Cuando escuchamos «Soy el fuego que arde tu piel, soy el agua que mata tu sed» todos somos evocados a una de las series que más han enganchado al público en las últimas temporadas: Narcos, la serie de Netflix que ha seducido al público contando la historia real del mayor narcotraficante de todos los tiempos, Pablo Escobar. En esta tercera temporada han salvado la difícil papeleta que tenían tras la etapa de Escobar, con la historia del Cartel de Cali. Lo que pocos saben es que esta historia que sedujo a millones de espectadores ocurrió de una forma muy similar aquí en nuestro país, en Galicia, donde el narcotráfico vivió un gran auge en los años 80.
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Cuatro eran los narcos más importantes de la época. Oubiña, Charlin, Marcial Dorado (Famoso por su foto con el presidente Nuñez Feijoó) y el protagonista de nuestra historia, nuestro Pablo Escobar particular, Sito Miñanco. Miñanco nació en una familia humilde de marineros en Cambados. Como muchos otros se inició en el tráfico de tabaco, muy popular en aquellos tiempos. Tras ser detenido, en la cárcel de Carabanchel, Miñanco empezó a traficar con cocaína y empezó a vivir como una auténtica estrella del rock. Rodeado de mujeres y con un coche de lujo se paseaba delante de un pueblo que sabía y aceptaba los negocios del narcotráfico, ya que generaba mucha riqueza en la zona, aunque en aquel momento los vecinos pensaban que Miñanco seguía dedicado al inofensivo tabaco. Como Escobar, Miñanco era generoso con sus vecinos, lo cual despertaba cierto cariño hacia él, y al igual que el colombiano era un gran futbolero, lo cual provocó que se decidiera a comprar el equipo de su pueblo, el Juventud Cambados.
Este humilde equipo que militaba en las categorías regionales de la zona, consiguió una proeza épica subiendo hasta Segunda B en tres años y quedándose a las puertas del ascenso a Segunda División. Sito no fue el primer narcotraficante que participó en el mundo del fútbol. En los años 60, tras descender a Segunda División, el Celta se encontraba en una situación muy delicada. A su rescate salieron los llamados «Señores do fume» un grupo de traficantes de tabaco que se hicieron cargo del equipo, dando lugar así al llamado «Celta de Malboro» pero fracasaron deportivamente. Todo lo contrario ocurrió con el club de Miñanco. El Cambados fichó a los mejores jugadores de los equipos de la zona, que decidían apostar por este proyecto seducidos por el dinero que inyectaba Miñanco. El equipo va ascendiendo meteóricamente hasta una histórica temporada donde acaba cuarto y se queda a las puertas del ascenso, convirtiéndose en el tercer equipo de Galicia, solo por detrás de Dépor y Celta, siendo tan solo un pueblo de 12.000 habitantes, realmente inaudito. Todo era perfecto en Cambados, la gente era feliz, las autoridades políticas aplaudían la labor de Miñanco y este llegaba incluso a ampliar el campo. Todo parecía perfecto para este pequeño club hasta que la Operación Nécora frenó en seco a los grandes capos de la época. Ahí se acabó la historia del Cambados, que tan solo unos años después volvía al fútbol regional.
Esta fue una de las historias más curiosas de esta época y una de las muchas que recoge Nacho Carretero en su libro Fariña, uno de los mejores libros de los últimos años que tendrá su adaptación como serie en Antena 3. Estas historias son realmente seductoras y a todos nos enganchan, pero hay que recordar todas las consecuencias que producen: en Galicia, la llamada «Generación Perdida», donde miles de jóvenes perdieron la vida y aún hoy vemos en nuestras calles a algunos que sobrevivieron, pero perdieron su vida para siempre, por culpa de uno de los grandes males de nuestra historia, el narcotráfico.
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