Llegar a la NBA no es un camino fácil. No llega con tener talento, a veces también se necesita suerte y estar en el lugar y momento adecuado. Lo descubrió DeRon Hayes, al que se le cerraron las puertas a las primeras de cambio. Destacar en el instituto y unos buenos años en una Universidad de “segunda” no suele ser suficiente. Tras un breve paso por la Liga de Verano con los Magic, tomó la valiente decisión de emigrar a Europa. Como muchos otros, entendió que la solución no pasaba por dejar de perseguir su sueño.
DeRon jamás jugó en la NBA, pero el destino le tenía guardado un fascinante azar. Tuvo que crecer como persona y como jugador de baloncesto en Europa, en donde pasó por distintos clubes y países hasta asentarse en Francia. Hoy, casi tres décadas después de la forzada emigración, su propio hijo está a punto de hacer el camino inverso para llegar a la NBA. Y puede hacerlo a lo grande.
Killian Hayes nació con un balón debajo del brazo y heredó el amor por el juego de su padre. En su adolescencia en Francia despertó la atención de ojeadores de distintos proyectos deportivos estadounidenses. Sin embargo, su padre, que había vivido en su propia carne lo doloroso que puede llegar a ser seguir ese camino, descartó todas las vía americanas y le obligó a quedarse en Francia a pesar del rechazo de su hijo.
Por la cabeza de DeRon pasaba alejar a su hijo de todas las torpezas propias del baloncesto formativo estadounidense, que tiende a priorizar las estadísticas llamativas sobre los fundamentos. A pesar de ello, Hayes no dejó de seguir de cerca el baloncesto americano y la NBA. Jugaba en Europa, pero en su cabeza siempre estuvo llegar a ser como su ídolo: Dwyane Wade.
Con solo 16 años debutó en el antiguo equipo de su padre, el Cholet francés. Allí dio sus primeros pasos como profesional y descubrió la dureza que el baloncesto formativo no le había enseñado. Tras dos temporadas aceptables y conocedor de que su candidatura al Draft se acercaba, partió hacia Alemania para buscar un puesto de titular indiscutible y lo encontró en el ratiopharm Ulm.
Curiosamente la decisión de su padre de mantenerlo en el viejo continente es la que ahora le abre las puertas de los puestos más altos del Draft. Muchos ojeadores coinciden en que el juego de Hayes es maduro y que está mejor preparado para la NBA que muchos de los otros jóvenes que se proyectan como los mejores.
Ahora, a tan solo unos días para el draft de la NBA, Killian Hayes está listo para hacer realidad el sueño que su padre nunca pudo cumplir.