17 de marzo de 2018. Los alrededores del Wanda Metropolitano empezaban a estar concurridos, lo cual solo podía significar una cosa; aquella tarde jugaba el Atleti. Las camisetas rojiblancas comenzaban a inundar los aledaños del estadio. Padres con sus hijos, abuelos con sus nietos, parejas cogidas de la mano… personas de todas las edades accedían a las instalaciones en busca de sus respectivos asientos. Pero en esos mismos instantes el equipo de Simeone se encontraba a más de 300 km de distancia, dispuesto a visitar al Villarreal en encuentro correspondiente a la jornada 29 de liga.
Y es que todos y cada uno de los aficionados que se habían desplazado hasta el coliseo atlético no lo habían hecho para ver a los Oblak, Koke, Saúl, Griezmann y compañía. Aquel día se habían acercado hasta allí para deleitarse con Lola Gallardo, Aïssatou Tounkara, Angela Sosa, Ludmila da Silva y el resto de integrantes del Atlético de Madrid femenino. Así es, pocos meses después de su inauguración el Wanda Metropolitano abría sus puertas para albergar un encuentro de Primera Iberdrola, una cita que todos los aficionados al futfem en nuestro país tenían marcada en rojo en el calendario.
El choque además no era un enfrentamiento cualquiera. El rival que visitaba el feudo rojiblanco era el Madrid CFF, y como hemos escuchado tantas y tantas veces los derbis siempre son partidos especiales. Para más inri no se trataba de un duelo descafeinado, todo lo contrario, había mucho en juego dado que el conjunto dirigido por Ángel Villacampa era líder con un solo punto de ventaja sobre su inmediato perseguidor; el FC Barcelona. Seis días antes azulgranas y rojiblancas se habían visto las caras en terreno barcelonista, y un meritorio empate en la Ciudad Condal había otorgado al Atlético el privilegio de depender de sí mismo en las ocho jornadas que restaban de campeonato.
Al final fueron ni más ni menos que 24.000 almas las que acudieron a disfrutar del derbi madrileño, convirtiéndose en uno de los partidos con mayor afluencia de público en la historia del fútbol femenino en nuestro país. Las 22 protagonistas saltaron al campo bajo una sonora ovación, acompañadas por el subidón de adrenalina que provocaba la imagen de unas gradas más que pobladas. Y tras el pertinente saludo entre capitanas y el posterior sorteo de campos el balón echó a rodar.
Como era habitual en el cuadro de Villacampa el Atlético empezó mordiendo desde el minuto uno. Marcar temprano era el objetivo y aturdir psicológicamente al rival la consecuencia. El equipo de Óscar Fernández achicaba agua como buenamente podía, pero se veía sobrepasado en los primeros instantes de partido. Cumplido el 7’ de encuentro llegó la confirmación de ese dominio, con un trallazo desde la frontal del área de Aurélie Kaci que se coló en el marco visitante. Las gradas celebraron el tanto por todo lo alto, puesto que el gol era la confirmación de que la tarde iba camino de convertirse en una fiesta rojiblanca, pero un invitada muy especial estaba a punto de hacer acto de presencia.
El posterior saque de centro desencadenó una presión asfixiante de las de Villacampa, que con el marcador inaugurado buscaban lograr el segundo y herir de muerte a su rival. Pero un balón largo a la espalda de la zaga atlética habilitó a Jade Boho, quien con una sangre fría estremecedora y una soberbia vaselina superó a Lola Gallardo y colocó el empate a uno apenas dos minutos después de que llegara el primer tanto. El Wanda enmudeció. Mientras la delantera internacional por Guinea Ecuatorial celebraba la diana con rabia el silencio se adueñó del estadio. Quedaba mucho por delante y el Atlético seguía teniendo las de ganar, pero Jade y el Madrid CFF acababan de llevar a cabo toda una declaración de intenciones.
El gol encajado actuó a modo de reset en un Atleti que no pareció acusar el golpe. Prosiguió con su acoso y derribo particular, demostrando que la fortaleza mental formaba parte de sus cualidades. Volvió a acudir el cántaro a la fuente, hasta que como era lógico se acabó por romper de nuevo. Esta vez fue Marta Corredera quien, tras un centro medido de Kenti Robles y un control exquisito dentro del área, perforaba la portería de una Madrid CFF que debería remar contracorriente de nuevo. Las gradas del Wanda volvían a rugir, a celebrar, a ondear las banderas rojiblancas. Pero no estaba todo dicho.
Durante 20 minutos pareció que podía llegar el tercero, y con él la sentencia. Pero el que perdona lo acaba pagando, y con Jade sobre el césped más. En el 36’ una combinación por banda izquierda acabó con un pase filtrado para la nueve vallisoletana, que tras control con la diestra y definición con la zurda, volvía a poner las tablas en el marcador y el “mute” en el coliseo rojiblanco. Las gradas volvían a emitir ese ruido imperceptible al oído humano, el de decepción. El empate no era definitivo, ni mucho menos, pero el rival había salido respondón y lo que debía ser una fiesta para los seguidores atléticos podía convertirse en un velatorio.
Quedaba toda una segunda mitad por delante, y el conjunto de Villacampa tenía la necesidad imperiosa de doblegar a un Madrid CFF que vivía cómodamente en mitad de la tabla clasificatoria. Pero lo cierto es que los segundos 45 minutos no mostraron al Atlético hambriento de la primera parte. Lo intentó con más corazón que cabeza, pero el buen trabajo defensivo de las visitantes pudo más que ese ímpetu huérfano de ideas. El 2-2 definitivo ofrecía en bandeja al FC Barcelona la posibilidad de arrebatar el liderato al conjunto rojiblanco, pero 24 horas después las azulgranas tampoco fueron capaces de sumar los tres puntos en su visita a Huelva, volviendo a dejar la clasificación tal y como estaba.
El Atlético de Madrid no volvió a fallar en los encuentros restantes, proclamándose campeón de liga en la última jornada con un punto de ventaja sobre el Barça. Los aficionados madrileños celebraron por todo lo alto el título, aquellos mismos seguidores que semanas atrás enmudecieron con los tantos de Jade. Una Jade Boho Sayo que a punto estuvo de cambiar el rumbo de aquel campeonato, y que entre sus títulos individuales ostenta uno del que ninguna otra futbolista puede presumir: haber silenciado en dos ocasiones un Wanda Metropolitano con 24.000 aficionados en sus gradas.
Imagen de cabecera: @AtletiFemenino
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