Iker Casillas se fue del Real Madrid en busca de la felicidad. Los acontecimientos se dieron de una forma en como tanto el conjunto blanco como el propio portero mostoleño ni querían, ni se merecían. Iker ha sido y será siempre uno de los iconos del club madridista. Y del fútbol español. Y de la historia del balompié. Criado en la casa blanca desde que era un niño hasta llegar a ser jugador del primer equipo, capitán y leyenda. Igual que en la Selección. Un ejemplo.
Sin embargo el destino es muy caprichoso y el mundo del fútbol es una ruleta rusa que nunca sabes lo que te deparará. La situación de Iker en el Real Madrid era muy complicada y su salida totalmente necesaria para que una relación que debía ser idílica, no se convirtiese en (más) tóxica. Ni Iker quería que sucediese todo lo que sucedió desde la etapa de Mourinho ni el Real Madrid que Iker se fuera por la puerta de atrás. Iker se tendría que haber ido, cuando él quisiera, por una puerta con su nombre grabado para el resto de los tiempos.
Pero ya es pasado. Y las cosas están muy tranquilas como para removerlo. Solo sería (re)buscar polémica, eso que a muchos, desgraciadamente, les encanta. Tanto en Madrid, reciente campeón de Europa, como en casa de los Casillas, el portero menos goleado de Europa, todo está tranquilo ahora. Iker ha disputado 19 jornadas de liga portuguesa con el Porto esta temporada y ha encajado diez goles, lo que da lugar a una media de 0.52 tantos por partido. El registro más bajo en el viejo continente.
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El Feyenord de un ex culé, Giovanni van Bronckhorst, que está cuajando una gran campaña y vuelve a aspirar al título en la Eredivisie, le sigue de cerca con una media de 0.6 tantos recibidos. Muy cerca se encuentra el Bayern de Ancelotti, ex técnico de Casillas, con un percentil de 0.61 y el Villarreal con una cifra envidiable: 0.7 goles por partido en una liga tan fuerte como la española.
Casillas se tuvo que ir del Madrid, seguramente, en contra de lo dictado por su corazón. Un corazón que bombea sangre blanca y que no se ha dejado llevar nunca por el dinero, sino estaría jugando en China probablemente, sino por los sentimientos. Esos sentimientos que afloraron tras conquistar la Champions en Glasgow en el 2002 siendo decisivo, esos sentimientos que le impulsaron a saltarse el protocolo y besar a Sara después de ganar la Copa del Mundo y esos sentimientos incontenibles en su despedida del Real Madrid en la sala de prensa del Santiago Bernabéu. Ama tanto a ese club como para renunciar a él. Una prueba de amor irrefutable.
Iker tan solo buscaba ser feliz. Disfrutar del fútbol y de su familia. Por eso eligió Oporto. Se fue de la capital en busca de la felicidad, de que lo dejaran tranquilo, de que esos que lo llamaban «topo» o que dijeran que estaba acabado se olvidasen de él. Aunque algunos están tan acomplejados que no lo hacen, por desgracia. Y el dios del fútbol, aunque dicen que viste de blaugrana y lleva el ’10’, es tan justo que no solo le ha permitido ser feliz en Portugal, sino dar un rendimiento óptimo y firmar unos números espectaculares mientras en Madrid se abre un debate sobre la portería.
Como este país es así, y se puede criticar y silbar a un futbolista esta noche pero si mañana se retira exigir una estatua en los aledaños del estadio, Iker demostró tener la razón aún no teniendo nada que demostrar. Y solo cuando deje el fútbol tendrá el reconocimiento que merece. Igual que pasó con Raúl o Puyol y pasará con Xavi, amigo y coetáneo de Iker. Pero su carrera es la mejor muestra. Enhorabuena, Iker. La felicidad es tuya. Disfrútala, te la has ganado. Por mucho que algunos que no son nada buenos haciendo su trabajo, siendo generoso, osen criticar el tuyo, siempre excepcional, el de uno de los mejores guardametas de la historia. Y te lo dice un culé, pero amante del fútbol: Gracias.