¡Ole, ole, ole, ole, Suazo, Suazo! Ese es el cántico que resuena en el Estadio Tecnológico de Monterrey. Son los últimos segundos en una cancha, como jugador profesional, de Humberto Suazo. El público grita, agradecido, por el número 26. Mientras el relator, de la televisión mexicana, asegura que quien está abandonando la cancha es “el más grande de todos los tiempos, el monstruo sudamericano”. El chileno, profeta en tierras lejanas, ha dejado un legado imborrable en la ciudad de Monterrey, y no es para menos, es el máximo goleador de la historia de los Rayados.
Chupete se acostumbró a dejar su nombre marcado a fuego en los equipos donde jugó. Si bien tuvo un comienzo complicado, por distintas razones, no se rindió. Fue así como encontró una oportunidad en la tercera división chilena, en San Luis de Quillota. Es en el cuadro canario donde consiguió reimpulsar su carrera. Con 43 goles durante esa temporada, Suazo demostró que, pese a todo, era un goleador innato. Y de paso ayudó al equipo a ascender de categoría.
Esa tremenda campaña hizo que los equipos de la capital pusieran los ojos en él. Los goles de Chupete llegaron a Santiago, al Audax Italiano. En el cuadro itálico, Chupete nuevamente brilló. Sus 40 goles, en 62 partidos, lo llevaron a ser citado a la Selección Chilena adulta, por primera vez.
Con esos antecedentes, Humberto estaba listo para las grandes ligas. Es Colo-Colo quien se queda con el goleador y la historia se cuenta sola: dirigido por Claudio Borghi, Humberto Suazo consiguió un tricampeonato y un subtitulo de la Copa Sudamericana. Fue goleador en dos de los torneos nacionales y en el torneo sudamericano. Durante el año 2006, consiguió ser el mejor goleador del mundo, según la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) y el Balón de plata, con 34 goles en un año, solo uno por debajo del holandés Klaas Jan Huntelaar.
Si ya se había ido como ídolo de Colo-Colo, a México llegó para convertirse en leyenda. Llevó a Monterrey a su mejor época histórica: 2 campeonatos locales y 3 Concachampions, que le valieron jugar 3 veces el Mundial de Clubes. No contento con eso, Chupete se convirtió en el goleador histórico de los Rayados con 121 goles. Historia pura.
Quizás, la gran deuda del fútbol con Humberto es haber tenido una buena temporada en Europa. Su paso por España no fue todo lo que se esperaba, y después de su paso por el Zaragoza, donde hizo 6 goles en 17 partidos, Suazo volvió a Monterrey.
En la selección chilena, fue igual de histórico. Máximo goleador de las clasificatorias al Mundial de Sudafrica 2010, con un gol que, personalmente, siempre voy a recordar: el 2-3 a Venezuela en el minuto 90. Humberto sacó un remate de esos de puro instinto, esos que demuestran que esté donde esté sabe donde ubicar el arco. Humberto demostró en ese gol que era un goleador diferente, único, que era el hombre venido del planeta gol.
Y es desde su planeta que decidió volver a la que era su casa, el equipo que fue su trampolín a la inmortalidad. Suazo volvió a Colo-Colo, pero ya no en el nivel que tenía hace 8 años, cuando dejó el club. Quizás no alcanzó a demostrarlo o, tal vez, fue víctima del terrible mal del hincha que vive de recuerdos, que olvida que por los futbolistas también pasa el tiempo, y los años, y el cansancio. Finalmente con 7 goles en 26 partidos, Humberto Suazo se fue por problemas con el cuerpo técnico del club y a sus 34 años anunció su retiro de la actividad. Demasiado pronto, para algunos. Demasiado tarde, quizás.
Así es como volvemos a Monterrey, al Estadio Tecnológico, donde nunca más se verá a un jugador portando el número 26, porque ese número es del máximo goleador histórico, del mejor de todos los tiempos, del chileno profeta en tierras lejanas, del hombre venido del planeta gol. Gracias por todo, Chupete goleador.