Sábado. El Bayern se presenta en el Rhein-Neckar-Arena sin Robert Lewandowski y con la intención de mantener el liderato una semana más, olvidando los malos momentos de inicio de la campaña. El encuentro fue cómodo para los bávaros, puesto que marchaba con una amplia ventaja por 0-6. Sin embargo, esa no iba a ser la noticia del partido. Los ultras del Bayern, situados en una zona de la grada, encendieron la mecha. Era el día que ellos esperaban para hacerse notar. En la casa de Dietmar Hopp, uno de los hombres más ricos del mundo, los visitantes sacaron pancartas en las que insultaban al presidente del Hoffenheim.
Christian Dingert, árbitro del encuentro, detuvo el partido. La representación del líder, con Flick, Salihamidzic y Oliver Kahn al frente, además de la plantilla, se dirigieron al lado donde estaban sus ultras para pedir explicaciones. Después de estar un rato en vestuarios o alrededores, las dos plantillas salieron de nuevo al césped y se pasaron el balón. Aquello acabó siendo un paripé, un tortazo a esos que habían estropeado el espectáculo de una manera irrespetuosa. Hasta ahí, todo se vio. Pero no era la primera vez que en las gradas de la Bundesliga se veía algo parecido. Ni siquiera esa fue la última. Al turno siguiente, sin repercusión en el juego, se vio una protesta similar en el partido entre FC Köln y Schalke 04. Sí hubo parón el domingo en el partido entre Union Berlin y Wolfsburg. En el Stadion An der Alten Försterei, la afición local mostró su disconformidad con Dietmar Hopp, pero señalando a la propia Federación Alemana.
Eso sucedió en estos últimos días pero es algo que ya viene de lejos. Sucede con el Hoffenheim y también con el RB Leipzig. En la Bundesliga han convivido en los últimos años estos dos exponentes del fútbol moderno con la tradición pura y dura. Alemania, campeona del mundo en cuatro ocasiones, continental en tres. A nivel de clubes, con más de 20 títulos internacionales, entre Copas de Europa, Copas UEFA y demás. Un país que cuida y ha tenido muy presentes a sus aficionados. Entonces, ahí entiendo que te hagas la pregunta siguiente: ¿qué han hecho TSG Hoffenheim y RB Leipzig para ser los clubes más odiados del país? Toca ir por partes para entender cada caso por separado.
La transformación del TSG Hoffenheim
Fundado hace 121 años, había pasado toda su historia alejado de las categorías profesionales del fútbol germano. En los 90 no pasaba de Séptima División o se movía por esos niveles, hasta que consiguieron llegar a la Quinta División. Aquí entra uno de los protagonistas de la historia, Dietmar Hopp. El cofundador de la multinacional alemana SAP, que siendo joven había jugado en el club, decidió invertir en él e intentar llevarlo a competir entre los grandes. Así, poco a poco, invirtiendo en el club, sin gastos excesivos en lo deportivo, pero sí mejorando la estructura del equipo, se coló entre los grandes, consiguiendo el ascenso a la Bundesliga en 2008. Su crecimiento les ha llevado a participar en competiciones europeas.
Partiendo de esta historia, ¿por qué se critica a Hopp?¿A qué hace referencia eso de la Regla 50 + 1 de lo que tanto se habla? Dicha regla hace referencia al poder que los aficionados tienen en los clubes, que debe ser del 50% + 1. Digamos que así se evita la aparición de gente externa, como pasa en el Manchester City o el París Saint-Germain, por poner ejemplos claros. En este caso, la Bundesliga permitió en su día al millonario hacerse con el 96% de las acciones del club y, a día de hoy, Hopp lucha por acabar con esa Regla 50 + 1, que rompería con la tradición del fútbol germano y algo que han acordado gran parte de clubes de 1.Bundesliga y 2.Bundesliga.
RB Leipzig, el último en llegar
RasenBallsport nació en 2009. El tercer club de la factoría Red Bull quería entrar en el fútbol alemán y, por recomendación de Beckenbauer, la ciudad elegida había sido Leipzig. ¿Qué pretendía Mateschitz, la cabeza visible de la marca? Hacerse con el control de un club de esa ciudad y hacerle un lavado de imagen. Algo que ya había sucedido en Austria con el Casino Salzburg (antes Austria Salzburg); o en Estados Unidos con New York Metrostars. A la Federación no le convenció ninguno de los intentos de compra que pretendía Red Bull, por lo que decidieron crear un club desde cero y ponerlo a competir desde una categoría baja, la quinta.
Para que el Rasenballsport Leipzig pudiera empezar a competir debía haber una baja, un club que se apartara a un lado. Esto pasó con el SSV Markranstädt, que por problemas económicos dejó un hueco libre, que cogió el club de reciente creación de Leipzig. Ese mismo club fue refundado después y volvió a competir.
La historia del RB Leipzig ya pocos la desconocen. En un año estaba en Regionalliga; tardó tres temporadas en colarse en 3.Liga y uno más en llegar a Segunda División. Ahí falló el primer intento, pero no el siguiente. Fundado en 2009, se había metido en la máxima categoría del fútbol alemán en 2016. Red Bull, como Hopp hizo con el Hoffenheim, había invertido en la estructura del club, sin hacer gastos exagerados en fichajes, algo que, si hubiera querido, lo hubiera podido hacer. Pero esa no era la idea. El proyecto debía ser sólido y alargarse en el tiempo. Convertirse en un grande, pero desde las posibilidades económicas que otros no se pueden permitir.
Las otras excepciones al 50 + 1
A pesar de que Hoffenheim y RB Leipzig han acaparado la mayoría del odio en este sentido, no son los únicos a los que la DFL ha permitido ‘saltarse’ la Regla del 50 + 1. Antes que ellos, Leverkusen y Wolfsburg eran las dianas de dichas críticas. Estos dos clubes, al igual que el conjunto de la Red Bull, están vinculados a un grupo empresarial desde su nacimiento.
Los empleados de la farmacéutica Bayer fundaron el Leverkusen en 1904. La ciudad de Wolfsburgo nació en 1938 para acoger a empleados de la Volkswagen y, siete años después, nacía el VfL Wolfsburg. Aunque costó que fueran aceptados, la llegada de nuevos clubes dejó a estos en un segundo plano y les permitió asentarse entre los grandes.
¿Héroes o villanos?
Tanto ha calado el mensaje negativo que hasta se ha creado rivalidad entre ellos, el conocido como «Clásico de Plástico». Lo curioso es que, cuando el Rasenballsport Leipzig aterrizó en 1.Bundesliga, la afición de Sinsheim, de manera irónica, les recibió con pancartas que decían cosas como: «¡Devuelvan el trono!», «Al fútbol lo destruye solo el Hoffenheim y nadie más».
Para el resto de clubes alemanes, Hoffenheim y Leipzig no cuentan con aficionados, sino que los llaman clientes. Para ellos, no es lo mismo el amor a unos colores que puede tener un seguidor del Borussia Mönchengladbach, que alguien que sigue al equipo de la empresa del toro rojo. ¿Para ti qué son?
Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.
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