Una fecha para recordar. El 5 de mayo de 2012 fue el último día en el que el mundo vio un partido del 1.FC Kaiserslautern en la máxima categoría del fútbol alemán. Fue en Hannover y perdieron por 2-1, Son ya cinco años sin uno de los clubes históricos del fútbol germano en esta categoría y eso da para pensar. No en vano, hablamos del 10º equipo del ranking histórico de la Bundesliga, con 44 temporadas a sus espaldas.
Y no es uno de los que se van de vacío. puesto que cuenta con dos ligas en su palmarés, conseguidas, eso sí, en los años 90. Pero esos títulos llegaron tras décadas de sequía. Antes de la creación del actual formato de competición del fútbol germano, los Diablos Rojos se proclamaron campeones de Alemania en dos ocasiones, 1951 y 1953, Y a ello hay que sumarles los dos títulos coperos que también tienen.
Los campeones del milagro de la 1997-98.
Y es que no es solamente recordado el Kaiserslautern por ser uno de los grandes, sino por protagonizar una de las grandes gestas del fútbol, al ascender y conquistar el título liguero al año siguiente. En aquel año ya no estaba en el club Stefan Kuntz, el actual máximo responsable del equipo en los despachos. Se había marchado dos temporadas atrás, rumbo al Arminia Bielefeld, casualmente, el club que quedó colista el año de la gran gesta de los Diablos Rojos.
Aquel Kaiserslautern de Otto Rehhagel, personaje que también había vestido el rojo del FCK como futbolista durante siete temporadas, ganó el título por delante del Bayern de Trapattoni, con gente como Élber, Matthäus, Scholl, Jancker, Kahn… Miraras por donde la miraras, la hazaña del Kaiserslautern había sido tremenda. Por aportar un dato más, por curiosidad, simplemente. En esa temporada 1997-98, en el partido ante el Werder Bremen, Trapattoni convocó a un chaval llamado Alexander Bugera, lateral zurdo que esa temporada no jugó en liga más allá de los tres minutos que el entrenador italiano le dio en Bremen. Pues bien, Bugera formó parte de la última plantilla del 1.FC Kaiserslautern que disputó la 1.Bundesliga. Ahí el detalle curioso.
Volviendo a la actualidad del club, en esos cinco años de ausencia en la máxima categoría, por suerte, el equipo no ha bajado de la 2.Bundesliga, y no precisamente por méritos. Se quedaron a las puertas del ascenso en el primer intento, disputándole el play-off al Hoffenheim, cuando los de Sinsheim eran un equipo en proceso o intención de convertirse en lo que son actualmente. Las dos temporadas siguientes no pasaron más allá del 4º puesto, dando entender que su intención era la de volver, fuera como fuera, a estar entre los grandes. Durante la temporada pasada, allá por el mes de octubre, el FCK saltó a la palestra por temas extradeportivos. La DFL descubrió que, en el año 2008, el conjunto renano ocultó la insolvencia para así no descender de categoría, perjudicando a otros clubes que sí habían cumplido con sus deberes en los despachos. Consiguieron mantenerse la pasada temporada, acabando en 13ª posición y ahora tocaba afrontar un nuevo año.
Marius Müller, portero del Kaiserslautern, tras encajar un 5-0 ante el Union Berlin en 2.Bundesliga (Photo by Matthias Kern/Bongarts/Getty Images)
Sin embargo, ese nuevo año que la afición esperaba con ganas para devolver al equipo entre los grandes se está convirtiendo en un verdadero infierno. De momento no saben lo que es ganar, ocupan el último puesto de la tabla y dan sensaciones malas cada vez que salen a jugar. Sin ir más lejos, en la visita al Union Berlin, al descanso el partido marchaba con un claro 4-0 a favor del club de la capital, dejando el resultado final en una manita. No son buenos los tiempos que corren por la ciudad renana y eso se ve. Si hubo que esperar más de tres décadas para ver títulos desde los conseguidos en la década de los 50, tal vez ahora estén pasando por una travesía parecida y, si es así, aún les queda mucho por recorrer.
Está claro que la temporada está en pleno comienzo y que queda mucho camino por recorrer, pero las sensaciones en la tierra del mítico Fritz Walter no son nada buenas. Tendrán que encomendarse al espíritu de su hombre más legendario para intentar salvar una situación que, de momento, tiene pinta de que va a costar que se vuelva a enderezar.
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