Old Firm. Uno de los derbis por excelencia del
panorama fútbol. Celtic de Glasgow y Glasgow Rangers se miden año tras
año en una rivalidad que trasciende a lo futbolístico. Envuelve
religión, cultura e ideales políticos, un cóctel que estalla en las gradas con el
balón como pretexto. Católicos contra protestantes, verdes contra azules,
republicanismo contra lealismo. Los polos opuestos enfrentados en una guerra
que se remonta al Siglo XVII cuando sus dos equipos nacieron doscientos
años después.
Dos de los equipos más laureados de la historia, las
dos potencias del fútbol escocés, una liga donde por excelencia solo mandan
dos. Estos dos. Se han medido en casi 600 partidos, unos 500 de ellos de
forma oficial y cada duelo ha sido una batalla infernal en la que el fútbol,
parafraseando a Bill Shankly, era la cosa más importante de las menos
importantes.
La década ha sido sin duda favorable al Celtic de Glasgow,
agradecido eternamente por aquel descenso administrativo que dio con el
Rangers en la cuarta división del fútbol escocés y que le ha impedido
plantar cara a los Bhoys (apodo del Celtic) durante las últimas
temporadas. Pero el curso, con Steven Gerrard al mando del banquillo de
los Gers (apelativo del Rangers), ha podido cambiar esta temporada. Pero
la historia sigue sonriendo a los azules.
Y es que el dominio absoluto de los verdes en la
actualidad puede estar llegando a su fin, o al menos con la solidez y la
contundencia demostrada hasta la fecha. Es el Glasgow Rangers el equipo con más
entorchados del país, pero la inercia por la historia reciente dice que el
Celtic ha salido campeón en los últimos ocho títulos de Liga seguidos, lo
que adereza con cuatro Copas de Escocia y cinco Copas de la Liga. En ese
mismo espacio de ocho años, lo único que ha ganado el Glasgow Rangers han
sido tres títulos de Liga en divisiones menores. La cuarta, la tercera y la
segunda en la pirámide del fútbol escocés.
Y es que, pese a estar en un momento futbolístico muy bueno
(en 2008 fueron subcampeones de la UEFA), en 2011 el fútbol escocés
dictaminó que las condiciones económicas del Rangers no eran aceptables y
descendió al club tres divisiones para espantada general y rotura de los
corazones de una afición que apoyaba a un equipo en bancarrota y en peligro
de desaparición. Bancarrota y a empezar de la nada.
El Glasgow Rangers tardó cuatro temporadas en volver
a la máxima categoría y, desde su vuelta, nunca ha peleado el título de Liga.
Hasta ahora. Se han enfrentado en infinidad de ocasiones desde que los Gers
han retornado a la Scottish Premier League, algunas, incluso, con una
importancia que atiende a finales de Copa (todas del lado del Celtic),
pero el domingo se midieron en un partido que pudo cambiar el signo del
dominio futbolístico del país.
En todos estos años desde su vuelta, el Rangers, segundo por
antonomasia salvo en un curso, nunca había podido plantarle cara al Celtic. En
cambio, este fin de semana la situación era distinta, pues los de Gerrard
visitaban Celtic Park cinco puntos por debajo de los locales, pero con un
partido menos. O lo que es lo mismo, que una victoria les colocaba con todo
en su mano para depender de ellos mismos hasta final de temporada.
Y ante la dificultad de asaltar el estadio del Celtic, los
Rangers se crecieron demostrando que siguen siendo el equipo más laureado del
país y que solo esa gesta debe asustar. Era el partido más importante entre
estos dos en historia reciente porque, aunque la final de una Copa siempre
es excitante, es algo que el Glasgow Rangers puede alcanzar sin demasiada
exigencia. Sigue siendo muy superior al resto.
En cambio, la magnitud de medirse al Celtic y
demostrar que en un torneo tan largo como la Liga pueden presentar batalla es
una satisfacción que eleva la situación real del equipo. Más que un
trofeo, los Gers han de celebrar que están a la altura para volver a plantar
batalla por todo en Escocia y que la tiranía del Celtic puede tocar a su
fin.
El duelo fue trepidante, polémico, de sangre caliente. Hubo
picante, hubo expectación, hubo ocasiones y se marcaron goles. Fue todo lo
que uno espera de Old Firm, que acabó con la victoria de los de Steven
Gerrard que celebró ganar el encuentro más que muchos de los goles que ha
marcado en su carrera. A mitad de temporada, y con vacaciones navideñas por
delante, el Glasgow Rangers puede decir que ya está a la altura. Ganar el
partido que tiene aún pendiente le alzaría a lo más alto de la tabla. Los
Rangers llaman a la puerta.