En el verano de 2016, Francia se coronó campeona de Europa en categoría Sub19 con una dupla que hacía temblar los cimientos del fútbol continental. Kylian Mbappé (17) y un Jean-Kévin Augustin que celebró los 19 en la concentración previa al torneo arrasaron prácticamente a todos sus rivales. Francia solo se permitió el lujo de pinchar en el duelo inaugural, ante Inglaterra, para luego no dejar títere con cabeza e incluso golear a Italia (4-0) en la final. Jean-Kévin Augustin fue, sin duda, la estrella del torneo, anotando seis goles (uno más que Mbappe) y logrando una asistencia en cinco partidos, llevándose, además del título, los premios individuales de Mejor Jugador y Máximo Goleador del torneo. Suyo fue también el tanto que abrió el camino en la final. Hoy, Mbappé no necesita presentación, mientras el haz de luz de aquella cita, a sus 24 años, está absolutamente olvidado para el mundo del fútbol y, hasta hace una semana, llevaba un año apartado en el filial del Nantes. Ahora ha vuelto a ser profesional.
Entonces, en la previa de aquella final, todos los focos se cernían sobre aquellos dos delanteros. L’Equipe realizó un reportaje en el que aparecían ambos, abrazados, en el momento del himno, y contó con los testimonios de Pierre Mankowski, que desde el año 2000 había estado trabajando en las categorías inferiores de la selección. Ahí, definiría a Augustin como un “talento puro” al que habían convocado por primera vez con la Sub16 a los 13 años, mientras que definía a Mbappé como un jugador de madurez tardía que hasta los 17 años no había podido aparecer con ellos. Con cinco goles y una asistencia cada uno, el tanto que marcó en la final Augustin le dejó un peldaño por encima de Mbappé.
La situación en aquel 2016 no era novedosa. Los informes que tenían en la Clairefontaine, el centro de reclutamiento de la Federación Francesa, de Mbappé eran magníficos, pero no tenían en absoluto nada que envidiar a los de Augustin, un jugador que a lo largo de su carrera en las inferiores de la selección coincidiría con jugadores del calado de Ikone, Lemar, Thuram, Edouard, Saint Maximin y los Dembélé, Moussa y Ousmane, sin ser nunca menos que ellos. Una muestra de esto, por ejemplo, es que un verano más tarde sería otra vez la estrella de la selección en el Mundial Sub20 en el que logró cuatro goles en apenas tres partidos, pues Francia cayó pronto, siendo el segundo máximo goleador de la cita por detrás de un Orsolini que jugó cuatro partidos más (casi 400 minutos más que el él) y que solo hizo un gol más que el galo.
Su principal problema siempre estuvo en las dificultades de jugar en su equipo de origen, todo un PSG que miraba siempre más al mercado de fuera que a lo que tenía en casa. Así, en unos años en los que los parisinos se acabaron deshaciendo de Coman, Ikoné, Nkunku, Weah, Diaby, Edouard o Adli, Jean-Kévin Augustin tampoco tuvo la oportunidad de granjearse un futuro en la capital teniendo que emigrar a tierras alemanas. Poco importó que Augustin hubiera debutado con 17 años, en la 2014-2015, y que enseguida marcara su primera diana a pase de Di María. Los minutos en sus dos primeras temporadas con el primer equipo fueron realmente escasos, aunque de mucho nivel, en una plantilla que tenía en sus filas también a Cavani, Lucas Moura, Lavezzi o Ibrahimovic, y fue precisamente el verano en el que Augustin estaba en el Mundial Sub20 el que se marchó del equipo para hacer sitio a un Mbappé al que el Mónaco sí le había dado oportunidades y había entrado en el fútbol profesional como un elefante en una cacharrería. ¿Y si Jean-Kévin Augustin hubiera estado entonces en Mónaco y Mbappé hubiera sido el canterano sin oportunidades del PSG?
Así, en 2017, mientras el PSG hacía una compra camuflada en forma de cesión por Mbappé por 180 millones de euros, el RB Leipzig, en su incesante crecimiento y lucha por acercarse al Bayern Múnich, firmaba por solo 16 millones a Jean-Kévin Augustin, que entonces no había cumplido aún los 20 años y venía de dos veranos exitosos con la selección. Parecía una ganga. El francés encajó muy bien en el equipo de la bebida energética, siendo considerado el jugador número 12, jugándose un puesto casi siempre con Poulsen y mezclando muy bien con un Werner que solo era un año mayor que él. Los 12 goles y seis asistencias marcados en aquel curso (en Liga solo hizo cuatro menos que el propio Werner, que jugó más del doble que él) le auguraban un mejor rendimiento en las futuras temporadas y entusiasmaban a un equipo que se terminó quedando a dos puntos de los puestos de Champions League. Pero entonces, el técnico Ralph Hasenhüttl se marchó, llegó Ralf Rangnick y todo cambió. Poulsen se afianzó como pareja de Werner y los minutos que ellos dejaban no fueron a parar en Augustin, sino en un chico aún más joven llamado Matheus Cunha que acababa de llegar al club. Relegado a ser la cuarta opción y teniendo cada vez menos impacto, Jean-Kévin Augustin se apagó.
En el verano de 2019, sabiendo todavía de su potencial, del buen cartel que tenía en su país y de su juventud (aún seguía jugando con regularidad con la Sub21), el Mónaco solicitó su cesión. El problema, nuevamente, es que no iba a ser ni una primera, ni una segunda, ni una tercera opción. Con Ben Yedder y Slimani como punta de lanza y otros jugadores como Keita Baldé y Onyekuru, que eran propiedad del club monegasco y por tanto preferían darles minutos a ellos antes que aun cedido, Augustin volvió a quedar relegado a un papel residual y en enero se cortó su cesión. Parecía que iba a ver la luz al final del túnel cuando un nuevo préstamo le llevó al Leeds United. Entonces en Championship y con serias posibilidades de ascenso, el equipo de Bielsa consiguió una cesión con una opción de compra de 21 millones de euros que sería obligatoria en caso de conseguir la promoción de categoría. El día de la firma, The Athletic reveló que la seriedad de la oferta del equipo inglés fue lo que les hizo decantarse por ella y no por otra que había encima de la mesa de un Manchester United que acababa de perder a Rashford por problemas de espalda. Concretamente, según informó el medio, la oferta de los Red Devils llegó más tarde del plazo que habían acordado e incluso las cláusulas estaban mal redactadas.
Y Bielsa, que había sido todo halagos en su puesta de largo, cambió de opinión en cuanto le vio en el césped. No estaba preparado físicamente. Así, apenas jugó tres partidos (45 minutos) antes que la pandemia frenara todo. Luego, nunca más se vistió de corto, el Leeds ascendió como campeón, y Augustin regresó a Alemania. ¿Por qué? Porque en esa compra obligatoria había una pequeña trampa. La competición se extendió hasta bien entrado el verano y el contrato daba a entender que el fin de la fecha para efectuar esa compra era el 30 de junio, cuando se hubiera acabado cualquier temporada normal. Así, el Leipzig, que creía tener una venta bastante buena entre manos, denunció al Leeds ante la FIFA y, aunque el caso hoy sigue en manos de los tribunales y será el TAS quien tenga la última palabra, todas las resoluciones previas han determinado que el Leeds deberá hacer el pago. Y entre medias, un jugador que parecía tener la cabeza en otro sitio, al que el físico no le estaba acompañando y que contrajo Covid y estuvo más de lo normal contagiado, dando positivo y en un estado físico horroroso, se perdió.
El Leipzig decidió desprenderse de él en octubre de 2020, ocho meses después de su último partido como profesional y habiendo jugado solo 45 minutos en todo 2020. Firmó libre por el Nantes, llegando a un equipo cuyo técnico, Christian Gourcuff, había manifestado que no le quería. Solo disputó 33 minutos. Tampoco Raymond Domenech, que llegó un par de meses después y que no le convocó ni un solo partido y mucho menos Antoine Koumbaré, que cogió el equipo en febrero de 2021 y cuya primera decisión fue mandarle al equipo filial.
Ahí ha estado durante casi un año, viendo cómo el que es su entrenador le tira de las orejas cada vez que puede. “Ni física ni mentalmente está preparado para jugar. Cuando llegué, apenas había jugado nada en el último tiempo y además había padecido un Covid severo que le había debilitado”. En esos 14 últimos meses, apenas había disputado 70 minutos repartidos en seis partidos e incluso el técnico había dicho que ni siquiera parecía futbolista. Que no tenía las ganas de un jugador, pero tampoco las condiciones técnicas. Que no sabía cómo ese era el mismo jugador que 3 y 4 años antes había eclipsado al propio Mbappé y había asombrado a todo el mundo del fútbol. “Ahora mismo, no tiene nada para ser un jugador profesional”, prácticamente le desterró y repartió culpas y retó a su entorno. “Se tienen que preguntar qué tiene que hacer para volver a ser un jugador profesional. Nosotros no podemos hacer más”, admitía, por un jugador al que le estaban pagando más de un millón de euros al año, sin duda el mejor remunerado de la plantilla.
Nunca ayudó tampoco su temperamento. Dos escándalos con la Sub21, uno en 2017 y otro en 2018, le dejaron sin opciones de jugar con la absoluta cuando parecía que Deschamps estaba listo para la llamada. En la primera ocasión, ser sustituido le molestó tanto que armó un lío importante. En la segunda, simplemente rechazó ir a un compromiso internacional alegando estar muy cansado. “Es inaceptable”, admitió el propio Deschamps, que ya pensaba en él en 2018 para traer nuevos aires a un equipo que se acababa de proclamar campeón del Mundo pero que buscaba un recambio natural para Giroud. Entre medias, también la lio con el Leipzig cuando, un día, llegó tarde al vestuario porque se había quedado jugando con el móvil en el banquillo, en el tiempo que los jugadores tienen para saltar al césped antes de calentar. Bielsa nunca lo confirmó, pero siempre hubo rumores de que su indisciplina le traía de cabeza y la dureza con la que los tres técnicos que tuvo en el Nantes invitan a pensar que su actitud nunca fue la mejor y ayudó mucho a que fuera relegado al equipo B en febrero de 2021.
Y ahí, tras ocho meses con el filial, ya con 24 años, una nueva puerta se le ha abierto al que una vez fue el mayor talento de la Clairefontaine. Desde que empezara 2022, el Nantes ha sufrido bajas, bien por lesión, bien porque algunos jugadores (cinco) se han marchado a la Copa África. Y en estas, el mismo Koumbaré, que ha visto los progresos, le ha invitado a entrenar otra vez con los profesionales. “Necesitamos jugadores. Ni siquiera somos capaces de juntar dos equipos de 10 para los entrenamientos, y Augustin lo ha estado haciendo bien en los últimos partidos con el filial. Merece una oportunidad”. El pasado 14 de enero, Augustin fue convocado con el primer equipo del Nantes para un partido profesional. Pudo disputar unos minutos, jugando así por primera vez en una competición profesional más de un año después, desde que lo hiciera el 28 de noviembre de 2020. El pasado domingo, el galo también fue en la expedición y saltó al campo unos minutos. Ahora solo falta saber si su impacto en el club atiende solo a necesidades numéricas de rellenar plantilla o si, por el contrario, después de varios años de travesía, hay esperanza para una de las perlas del fútbol galo.
Imagen de cabecera: Sebastien SALOM-GOMIS / AFP
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