Joel Embiid lo ha pasado mal. Lleva dos años sentado, viendo como su equipo, historia de este juego, sufre noche sí y noche también sobre el parquet. Las últimas temporadas en Philadelphia han sido indignas. Indignas de una franquicia ganadora, indigna de una ciudad que respira deporte. En este curso toca ver la luz. La lesión de Ben Simmons es un lastre importante, pues se espera de él que sea uno de los grandes referentes de la competición casi desde ya, pero en los Sixers hay mimbres suficientes para dejar de ser ese banco pruebas sin progresión. El objetivo debe estar más allá de abandonar el farolillo rojo. Ser “Cenicienta” de la liga le toca a otro, hoy la meta se sitúa más lejos de doblar las pírricas 10 victorias de la 2015-16. Y gran parte de lo bueno que debe llegar, estará en manos de Embiid.
Queda lejos 2014. Sam Hinkie, general manager del equipo, elige con el número 3 a Joel en el draft celebrado el 26 de junio. Seis días antes se comunicaba que el camerunés había sufrido una fractura por estrés en su pie derecho. Tras una primera cirugía se hablaría de una ausencia no superior a ocho meses. Pero las cosas se torcieron y debió volver a pasar por la sala de operaciones al comprobarse que la recuperación no iba por el camino correcto.
Pero Embiid no se desanimó. En las redes sociales pequeños vídeos de su recuperación con la etiqueta #TrustTheProcess, que viene a significar algo así como “confía en el proceso”. A día de hoy dicha etiqueta es algo más grande, que se relaciona con el mismo crecimiento de los propios Sixers, y sirve para enfrentar cualquier adversidad en la plantilla. Cuando se conoció la lesión de Simmons, por ejemplo, los mensajes de apoyo iban acompañados con dicha frase. Incluso cuando el propio Hinkie abandonó el barco, en su carta añadió el hashtag. Tras solo 28 victorias en las últimas dos temporadas, seguir confiando no es natural. Pero el enorme potencial de los jóvenes que conforman el grupo contrarresta el estar remando río arriba, a contracorriente.
Joel Embiid comenzará el curso. Va a estar desde el principio. El paisaje de la liga ha variado desde que fuera reclutado hace ya más de veinticuatro meses. Karl-Anthony Towns, Miles Turner o Jahlil Okafor llegaron en 2015 y, aunque a diferentes velocidades, van camino de convertirse en referentes en sus equipos. También Bismack Biyombo, Andre Drummond, Jabari Parker o Greg Monroe han crecido en mayor o menor medida hasta ser también importantes. Construir a partir de un hombre grande, o completar las exigencias del quinteto con uno de ellos. Cada cual con sus características. Unos más fuertes o atléticos, otros más hábiles, más rápidos. Según necesidades van encontrando su espacio. Caras nuevas en la liga. Ha habido hasta veinte interiores nuevos de gran proyección seleccionados en los últimos cinco años. Desde Anthony Davis hasta Kristaps Porziņģis. Las lesiones no han permitido a Embiid ser uno más.
El camerunés tiene el potencial para ser la piedra angular en la zona de Philly. A la vista está que la pareja Okafor – Noel no termina de cuajar. Desde mi punto de vista, Embiid y Okafor pueden complementarse mejor. En principio, no hay nada que Noel sea capaz de hacer que no esté al alcance de Embiid, y este último ha mostrado esta pretemporada (y anteriormente en su universidad) que su nivel es superior. Las dudas con respecto a su adaptación cada vez son menos. Parece capaz de enfrentarse a jugadores ya curtidos; con físico NBA, por decirlo de algún modo. Y la velocidad a la que absorbe conocimiento es, a todas luces, asombrosa. Sus técnicos así lo afirman. Bill Self, su coach en Kansas, ya hablaba de él como “un joven Hakeem Olajuwon”. Procede recordar que Embiid comenzó a jugar a este deporte en 2011.
En Kansas, Embiid crecía a ritmo vertiginoso. Fue ampliando su rango de tiro y progresivamente consiguió reducir sus pérdidas de balón. Además, su lectura del juego aumentó de manera exponencial. Es por ello que los Sixers arriesgaron, conscientes de que no iban a disfrutar de su jugador en su primera temporada como profesional. Miras a largo plazo. Claro que no contaban con que la espera se duplicase en el tiempo.
Al no poder realizar ejercicios dinámicos, Embiid dedicó mucho tiempo en aumentar su masa muscular en el gimnasio. Habitualmente esto lleva consigo una pérdida sensible en lo que a rapidez o agilidad se refiere. No parece el caso. Los vídeos colgados por Embiid, y los minutos disputados durante octubre, demuestran que no ha perdido velocidad, mientras que su aptitud al poste bajo es mayor. Amenaza fuera, porque su tiro es más que aceptable. Si le dejas lanzar, te la juegas; si sales a puntear y caes en la finta, toma ventaja definitiva. Amenaza dentro, ya que si es un jugador menos corpulento el encargado de pararlo, se impondrá por físico.
En la NBA, el juego de uno contra uno al poste es cada vez menos frecuente. La media de puntos por posesión tratando de anotar de esta manera se situó durante la 2015-16 en solo 0,84. La producción ofensiva es muy inferior a la que llega por lanzamientos creados a partir del pick & roll (1,20 si se trata del que penetra y 0,94 si se produce un tiro liberado). Pongamos a los Spurs de la era Duncan como ejemplo: hombres altos con gran visión y capacidad para el pase, que crean cuando llegan dobles defensas sobre ellos, facilitando a sus compañeros la ofensiva. Embiid, que aprendió en Kansas a hacer lecturas cada vez más rápidas sobre cuál es en cada momento la mejor decisión, bien podría ser esa doble amenaza. Con Ben Simmons el bloqueo y continuación puede ser letal. Y añadiendo a Sergio Rodríguez los Sixers pueden disfrutar de hasta tres creadores de juego simultáneos sobre la pista. Los ingredientes son perfectos. La mezcla está por ver.
Apetece mucho ver a Embiid con ritmo de competición. Sus posibilidades a la hora de pasar parecen obvias, pero del mismo modo, su capacidad para anotar fácil es palpable. Si castiga cuando recibe dobles defensas doblando el balón a sus socios, que le lleguen balones en disposición de jugar un uno contra uno, debido a que la defensa rival deja de ir a la ayuda, puede ser mortífero. Al poste, sí, pero también si tira abierto. Argumentemos: durante la rehabilitación se vio limitado a la hora de ejercitarse. Aunque había algo que sí podía hacer: tirar. Así que pasó muchas horas haciéndolo de forma compulsiva, hasta el punto de sorprender a su propio entrenador, Brett Brown, cuando en algunos calentamientos antes de los partidos se colaba para lanzar un poco a canasta con sus compañeros. “Resulta hermoso verle tirar. Con sus 2,13, ese tacto y movimiento de muñecas… Sería una gran opción encontrarlo liberado a muchos metros del aro. Debemos aprovechar eso”. Okafor y Noel no poseen ese rango de tiro.
Pero Embiid no es solo ataque. Su defensa puede ser trascendental en Philadelphia. Los mejores protegiendo su tablero son aquellos que reconocen un movimiento antes de que se lleve a cabo, y ajustan rápidamente su posición para evitar penetraciones rivales. Es un arte que Embiid aún no maneja (para ello se requiere experiencia, es de esos registros que se adquieren con el tiempo), pero su mera presencia ya resulta intimidatoria. Además, su desplazamiento no es malo, por lo que si reacciona rápido es capaz de llegar a rivales exteriores; y ya en la NCAA su salto vertical con los brazos extendidos restaba visión al lanzador de turno. Otra faceta interesante es que pasa correctamente los bloqueos, lo que minimiza posibles errores de sus compañeros. Su figura sobre la pista mejora al resto del grupo cuando el balón esté en manos ajenas. En su debe, su tendencia a cargarse de faltas. En ocasiones, el exceso de confianza, creado por su propia capacidad, hace que se precipite y meta la mano donde no debe, o en el momento inadecuado. Acertar cuando se defiende el pick & roll no es tarea fácil para jugadores jóvenes. Un paso en falso y concedes una canasta fácil. Cuál es el instante adecuado para recuperar a tu par tras prestar ayuda, y saber en qué segundo debes acudir a puntear un tiro lleva su tiempo. La comunicación, observación e interpretación requiere un proceso de aprendizaje más complejo en jugadores interiores. Hay que ser paciente, pero, con la ética de trabajo de Embiid, no es descartable que en apenas un año o dos sea capaz de hacer frente de manera idónea al dilema.
Philadelphia 76ers tiene en Joel Embiid un hombre grande sobre el que edificar. Muchas dinastías se han apoyado en un interior que sea dominante. La versatilidad como valor añadido. Personalmente tengo muchas ganas de ver a este prometedor equipo. Simmons, Okafor, Noel, Sergio, Saric, Covington… Mucho talento. Pero la clave para un correcto engranaje bien podría ser un camerunés de 2,13 y más de 110 kg de peso. Trust The Process.
Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.
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