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Joaquín, cuéntame el secreto de la eterna juventud

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Confieso que he tenido que añadir este comienzo a mi artículo. Lo escribí el viernes y se me olvidó consultar primero la bola de cristal. Si lo hubiera hecho quizá hubiera adivinado que Joaquín iba a salir en el minuto 75 para dar una asistencia, marcar un gol en el tiempo de descuento y lograr el empate a dos para el Betis. Es tontería, no lo hubiera adivinado ni haciendo un pacto con el diablo, pero lo que es cierto es que escribí este artículo el viernes.

Y comenzaba diciendo que ahora que todo el mundo ya sabe quién es José Juan, me había acordado de Joaquín. Sí, José Juan, el portero del Alcoyano. Un futbolista que se ha hecho famoso a sus 41 años. Lo primero que pensé es que tiene mucho mérito estar ahí, en la brecha, y más en esto del fútbol, con 41 años. Que te llegue el éxito y el reconocimiento futbolístico a esa edad es para sentirte orgulloso de ser un veterano. No es nada fácil llegar a ser un veterano en el mundo del fútbol. Así que rápido me vino a la memoria el veterano por excelencia del fútbol español: Joaquín.

La primera vez que vi jugar a Joaquín ni siquiera había cumplido los 18 años. Fue en una final de la Copa del Rey juvenil entre el Real Madrid y el Betis, que por cierto ganó el Betis. Volviendo de Olivenza con Iñaki Sáez, el seleccionador de los sub-18, hablamos del partido, de los jugadores… Creo que a los dos nos había llamado la atención el 7 del Betis. Joaquín Sánchez. El banda derecha. Aquel chico espigado, de zancada larga y atrevido, sobre todo atrevido.

Un mes después Joaquín Sánchez estaba en la convocatoria para ir al campeonato de Europa Sub-18. Precisamente el día de su 18 cumpleaños, el 21 de julio de 1999, se disputó el partido contra Italia y Joaquín jugó tras entrar por el sevillista Gallardo. Ese día no tuvo el regalo de la victoria. Italia nos empató a tres en el minuto 92. Las risas y mofas de los italianos al ir a vestuarios estuvieron a punto de provocar que se armara la de dios.

En aquel campeonato empecé a descubrir al futbolista Joaquín. Y también conocí su carácter. Un chico alegre, extrovertido y atrevido, sobre todo atrevido. Allí, a la vuelta del campeonato, en aquel aeropuerto de Estocolmo, estando en la tienda que hay en todos los aeropuertos, fue donde de repente oí: “Rauuuu, ¿tú sabes inglés? Es que esta chica no se entera de ná”. Era Joaquín, con tres o cuatro envases de colonia, en el pasillo de salida frente a la cajera. “Le estoy preguntando que cuál es la mejó para mujer, que le quiero llevar una a mi novia, pero no se entera de ná. Dile tú algo”. La chica le miraba y no hacía más que reírse.

Creo que era la primera vez que Joaquín viajaba tan lejos del Puerto de Santa María. No podía ni imaginar hasta dónde iba a llegar como futbolista, -y fíjate si ha seguido llegando lejos y aguantando que este año cumple los 40-, pero me di cuenta de que si empleaba ese mismo desparpajo y atrevimiento jugando al fútbol, Joaquín sería un gran futbolista.

Está claro que no puedes llegar a los 39 y seguir jugando al fútbol de alto nivel si no tienes unas condiciones físicas fuera de lo común. Joaquín nació con ellas. El gol de oro más famoso de la historia de los Mundiales tuvo a Joaquín como actor principal. Después de todo aquel partido contra Corea en el que no paró de correr, al inicio de la prórroga esa pierna derecha prodigiosa, eléctrica y su capacidad de desborde dejaron al 13 coreano más retratado que un político en campaña, antes de sacar el pase que remató de cabeza a gol Morientes. La velocidad de Joaquín hizo que diera al balón cuando casi no había ni llegado a la línea de fondo. La misma velocidad a la que Michael Ragoonath levantó su banderín. La misma velocidad con la que el árbitro Gamal Al-Ghandour anuló el gol de oro más famoso de la historia de los Mundiales.

La desesperación que en ese momento le entró a aquel chaval, al que le faltaba un mes para cumplir 21 años, fue descomunal. Pero un tipo como Joaquín no es de los que se hunden. De hecho, lo que hizo fue seguir creciendo futbolísticamente. Así que también estuvo en el siguiente Mundial, el de Alemania en 2006. Y no había perdido su buen humor, su predisposición a la risa. Con Gordillo, que trabajaba para la televisión, se lo pasó en grande haciendo una entrevista. “Tienes menos peligro que un drácula mellao”, le decía Joaquín a Gordillo mientras no paraba de reír.

Muchas veces he oído que es importante tener a alguien que anime el vestuario, alguien que haga reír al equipo. Alguien que cuente chistes, sí esos chistes de toda la vida, y que lo haga con esa gracia andaluza. Los viajes en avión se hacen mucho más cortos. Si además ese alguien juega de maravilla al fútbol… Pues eso, que Joaquín tiene arte.

Y ha sabido y sabe sacar provecho de su arte, de su talento y sus cualidades. En cuatro equipos ha desarrollado su carrera profesional, -Betis, Valencia, Málaga y Fiorentina- y lleva en Primera desde la temporada 2001. 20 años. La mitad de su vida. Tal cual. Ahora que en julio va a cumplir los 40 no para de acumular récords. Récords de números de partidos, récord del más veterano en marcar un ‘hat-trick’. Pero la hazaña que más mérito tiene es un misterio indescifrable. Y no voy a consultar a la bola de cristal. Por favor, Joaquín, cuéntame el secreto de la eterna juventud.

Imagen de cabecera: Aitor Alcalde/Getty Images

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