En la épica remontada de
la Roma al Barça, muchos se quedarán con la foto de Manolas celebrando el
tercero, pero para mí la foto que siempre guardaré en mi retina es la de dos
niños abrazados y llenos de felicidad por la gesta de su equipo. Me los imagino,
dentro de muchos años, ya ancianos, contándoles a otros jóvenes aficionados
romanos los recuerdos que vivieron esa noche.
Y es que esta semana la gesta histórica que se produjo en la capital italiana
llegó a Coruña en forma de esperanza. La Roma nos devolvió a la cabeza el día
que nosotros nos hicimos grandes para batir al Milan,
haciendo que esa semana se hablara del Dépor como un grande, como un club que
es y será siempre historia viva del fútbol.
Parece que esto se ha contagiado al equipo, que estando casi desahuciado, se ha
rehecho consiguiendo una victoria vital en Bilbao, devolviendo la esperanza a
un deportivismo que ahora rema junto, comandado por el mensaje de un Mauro
Silva, al que aparte de ponerle una calle, habría que ponerle una ciudad.
Esta semana será vital, recibir a un Sevilla con la mente en la final de Copa y
un Riazor que tiene que estar a reventar, y visitar a un Leganés que ya no se
juega nada. El Dépor tiene que conseguir esas dos victorias y rezar para que el
Levante no vuelva a ganar. La cosa es complicada, quizás algunos puedan pensar
que estamos locos por no rendirnos, pero habría que recordarles que hemos visto
a este equipo ganar una Liga, asaltar el Bernabéu en una final de Copa,
remontar un 4-1 al campeón de Europa, o reponerse a un 2-0 en el Camp Nou para
poder salvarnos. Sé que es difícil de entender, pero es que nosotros, hemos
visto cosas que no creeríais…
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