En tres años y medio en la Premier League, Miguel Almirón hizo nueve goles. En el último mes, el paraguayo lleva seis tantos. Cuando el Newcastle fue a buscar a Almirón allá por enero de 2019, los más entendidos en la materia se tiraban de los pelos. ¿Qué narices pintaba un jugador de tanto talento y con tanta calidad con el balón en un equipo que dirigía Rafa Benítez, que caminaba en la 17ª posición del fútbol inglés y que se caracterizaba por ser el equipo del campeonato que menos ataques realizaba y que tenía una posición media de sus jugadores sobre el césped tan baja?
La carrera de Almirón siempre fue algo así como un quiero y no puedo por el estilo de clubes en los que militó. De Cerro Porteño, su club natal, se marchó a Lanús después de haber llevado a Paraguay al subcampeonato del Sudamericano Sub20 de 2013 y de haber contribuido con un título de Apertura y otro de Clausura. En Argentina respondió a las expectativas, y en solo un año y medio logró el Doblete ganando la Primera División y la Copa Bicentenario. Miggy, que luce en su espalda un tatuaje de River Plate, pudo recalar en el club del que se dice hincha justo en el momento en el que el equipo argentino dominaba Sudamérica, o incluso pudo dar el salto a Europa, pero fue la MLS la que le sedujo cuando aún tenía 22 años.
Ahí, muchos entendieron que tomó la primera mala decisión de su carrera. El paraguayo, un rayo con el balón en los pies, muy rápido en el manejo de pelota y con una resistencia inagotable, era un segundo delantero que marcaba diferencias y que estaba ya para competir por mejores cosas, pero se acabó marchando a Atlanta United, que se le quedaba claramente pequeño, donde formó una sociedad temible con Josef Martínez. Allí logró lo que siempre le había faltado: tener registros. Marcó 22 goles y dio 21 asistencias en los dos años que estuvo y llevó al equipo a jugar la final de Conferencia y a ganar la Copa de la MLS. Y llegó a Europa.
Era enero de 2019, tenía 24 años, estaba en el momento ideal para dar el salto, pero al Newcastle le costó mucho. Muchísimo. Su culebrón se alargó meses y se acabó cerrando en el último día de mercado, peligrando incluso que el papeleo llegara antes del cierre de las oficinas. En definitiva, el Newcastle tuvo que rascarse el bolsillo y pagar cerca de 23 millones de euros, convirtiéndole entonces en el fichaje más caro de la historia del club, que databa de la contratación de Michael Owen 15 años atrás. Almirón llegaba a un equipo con problemas y había quien no entendía que se hubiera decidido por el Newcastle cuando parecía que el West Ham lo tenía cerrado y cuando el Arsenal también había pujado fuerte por él.
El Newcastle se salvó del descenso, Almirón fue indiscutible para Benítez, pero acabó lesionado en el tramo final de temporada y apenas pudo disputar 10 partidos de esa segunda vuelta, dejando unas sensaciones encontradas. Era un quiero y no puedo. Mostraba toda la actitud posible, se desvivía por el equipo, pero el ritmo de la competición parecía pasarle por encima. Almirón era (y es) delgadito, finito, apenas un peso pluma que muchos intuyeron no podría tener recorrido en la Premier League. Además, tenía un problema. Estaba negado cara al gol. Si bien el Newcastle generaba entre poco y nada en términos de fútbol de ataque, el paraguayo fue criticado por errar varias ocasiones de las que no se pueden fallar. Tanto, que tardó casi un año en dar su primera asistencia y meter su primer gol. Pero tanto Benítez primero, como Steve Bruce después lo tenían claro. Almirón y 10 más.
A un equipo tan defensivo le daba la vida tener un jugador absolutamente entregado en defensa y que luego era una bala en ataque. Apenas podía hacer nada cuando tocaba correr para arriba, pues solía estar rodeado de tres o cuatro rivales si tenemos en cuenta que el Newcastle llegaba a defender con ocho jugadores más portero dentro de su propia área. Pero el caso es que las jornadas iban pasando, con ello los meses y también las temporadas, y Miguel Almirón apenas había dejado su sello en el club. ¿Y si es verdad que la Premier League le quedaba grande? Ni siquiera el fútbol tan rácano de Steve Bruce justificaba las pobres cifras y las actuaciones tan irregulares, intermitentes o directamente insuficientes de un jugador que se había proyectado como un talento diferencial con el balón pero que se había convertido en el chico que correteaba por todo el campo detrás de él.
Cuando Eddie Howe llegó al Newcastle, Miguel Almirón estaba a punto de cumplir tres años en el club. Había metido 13 goles, aunque cinco de ellos había que apuntárselos a partidos de copa frente a equipos menores como el Rochdale o el Morecambe. El paraguayo había dejado de ser titular y en esa reinvención que parecía querer hacer la nueva propiedad, la venta de Almirón estaba más que clara. Habían pasado tres años y el sudamericano no había cuajado en absoluto. Estaba estancado en un rol para el que no se le había fichado y siempre que estaba en disposición de marcar o asistir se le cerraba la persiana.
Con la presencia de Saint Maximin, la reconversión de Joelinton en interior y las llegadas de Willock, Murphy o Fraser, un chico al que Eddie Howe siempre había sacado mucho rendimiento, los minutos de Almirón decrecieron y su venta en verano de 2022 parecía más que evidente. Y si no se daba, al menos sí estaba encima de la mesa para el futuro, pues el Newcastle tenía otras necesidades entonces, como la llegada de un buen delantero, un lateral izquierdo, un portero y un central de garantías. No se iba a preocupar por sacar del equipo a alguien que iba a ser un jugador de refresco o el número 12 de la plantilla y que, aunque se había quedado corto en cuanto a expectativas, lo daba siempre todo y nunca se quejaba.
El caso es que, ya desde pretemporada, Almirón dejó claro que era otro jugador. Empezó a tomar decisiones muy acertadas y, a la velocidad a la que lo hace todo, aquello concedía ventajas al Newcastle cada vez que el balón pasaba por sus pies. Fue titular en la primera jornada. También en la segunda y en la tercera, ante el City, metió su primer gol de la temporada. Almirón es otro jugador absolutamente distinto esta temporada. Ha jugado de titular todos los partidos de Premier League (13) y ha metido siete goles. Su mes de octubre es sencillamente inigualable. Seis goles en seis partidos, mejorando las cifras que ha conseguido Haaland en el City y postulándose claramente a jugador del mes. Le marcó al Everton el único tanto del partido y ante el Tottenham sentenció un duelo que luego se habría complicado sin su gol.
Almirón tiene un año y medio más de contrato y una cláusula de rescisión de 60 millones de libras. Desde la banda derecha, es la daga paraguaya del Newcastle. Ha cogido los galones de un Saint Maximin al que las lesiones no le han dejado explotar del todo. Gracias a su buen hacer, el Newcastle considera que el jugador finalmente ha explotado y que lo que le pesaba eran las altas expectativas que había en él. Ha rayado a mejor nivel precisamente cuando nadie lo esperaba y cuando se antojaba como un actor secundario. Por eso, las urracas ya negocian con su agente la renovación de un futbolista diferente, que ya tiene 28 años, que siempre ha sido un 10 en compromiso grupal, pero que ahora lo es también en términos de rendimiento individual.
Imagen de cabecera: @NUFC
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