Según la RAE, el término madurez se define como el “estado de una persona que ha alcanzado su pleno desarrollo, o su mejor momento en un aspecto.” Tras una final en Wimbledon, con su correspondiente repercusión mediática, bajón de forma y ruptura con el entrenador de toda la vida, Garbiñe Muguruza parece haber encontrado su madurez. En únicamente dos semanas, Garbiñe ha conseguido llegar a la final en Wuhan, clasificarse para la copa de Maestras y ganar en Pekín. Y sólo con 22 años. La tenista hispano-venezolana ya tiene su primer “premier” en su bolsillo al derrotar a la suiza Timea Bacsinszky por 75 64. Clasificada para la “Masters Cup”, superada la crisis emocional y de resultados después de Wimbledon, Garbiñe vuelve a sonreír, y nosotros con ella.
Han sido unos tres meses duros, ya que tras Wimbledon llegaron derrotas tempraneras en Toronto, Cincinnati y el US Open. Tras ese golpe mediático de Wimbledon, y estas derrotas, llegaba la ruptura con Alejo Mancisidor, su entrenador y mentor. Mancisidor alegaba que tras Wimbledon se habían perdido unos “valores” y remarcaba que “mis valores y los de Garbiñe eran muy diferentes tras Wimbledon”, y que “yo prefiero un jugador que sea 10 del mundo y que sea feliz toda su vida a uno que sea número uno e infeliz toda su vida”. El entorno de Garbiñe se pronunciaba alegando que “fruto del desgaste, muchas horas y años juntos.” Lógicamente, teniendo 21 años (ya que cumplió los 22 este Octubre) y siendo el foco de atención de muchos analistas de tenis, Garbiñe pasó por un bache muy duro. La persona que le dio consejo fue nada menos que la capitana del equipo de la Davis, Conchita Martínez, que aconsejó a Muguruza contactar con Sam Symuk, ex entrenador de la mejor Vera Zvoraneva y uno de los artífices de los triunfos de Victoria Azarenka. El técnico francés, tras una mala etapa como asesor de Eugenie Bouchard, aceptaba cordialmente la invitación, y tras entrenar unos días en Barcelona, ponían rumbo a Wuhan.
Entre Garbiñe Muguruza y Victoria Azarenka encontramos varias similitudes. Symuk empezaba a dirigir a Azarenka cuando la bielorrusa empezaba a despuntar en el circuito a una temprana edad, como Garbiñe. Un entrenador caracterizado por su carácter serio y poco comunicador. Centrado y siempre con un plan de trabajo. Un perfil que como a Azarenka en el pasado y Garbiñe les venía como anillo al dedo; un perfil que automáticamente va a hacer madurar. Los resultados de Azarenka ya los conocemos (dos Open de Australia y nº1 del ranking WTA), pero los de Muguruza están por venir. Desde su llegada al mando, Garbiñe ha pasado del nº8 WTA al nº 4, a solo un punto de la tercera posición, que regenta Maria Sharapova. Y las sensaciones es que, no estando al 100% físicamente, los resultados han sido inmejorables. Todo gracias a las manos mágicas de Ignasi de la Rosa, que ha hecho posible que Muguruza pueda jugar.
Solo 22 años, número 4 del mundo y (¡¡solo!!) dos títulos en su haber. Van a llegar muchos más. Presente y futuro. Amantes del tenis, disfruten. Tenemos Garbiñe Muguruza para rato.