Mirad la imagen. Un conjunto histórico salva la categoría y su gente, liberada tras unos meses de sinsabores, salta al verde sin dudar. En un mundo utópico es precioso. ¿Qué problema hay en permitir que los aficionados puedan darle un abrazo al autor del gol? Pues lo de toda la vida: siempre habrá algún cafre que no respetará los códigos mínimos de decoro. De lo ocurrido ayer en Goodison Park hay un sinfín de fotos preciosas que muchos recordarán hasta el final de sus días. Pero los visitantes, los del Crystal Palace, sufrieron. En redes sociales ya se ha hecho viral la imagen de Patrick Vieira, el técnico de los londinenses, pateando a un aficionado que se reía de él. Se veía venir.
Nunca he formado parte de una invasión de campo. Me aterra. Siempre he considerado el terreno de juego un lugar único para futbolistas y cuerpo técnico, una especie de templo para los elegidos. Últimamente, parece que necesitamos sentirnos como nuestros ídolos. Así nos lo quieren vender los que forman parte de este negocio llamado fútbol. Paga 40 euros y siéntete como el mejor jugador de nuestro equipo, nos dicen. A veces es mejor mantenerse al margen. Incluso cuando te permitan, como ayer, adentrarte en el césped y llevarte un trozo de red de una portería. Una de las películas más amadas por los cinéfilos, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, se rodó en su mayoría en un estudio. A nadie se le ocurre visitarlo.
Frank Lampard, el entrenador del Everton, lo ve de otra manera: “Hay que permitir que la gente tenga su momento. Si está bien hecho, que corran por el campo”, aseguró. Tan solo un par de días antes, un aficionado del Nottingham Forest le pegó un cabezazo a Billy Sharp. Lo dicho: si crees en el ser humano todo es muy bonito, pero es tremendamente complicado ser optimista. El mal comportamiento de uno es suficiente para mancharlo todo.
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