaki Williams o Danny Welbeck jugarían con la selección ghanesa. Detrás de ellos, y sin crear tanta pasión como varios de sus compañeros, salía un joven que había abandonado la selección alemana sub-21 para hacer soñar a un país y ayudar en una posición con pocos jugadores, el lateral derecho. Benjamin Henrichs, jugador del Bayer Leverkusen, era la gran promesa del país africano.
Pese a que esto es ficción y los jugadores citados no podrían ser seleccionados por el combinado entrenado por James Kwesi, al disputar partidos oficiales con otras selecciones nacionales, esto podría haber ocurrido. Varios jugadores de alto nivel, tienen la doble nacionalidad ghanesa. Los padres de Iñaki Williams, pese a ser de Liberia, vivieron muchos años en Accra. Situación similar es la de Depay, de padre ghanés, o Balotelli, Welbeck, Odjidja-Ofoe o Henrichs de ascendencia ghanesa. El país del continente africano cuenta con un once valorado en 54 millones de euros. Con las nuevas incorporaciones, la historia sería bien distinta. Según el portal Transfermarkt la valoración subiría hasta los 126 millones de euros, lo que le permitiría ser la mejor selección africana, superando a combinados como Gabón (95 millones) o Nigeria (77 millones).
Tras contaros las posibles selecciones de Kosovo, RD del Congo, Cabo Verde, Martinica y Guadalupe, hoy es el turno de Ghana, un país que siempre ha estado ligado al fútbol, dejando muy buenas sensaciones en las diferentes competiciones internacionales en las que ha participado. Esta sería la otra selección de Ghana.
Autor foto cabecera: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP/Getty Images