Existen momentos en la más tierna infancia que, muchas veces, terminan definiendo el futuro de las personas. Algunos deciden volverse médicos tras ayudar a una persona, otros miran las estrellas y sueñan con convertirse en astronautas. Y algunos, apenas reciben un balón de fútbol, quedan prendados de él para siempre, como si de amor a primera vista se tratase. Esto, justamente, fue lo que le sucedió a Juan Ramón Barrera Pérez.
Nacido un 2 de mayo de 1989 en Ocotal (Nicaragua), no tuvo sus primeros recuerdos en su patria: “Mi familia emigró a Costa Rica cuando yo tenía cinco años para darnos una mejor vida. Casi toda mi infancia la pasé allá y recuerdo pues que mi hermano me llevó a jugar a una placita y metí un gol”. Aquellos años en donde la familia Barrera se buscaba una mejor vida llevaron a Juan a engancharse cada vez más con el balón, jugando todo el tiempo con sus amistades y buscando parecerse a su ídolo, el delantero Rolando Fonseca, uno de los mejores jugadores costarricenses de todos los tiempos. De a poco comenzaría a demostrar sus grandes dotes técnicos, algo que lo llevó a probarse (y finalmente a quedar) en la cantera de uno de los conjuntos más importantes del país tico, la Liga Deportiva Alajuelense, donde estuvo hasta los 15 años, ya que su familia decidiría volver a su país de origen. Pero en su maleta, Barrera ya no llevaba solo ropa: allí había sueños, ilusiones y mucho fútbol.
El nicaragüense terminaría recalando en el Walter Ferretti, donde haría su esperado debut en el 2008 en un clásico contra el Diriangén. Sus inicios serían inestables, ya que su ansiedad hacía que no pudiera desenvolverse con total soltura, aunque al final de la temporada comenzaría a mostrar de qué estaba hecho. “Al final terminé siendo inamovible. Todo inicio es duro, pero eso me ayudó a ser la persona que soy ahora” remarca. Pero este era, apenas, el primer paso de una carrera que lo tendría como un verdadero trotador americano.
Su primer viaje al extranjero sería a Panamá, donde recaló en el Tauro FC. “Siempre uno aprende de los lugares donde va, porque eso es el fútbol: amistades, momentos, conocer distintas culturas; y creo que eso te ayuda a mejorar como persona también. Cuando me fui por primera vez de Nicaragua fue duro porque era otro fútbol, era más movido, más rápido y sabemos que el fútbol panameño es muy físico”. Tras esto irían llegando nuevas experiencias, ya que Barrera también jugó en Guatemala, Colombia y Venezuela. “Creo que de todos los países donde me costó un poco más fue en Venezuela la primera vez que fui (Deportivo Petaré en el 2013). Me costó bastante, porque a veces uno al ser joven y llegar como extranjero pesa mucho si no estás preparado emocional y psicológicamente. Al principio le gustaba al profe, pero después se fue complicando. Además, me agarró en el momento en el que muere el presidente Chávez y con el tema dólar se dificultó un poco, pero me ayudó muchísimo futbolísticamente: los entrenos eran más difíciles e incluso había jugadores más profesionales que ya habían estado en Europa, en Brasil, etc; entonces uno aprende de ellos”.
De entre todos los países en los que estuvo, donde más ha disfrutado ha sido en Guatemala (donde jugó tanto en Comunicaciones como en Municipal), ya que allí se adaptó mejor al estilo de vida, a la vez que se sentía feliz al ver cómo era la gente con él, al punto de haberse nacionalizado guatemalteco. Sin embargo, lo más resaltable de su carrera de nivel de clubes no han sido solo los distintos viajes a nivel continental, sino el hecho de haber sido el primero de su país en pisar el continente europeo. Si bien tuvo luces y sombras, esto no quita el hecho de que ha sido un verdadero pionero.
“Fue una experiencia bonita. Ir a Europa fue muy bueno, aunque si ya me costó en los países en donde estuve antes, ahí fue mucho más costoso. Primero porque estaba pasando por problemas personales muy difíciles: me estaba divorciando de la mamá de mi hijo y, además, lamentablemente a mi papá le habían diagnosticado cáncer, entonces mi cabeza estaba en otro lado. Al principio fue complicado, ya que era otoño, las canchas estaban mojadas (incluso los entrenos eran con canchas mojadas y yo nunca había jugado así). El invierno fue durísimo, nunca había sentido tanto frío. El idioma (alemán) también era complejo. Fue duro, pero fui por un propósito. Al principio comencé bien, pero después me lesioné en el ciático. Tuve otras opciones de jugar en el continente, pero quise volver a Nicaragua para estar sobre todo cerca de mi hijo, que en aquel momento me hacía mucha falta al estar separado. Fue una buena elección y no me arrepiento de nada. Personalmente, me siento muy orgulloso por ser uno de los pioneros. Aquí se vivió de forma muy bonita, porque jugué Europa League. Espero que en un futuro haya muchos jugadores nicaragüenses jugando en Europa y en ligas importantes”.
El camino de Juan Barrera en el combinado de Nicaragua
Pese a su vasta experiencia a nivel de clubes, donde más resaltó en todos estos años fue con su selección nacional. Y es que allí, a fuerza de goles no solo se convirtió en el máximo anotador de la Azul y Blanco (aunque esto era algo impensado para él, ya que no es delantero sino enlace), sino que fue una de las grandes referencias de los últimos diez años, al punto de poder llevar a Nicaragua nada menos que a sus primeras Copas Oro (2009, 2017 y 2019).
Sin embargo, durante los primeros años un sector del público y de la prensa desconfiaba de lo que podía dar, ya que entre el 2009 y el 2015 solo había podido marcar dos tantos (a Belice y a Puerto Rico), aunque a partir de aquel año comenzaría a acallar voces de a una, hasta llegar al mítico 28 de marzo del 2017. Ese día se disputaba en el Estadio Nacional de Managua la revancha ante Haití por el último cupo para la Copa Oro de aquel año. En la ida habían perdido 3-1 ante una selección con muchísima más historia, por lo que la misión era sumamente compleja, pero no imposible.
“Fíjate que antes del partido tuvimos una charla, nos motivamos entre los jugadores. Sabíamos que Haití era un rival muy difícil y que tenía jugadores en Europa. Pero cuando arrancó el partido nos dimos cuenta de que se nos podía dar, solo no teníamos que bajar la cabeza. En el primer tiempo pegamos una pelota en el palo, tuvimos varias chances, mientras que Haití solo tuvo una. Fue un partido más de nosotros que de ellos. Y llegó entonces un penal que creo que fue lo que nos levantó. Me tocó hacerlo y ya creo que lo otro es historia: ha sido uno de los mejores partidos que ha tenido la selección a nivel internacional aquí en nuestro país, si no el mejor. Inclusive hubo lleno total, algo que tampoco se ha visto en otros deportes. Si bien el fútbol no es el deporte rey aquí (lo son el béisbol y el boxeo), esa noche el país se unió por todo lo que veníamos haciendo -ya le habíamos ganado a Jamaica, por ejemplo- entonces la gente se motivó y vino de diferentes partes de Nicaragua. Eso fue un premio para todos ellos. Además, llevábamos ocho años sin ir a una Copa Oro. Fue uno de los mejores momentos de mi carrera. Hacer algo con mi país era algo con lo que soñaba”. Ese día no solo hizo “algo”: se convirtió en el héroe de su patria al marcar un hat-trick entre los minutos 85 y 90, pura insanidad.
Si bien en las tres participaciones no pudieron conseguir siquiera una unidad, no han estado tan lejos de ello, por lo que tanto Barrera como sus compañeros de la selección confían no solo en poder clasificar para futuras ediciones, sino también lograr esos benditos triunfos. Pero para realizar dichos objetivos se necesita más que solo buenos jugadores.
Juan dice que el fútbol en Nicaragua “ha mejorado bastante desde que yo estoy. Hay mejores jugadores, pero se puede decir que hay unas cuantas canchas que están mejor, que son las sintéticas. Pero las naturales están muy mal, entonces cuesta desarrollar un buen fútbol en esas canchas. Se han hecho inversiones, pero no como se debieran hacer. Pienso que eso tiene que ver con el apoyo que no hay aquí en el fútbol, falta más apoyo de empresas privadas, que se metan más al rollo. La Federación la veo muy corta: con muchas cosas que ha logrado la selección, pero ellos no han cambiado mucho. Necesitamos que venga gente que de verdad le guste esto y lo vea como un proyecto a largo plazo, que sean más ambiciosas. Lamentablemente eso no existe. A nivel de clubes creo que hay dos o tres equipos que siempre quieren estar, tienen buenas participaciones, han invertido, pero no ayuda como país. Lo mejor sería que, como selección, los encargados puedan hacer un buen trabajo y ser así recompensados en un futuro”.
Por lo pronto, el “Iluminado” -apodo que retrata a la perfección el nivel de juego de Barrera, aunque a él no le gusta que le digan así- mantiene intacto sus sueños de fútbol. Tiene apenas 31 años y una carrera que se extenderá hasta que su cuerpo y su nivel le digan basta. Incluso no descarta volver a armar las valijas y tomar un boleto de avión. Nunca es tarde para que más gente lo vea y quede iluminada por su presencia y calidez. Y también por su nivel, uno de los más interesantes de toda Centroamérica.
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