Hasta 2017 con opción a otra temporada. Trabajador insaciable, industrioso del fútbol y portador de la humildad por bandera. El centrocampista asturiano conquistó, merecidamente, el sueño que tanto perseguía desde que entró en el Club Deportivo Romanón. Antes de incorporarse a la cantera del Sporting de Gijón, con 9 años, Javi Fuego siempre tuvo la meta de “disfrutar en un grande de España y de Europa”, como destacó en su rueda de prensa de renovación, y ahora está gozándola. Y siempre a base de ensuciarse la cara por sus compañeros tanto en el campo como fuera de él. Un líder genuino con pechera de adalid. Capaz de jugarse la vida por los suyos. Como cualquier minero.
El de Pola de Siero no taladra rocas con picos y palas ni apuntala túneles con soportes de madera para impedir su derroque. Tampoco despliega vías para el transporte de minerales en vagonetas, ni excava pozos para facilitar la actividad de extracción. Pero casi. Fuego utiliza sus herramientas en el pasto para que el Valencia pueda extirpar toda su belleza. Convive sin el foco mediático, solo con la lámpara acoplada al casco, para que el resto de sus compañeros puedan brillar con luz solar. Es conocedor de la dureza y oscurantismo que tiene su encargo y, aun así, es feliz con esas manchas en su rostro, con el cabello impregnado de polvo mineral y con la vestimenta hecha unos zorros. El trabajo de Javi, como el de minero, exige un cardinal esfuerzo físico sin estar exento de alarmas. Cualquier achique innecesario, mala cobertura o salida de balón puede provocar el derrumbe de un resultado.
Para ‘Xavi Foc’ cada día en la mina es una corona de laurel. Un galardón maravilloso a toda esa suciedad calada desde que dio sus primeros pasos como futbolista en el equipo de su pueblo. Estar en el Valencia es la recompensa a su rectitud y honestidad. Con más de 180 partidos en Segunda División y 170 en Primera, el de Pola de Siero quiere seguir alcanzando metas en su carrera profesional. La siguiente la tiene marcada en rojo: jugar la Champions League.
El universo Javi Fuego acaba siempre enamorando. Al futbolista rígido, tácticamente perfecto y minero en sus ratos libres, le acompaña una persona extraordinaria. Sencilla, natural, poco común en un mundo de fanfarrias. Entró en la carrera de Fisioterapia con una matrícula de honor en selectividad debajo del brazo pero tuvo que aparcarla, ya que estar en el primer equipo del Sporting le impidió realizar todas las prácticas requeridas en el, hoy, título de Grado.
El valencianismo celebra la ampliación contractual de un futbolista importantísimo en el esquema de Nuno Espírito Santo que se ha hecho querer en toda su dimensión. Por currante, profesional y buena gente. Disfrutarán al minero de Pola de Siero, al menos, dos temporadas más. El mono, el casco y los utensilios seguirán rindiendo con severidad en las profundidades de Mestalla.