Cuando el calendario agota las
últimas páginas de abril y mayo espera con paciencia su turno, la memoria
tenística hace calentar motores para afrontar el tramo decisivo de la gira de
tierra. Madrid, Roma, semana de transición y Roland Garros. El segundo Major
de la temporada.
Estoril (Portugal) y Múnich
(Alemania) en el calendario masculino. Praga (República Checa) en el calendario
femenino, son las paradas antes de que ambos circuitos se junten primero en la
capital española, después en la italiana y siete días más tarde, el colofón
rojizo en París.
En la tierra batida portuguesa, antes de virar hacia Madrid, el tenista malagueño Alejandro Davidovich vivió la que, hasta el momento, es su mejor semana en el circuito ATP. Contextualicemos.
El tenista nacido en Málaga llegó a Estoril en el puesto 167 ATP. Su mejor posición en ese momento. Su palmarés lucía un solitario título ITF, en Portugal en 2018. Y en el circuito Challenger, dos finales perdidas. Por su clasificación, se movía en el circuito Challenger.
Antes de llegar a la tierra batida
portuguesa en 2019, Davidovich había disputado cinco torneos nivel ATP Tour.
Siempre desde la previa. El Godó en 2017, 2018 y 2019, Madrid 2018 y Marraketch
2019. Ocho partidos de previa (4-4) y uno de cuadro final (en Marruecos) con
derrota. Dos semanas antes de afrontar el reto portugués Davidovich había roto,
por primera vez, la barrera de una previa ATP y disputado un cuadro final. Un
paso más.
En febrero pisó el top200 y los
últimos resultados le afianzaron en ese grupo. Estoril era su tercer torneo ATP
consecutivo sin tener que intercalar con Challenger.
Bjorn Fratangelo fue el escollo (6-2 6-4) para hacer la mitad de trabajo previo. Para meterse en su segundo cuadro final ATP (el segundo en tres torneos seguidos) tuvo que remontar al británico Daniel Evans (3-6 6-1 6-4). Por segunda vez en su carrera iba a disputar el cuadro final de un torneo ATP Tour. La semana ya era buena. Pero iba a ser mucho mejor.
Taylor Fritz (58º), el segundo
tenista estadounidense que se cruzaba con Alejandro en Estoril, era su primera
piedra (tercera de la semana). El marcador final, 7-6 y 6-4, ya está en la
memoria de la carrera de Davidovich. Su primer triunfo en un cuadro final ATP,
ante un tenista bordeando el top50.
El premio, la segunda ronda. Desde que la última bola botó ante Fritz, Davidovich pisaba terreno inexplorado para él. Todo lo que viniera, era nuevo. El veterano francés Jeremy Chardy llegó y se fue (6-1 6-2) para abrir la puerta a unos históricos cuartos de final. Y habiendo ganado a un top50.
Para el quinto partido de la semana, el negocio se ponía muy serio. Gael Monfils, tercer cabeza de serie y entonces 18ª raqueta del mundo. Una victoria francesa entraba en todas las quinielas como lo más normal. Un tenista veterano, siete veces campeón ATP y semifinalista de Grand Slam. Tras un primer set con desempate que Monfils supo agarrar al final (7-6), el tenista natural de Málaga reaccionó para igualar (6-7 7-5) y ser más fuerte en el tramo decisivo (6-7 7-5 6-4). Más historia, más techos superados. Semifinales ATP ganando a un top20. La semana era extraordinaria.
Semifinales. Por un lado, los favoritos (Tsitsipas y Goffin, primer y cuarto cabeza de serie) y por otro las sorpresas (Pablo Cuevas, repescado de la previa y Davidovich, ganador de la fase previa). Davidovich golpeó primero (6-3) pero el tenista uruguayo supo remontar y ganarse una final (3-6 6-2 6-2) donde cedió ante Tsitsipas.
Davidovich se marchó de Estoril con sus primeras tres victorias ATP, primeros cuartos y semifinales, nueva mejor clasificación (127º) y una buena experiencia de futuro. Tres semanas después vino su primer cuadro final de Grand Slam. En octubre entró en el top100 y en febrero ha llegado al 84º. El parón le ha cogido en el borde de los 100 mejores (97º). Hace un año en Estoril, Alejandro Davidovich vivió su mejor semana. Por ahora.