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Jordi Alba, el lateral que se incorporó por sorpresa

Fermín SUÁREZ – Temporada 2004–2005. Cadete B de Preferente del Barcelona. Diego Gómez; Horacio Carrasco, Miquel Donoso, Enric Vallès (Cornellà, ex Birmingham); David González, Jonathan Dos Santos, Fran Mérida (Atlético Paranaense); Jordi Alba; Kwame Kusi (Fortuna Köln, Regionalliga West de Alemania), Bojan Krkic (Ajax) e Iago Falqué (Rayo Vallecano, cedido por el Tottenham). Ésta podía ser perfectamente una de les alineaciones que confeccionó Joan Salvans aquella brillante temporada, en que unos jóvenes atrevidos se proclamaron campeones de Liga, pese a tener un año menos que la mayoría de contrincantes. Pero no todos: a Jordi Alba le tocaba repetir curso.

Una de aquellas añoradas matinales de sábado que pasábamos en los anexos del Mini Estadi, disfrutando del fútbol de base, dimos con un talento cuya exquisita pierna izquierda no pasaba desapercibida. Era el capitán, actuaba como mediapunta, y tenía total libertad para crear y levitar por cualquier zona del campo. Bajito, de complexión visiblemente endeble, pero con una gran visión de juego y un último pase demoledor. Un auténtico delineante. Formaba con Bojan Krkic, Fran Mérida e Iago Falqué una sociedad sísmica para las defensas rivales.

La pregunta era evidente: ¿Qué hacía ese jugador, de liviana apariencia y superlativa clase, en una liga inferior (Preferente) y no en la categoría que le correspondía por edad (División de Honor)? Su fragilidad le condenaba. Suponía un problema para los coordinadores de fútbol base, que decidieron parchear la situación, haciéndole repetir curso junto a los recién llegados de la categoría infantil. En su generación del 1989, destacaban nombres como Alberto Botía (Elche), Raúl Baena (Rayo Vallecano), Giovanni Dos Santos (Villareal) o Walter Fernández (Petrolul Ploiesti de Rumanía).

Cuando estuvo a punto de cruzar el umbral de la formación-competición (etapa cadete), para adentrarse en la estepa juvenil, donde sólo priman los resultados, Jordi Alba fue despachado, como muchos otros futbolistas, por no superar la criba de la potencialidad, a ojos de los coordinadores de fútbol base. Es decir, no confiaban en sus posibilidades. Como tampoco lo hicieron en su momento con Isaac Cuenca y Cristian Tello, por citar algunos ejemplos de futbolistas que no llegaron a completar su fase formativa, y que más tarde fueron llamados a filas.

Entonces, apareció en escena el Cornellà, uno de los principales caladeros de Catalunya, que lo acogió con los brazos abiertos –básicamente, como a cualquier jugador que llegara rebotado de los dos grandes, Barcelona y Espanyol–. Pero no sólo eso: el Cornella le otorgó estabilidad, libertad y confianza, justo los ingredientes que necesitaba para desarrollar todo su potencial. Debutó con el equipo amateur, a la sazón en Primera Catalana, y los ojeadores no tardaron en vislumbrar un crack en ciernes.


Jordi Alba celebrando su gol en Kiev, en la Final EURO 2012 ante Italia | Getty

Llegó al Valencia Mestalla con el objetivo de curtirse en la frondosa Segunda B y de modelar a lenta, pero segura cocción, un talento incontestable. No tardó en despuntar y ganar protagonismo dentro de su equipo. Ya asentado en la nueva categoría, le llegó la oportunidad de debutar en Primera División, apadrinado por Ronald Koeman. Sin embargo, antes de alcanzar el estrellato, hizo escala en el Nàstic de Segunda División, donde exprimió al máximo su cesión.

De enganche o delantero en su etapa formativa, pasó a extremo zurdo en el filial valencianista, para luego reciclarse a lateral, bajo la tutela de Unai Emery. En Can Barça, no se esperaban esa inopinada llegada desde la banda, sobre todo, los que en su día desecharon su talento al no estar acompañado de un físico portentoso. 8 años más tarde, Jordi Alba se ha convertido en el mejor lateral zurdo del planeta, con el permiso de David Alaba y Marcelo.

Valencia (VE), 1980. Periodista y trotamundos. De Venezuela a España, vía Boston, Bolonia y Turín. Deportes en general, fútbol en específico y si es italiano mejor. Zebra con Z. Estamos hechos de la misma materia que los sueños.

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