Tras su llegada en verano por unos 40 millones de libras las expectativas sobre Granit Xhaka se dispararon. El suizo, sin embargo, tuvo problemas para adaptarse al cuadro de Arsene Wenger especialmente por la calidad que convive en la sala de máquinas de los gunners. Después de unos meses de dudas, las lesiones de jugadores importantes como Santi Cazorla han allanado el camino al ex del Borussia Mönchengladbach. Xhaka está empezando a encontrarse.
La mayor virtud del internacional suizo es su golpeo que le permite dar pases a 50 metros con mucha precisión. El Arsenal está consiguiendo aprovecharlo, especialmente, por el movimiento de laterales y extremos. Los de Londres tienen como jugada más empleada la del arrastre del extremo para dejar huecos al lateral de turno. El automatismo es bastante sencillo ya que la mayoría de equipos profesionales la ejecutan. Los del Emirates, a pesar de la simplicidad del movimiento, son prácticamente imparables cuando la cuajan bien.
Asimismo, para que dicha mecánica funcione todo tiene que ir rodado. Poniendo ejemplos, Walcott arrastra al lateral y rápidamente Bellerín aparece. La velocidad a la que se efectúa evita que el contrario pueda evitarlo aunque sepan que la van a hacer. Ahí también, cabe destacar el desempeño de los dos laterales titulares. De hecho, cuando el catalán o Monreal han faltado a la cita al Arsenal le ha costado desnivelar los encuentros. Y, para que todo cuaje, debe producirse la clave de todo: el pase.
Ahí es donde aparece Xhaka, el que impone la claridad mandando preciosos balones a los jugadores de banda. Entonces, el Arsenal tiene una jugada peligrosa montada. Por ello Granit Xhaka es importante porque ahora que no está Cazorla por lesión, esta vez hay un recambio de garantías para darle fluidez al juego. El Arsenal este año no tiene excusas, debe estar entre los mejores del continente.