Dicen que debutar en la élite siendo un niño es peligroso. Cada día hay más casos de chicos que inician su carrera siendo adolescentes y luego no despegan. En el Everton ha sucedido más de una vez. Dan Gosling, Jack Rodwell, José Baxter o James Vaughan son solo algunos modelos. La mayoría hicieron vibrar a Goodison Park y soñaron con una vida de lujos escuchando la música de la Champions League cada año pero acabaron frustrados. Ross Barkley, por otro lado, parecía la excepción.
Los periódicos ya escribían sobre Barkley cuando tan solo era un juvenil y se confiaba en él incluso cuando se rompió la pierna cuando tenía quince primaveras. Fueron tiempos duros. Tuvo que agachar la cabeza y trabajar para volver a su nivel. A los diecisiete años, con Moyes como técnico, debutó frente al QPR. Los de Liverpool no jugaban a nada y su aparición fue un soplo de aire fresco. Aquella tarde, jugando en banda, fue el que más regateó y el que más peligro acarreaba a la portería de los londinenses. Se hizo fijo unas semanas. Pero un penalti suyo –bastante tonto- en Blackburn le mandó al ostracismo. Se fue cedido a equipos de peor categoría. Cuando volvió, Roberto Martinez le dio las llaves del equipo y se convirtió en una de las mayores promesas del fútbol británico.
Asimismo, decir que Barkley “se convirtió en una de las mayores promesas del fútbol británico” implica la mitificación de los medios. No importa que se llame Alli, Sterling o Wayne Rooney, Inglaterra decide cargar toda la presión del mundo en una mochila para colocarla en los hombros de las nuevas promesas. De nuevo sucede con el de Liverpool. Pero, ¿qué problemas tiene Barkley?
El scouser ya no es un niño. Tiene 23 años por lo que su carrera pasa y las perspectivas en su persona se desvanecen. Sigue perdiendo balones que no debe perder y el pasado domingo lo volvimos a ver. Durante todo el choque, Barkley regaló un sinfín de pelotas por su necesidad de hacer un toque de más pero cuando jugó a un solo contacto mostró ser el mejor en el verde. Tiene calidad, tiene visión, tiene ritmo, tiene disparo y, sobre todo, tiene gol. Posee todas las cualidades para ser un crack pero mientras no consiga entender cuando debe pasar y cuando regatear no dará el siguiente paso. Inglaterra no convoca por simpatía. En el Everton no juegas por ser canterano. O mejora, o Barkley tiene un serio problema.