La peculiar historia de cómo el trabajo, el sacrificio y la fe rompen todas las barreras y hacen los sueños realidad
Alex JIMÉNEZ – En ciertas ocasiones, el deporte presenta historias bonitas, sensacionales relatos de tesón y superación. El domingo, en Coutras, Francia, quienes acudieron a la pista Milou Ducourtioux pudieron asistir en primera persona a uno de esos instantes. Porque allí, el Patín Alcorcón se proclamaba por primera vez en su historia campeón de Europa de hockey patines femenino tras más de treinta años de trabajo y sufrimiento.
Sus jugadoras, bautizadas como Espartanas por la magnitud de su esfuerzo, perseverancia y valor que derrochan cada fin de semana sobre la pista, reminiscente del mostrado por Leónidas y sus hombres en la Batalla de las Termópilas, llegaron a la final de la Champions tras haberse deshecho el día anterior del US Coutras local en semifinales de una Final Four apasionante. En la última ronda, que disputaban contra el Noisy-Le Grand parisino, vieron como su rival les remontaba la ventaja inicial de dos goles lograda en los primeros diez minutos y se ponía 3-2 arriba en la segunda mitad. Pero entonces las chicas tiraron de esas cualidades que tanto les definen. Con todo en contra, igualaron el partido e hicieron el 3-4 que a la postre sería definitivo para desatar la locura. Porque estas chicas están acostumbradas a remar contracorriente y a hacer trizas cualquier escollo o adversidad que se cruce en su camino.
Porque el Patín Alcorcón es un equipo sin recursos, un equipo de élite sin ninguna ayuda económica. Un equipo que, solo auspiciado por su trabajo e inquebrantable fe, ha llegado a cuatro finales en los últimos cinco años, dos de la Champions y dos de la Copa de la Reina, llevándose por fin el gato al agua en esta última. Un equipo que necesita que hasta estas campeonas de Europa abonen una cuota de treinta euros mensuales para poder salir adelante. Un equipo cuyo material de juego también corre a cargo de las propias jugadoras. Un equipo que lleva años pidiendo a gritos al Ayuntamiento de la localidad una remodelación de la impracticable cancha al aire libre de Santo Domingo, anexa a al pista donde juegan como locales. Un equipo que lo más parecido a un fisioterapeuta que tienen es Nacho Ventepan, su delegado, que cumple también funciones de segundo entrenador; un centro deportivo cercano, cuyas sesiones corren a cargo de las propias jugadoras; y a las malas, su propio presidente Francisco Rodríguez, archiconocido como Chiqui, que lleva vinculado al club nada menos que treinta y tres años, en los que se ha dejado todo para que el equipo pudiera salir adelante. Ha ejercido de entrenador, de masajista, de director deportivo…y hasta de autobusero. Se ha encargado de todos los dimes y diretes imaginables, todo para que el club, ya no solo el equipo que tiene en la primera división del hockey femenino, pueda sobrevivir. Ya no es que no le pesen los anillos al presidente a la hora de echar un cable. Es que directamente ni se los pone.
En cuartos de final les tocó irse a jugar a Alemania. Las instituciones dieron la espalda una vez más y a las jugadoras les tocó pagarse el viaje de su bolsillo. 300 euros cada una, ni más ni menos. Incluso hubo varias que no jugaron. Pero sirvió para que las Espartanas se dejasen todo sobre la pista y encarrilasen el pase a la Final Four, que se ha disputado este fin de semana en Coutras, a cincuenta kilómetros de Burdeos, donde se hospedó la expedición alcorconera. Hasta allí viajaron en autobús, de la misma manera que abordan todos los desplazamientos durante la temporada y que les hace afrontar trayectos interminables cada vez que juegan fuera, en Galicia, Gijón o por toda Cataluña, cuna de este deporte. Y es que si estas chicas son Espartanas, el dinero es su Jerjes. Para abaratar costes, intentan programar dos partidos cuando les toca salir de casa, uno el sábado y otro el domingo, ambos de tamaña exigencia e intensidad. Los entrenadores de fútbol se quejan cuando tienen que jugar dos partidos en cuatro días. Habría que verles en la tesitura de estas chicas.
Las Espartanas celebran un gol | Web oficial CERH
Pero, entre tanta controversia, tantos impedimentos y problemas, se ha formado un grupo humano increíble. Una pequeña gran familia, un grupo espartano liderado por su entrenador y Leónidas particular, el chileno Erick Naser Un equipo que se ha acostumbrado a tener que hacer siempre la guerra por su cuenta y a trabajar sin descanso para superar cualquier obstáculos. Un grupo que se motiva en cada viaje insertando en el DVD, como no podía ser de otra manera, la película de ‘300’, que les arenga y alienta en su camino hacia esa superación constante que les ha llevado a convertirse en campeonas de Europa. Un grupo muy joven, principalmente cimentado en la cantera, en el trabajo de base, ante la tremenda imposibilidad de reclutar jugadoras a golpe de talonario. Y es que de las once jugadoras del equipo, solo tres son de fuera, curiosamente todas de Igualada: María del Moral y las hermanas Teresa (una de las mejores porteras del país) y Raquel Bernadas, internacionales absolutas con España. La última ganó la Eurocopa con la selección el pasado diciembre en Mieres. Quizá uno de los aspectos más sorprendentes del bloque alcorconero sea que solo dos jugadoras superan los veinte años. La propia María del Moral, la más veterana del núcleo, que tiene veintinueve, y Marina Rodríguez, la capitana y alma máter del equipo, que pese a llevar nueve años en el primer equipo, aún no ha cumplido los veintitrés. El resto tienen todas entre quince y diecinueve años, que se dice pronto. Muchas han debutado en la OK Liga siendo todavía unas crías. Su pan de cada día es enfrentarse a jugadoras que les superan en edad con creces, y en muchas ocasiones hasta les doblan. Y así hasta conseguir ganar la Copa de Europa. Todas ellas están estudiando o trabajando, o haciendo ambas cosas a la vez. Porque, aunque para ellas el hockey es un estilo de vida, saben que de él es muy complicado vivir. Y más aún viendo el escaso tratamiento que se le da en Madrid. Imagínense que un equipo de fútbol de élite, en el que sus jugadores tienen que pagar para poder seguir jugando, gana la Champions. Lo que han logrado estas chicas tiene un mérito increíble.
En el Patín Alcorcón todos reman en la misma dirección. Las jugadoras prefieren quedarse allí pagando sus cuotas que marcharse a jugar a otro sitio, donde podrían percibir una buena cantidad de dinero o donde al menos no tendrían que desembolsar nada, pero a buen seguro no serían tan felices como lo son en la localidad del sur de Madrid. Por algo será. Esta semana, muchos son los que se han subido al carro para felicitar a las chicas por su gran éxito, y las organizaciones de actos y recepciones no se han hecho esperar. Entre ellos, el Ayuntamiento de Alcorcón, que tras las incesantes plegarias de su equipo local, que a punto estuvo de quedarse sin viajar a Coutras ante la falta de recursos y la negativa a que las jugadoras tuviesen que costearse el viaje, únicamente le sufragó el trayecto en autocar, o la Comunidad de Madrid, que este año no concedió al club la subvención que otorga a los equipos de élite, argumentando su decisión en que el hockey patines no es un deporte olímpico. Sin duda alguna, estas recepciones pueden ser un gran paso hacia el cambio, para que Alcorcón y Madrid por fin tomen nota de que tienen a un equipo compitiendo desde el ostracismo en la máxima categoría de España y que acaba de convertirse en el mejor equipo de Europa. Y la mejor manera de mostrar su apoyo al conjunto alcorconero sería ayudándole a sufragar los costes de esta Final Four, que ascienden a más de 6000 euros, de los cuales quedan por cubrir todavía 3800, más los 3000 del viaje a Alemania que salieron del bolsillo de las chicas.
En cualquier caso, lo que han conseguido las chicas del Patín Alcorcón ya no se lo quita nadie. A falta de recursos, sin hacer ruido, y sin más apoyo del que pudiesen darse las unas a las otras, han logrado cumplir el mayor de los deseos de todo deportista, ganar la Copa de Europa, además de construir un envidiable vestuario que, formado por las porteras Teresa Bernadas y Marianna Vélez, Dolores Cancelas, Lucía Martínez, Raquel Bernadas, Marta Ventepan, María del Moral, Nerea Blanco, Zoé González y las hermanas Sonia y Marina Rodríguez, lideradas por Erick Naser y Nacho Ventepan, bajo la atenta mirada de Chiqui, ya se ha hecho un hueco en la historia. Una antigua leyenda griega cuenta que los Espartanos descendían del mismísimo Hércules. Desde luego, estas heroínas sobre ruedas son el mejor ejemplo de ello.
Madrid, 1992. Periodismo y Comunicación Audiovisual. Escribo en el Diario MARCA. También Deporte de Alcorcón y el periódico 'Al Toque'. Premier League y Southampton FC en Sphera Sports. La verdadera historia está en lo que no se ve.
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