Cuando llega la hora de pintar nuestras casas, solemos tener en cuenta varias cosas antes de empezar a comprar los materiales. Vemos si la pared es lisa o con gotelé, si debemos aplicar una base o no, si la pintura la queremos con efectos, y hasta el tipo de brochas o rodillos que necesitamos. O eso, al menos, es lo recomendable.
Si quieres dejar lisa una pared con gotelé, necesitarás comprobar de qué está hecho, echar una pasta, alisarla y, sólo entonces, pintar. El problema es que por muy caras que sean las pinturas que compremos, la pared no va a quedar lisa si nos saltamos los pasos anteriores.
Pero hay un problema mucho mayor: no saber ni cómo es nuestra pared, ni cómo queremos que quede y comprar los materiales que veamos oportunos. Y si el resultado no nos gusta, pues cambiamos solamente la pintura y listo. Así que lo único que haremos será desperdiciar tiempo y dinero.
Yo no entiendo mucho de pintura, pero pasa un poco con todo en la vida, lo importante es saber de dónde partes y a dónde quieres llegar. Una vez que lo tienes claro, si tienes los medios, sólo debes ir paso a paso. Saltarte los pasos no te hará llegar antes, sino llegar mal. Y no saber qué quieres hace que casi todos los pasos sean en vano.
Y no parece que esto lo tengan muy claro en el Real Madrid. Es normal tener años mejores y años peores, e incluso rachas positivas y negativas dentro de una misma temporada. Lo que no lo es tanto, es estar cambiando de idea cada poco tiempo y no seguir una línea para llegar a un objetivo que tendría que estar definido. Y eso es lo que está ocurriendo con el actual proyecto.
Un proyecto ilusionante que Florentino Pérez comenzó en 2009, con Jorge Valdano como director general y Zinedine Zidane como asesor a la presidencia. Sólo un día después de su investidura, el presidente presentaba a Manuel Pellegrini como entrenador y, durante ese verano, llegaban al equipo cracks de la talla de Kaká, Cristiano Ronaldo, Benzema o Xabi Alonso. Toda una declaración de intenciones de casi 300 millones de euros. Se apostaba por la calidad y por el “jogo bonito”.
Tras no ganar nada, Florentino decide destituir al entrenador y confiar en Mourinho para su proyecto, un entrenador de un corte totalmente distinto al anterior. En su primer año consigue ganar la copa del rey (además de deshacerse de Valdano) y en el segundo la liga, mientras que el tercero acabó sin títulos y peleado con casi toda la plantilla. El Madrid había llegado a tres semifinales seguidas de Champions después de muchos años, pero ni gustaba su juego, ni gustaba su imagen.
Tras tres años de contínuas polémicas, Florentino optó por fichar un entrenador que devolviese la tranquilidad y la unión al madridismo. Llegaba Ancelotti como “el pacificador”, un técnico con una actitud y una idea de fútbol que nada tenían que ver con el anterior. En su primera temporada conseguía la ansiada “décima” y parecía que el Madrid iniciaba una nueva era. Poco duró la alegría. Tras un año en blanco marcado por las lesiones y una discreta segunda parte de la temporada, el presidente decidía que había que volver a cambiar.
Y llegamos a este año, donde Florentino contrata a Rafa Benítez para “sacar lo mejor de una plantilla que sufre un desgaste desde enero”. Otro entrenador, otra filosofía de fútbol, otro carácter. Tres meses después su continuidad ya está en el aire. El presidente lo ha ratificado y como ya sabemos los que seguimos este mundillo: la ratificación es la antesala de la destitución.
La conclusión es que año tras año se van añadiendo nuevas capas de pintura que nada tienen que ver unas con las otras, estropeando, cada vez más, una pared que comienza a necesitar que la lijen. Pase lo que pase esta temporada en lo deportivo, urge un cambio de modelo en el Real Madrid.