Los
aficionados del West Ham han decidido cortar por lo sano. El pasado 10 de
marzo, en su derrota 0-3 frente al Burnley, la gente optó por olvidar el famoso
“tenemos que hablar”. A la mierda los formalismos. Había que actuar. Tras el
gol de Ashley Barnes el caos inundó el Olímpico de Londres. Mark Noble, el
capitán, tuvo que sacar a un espontáneo a empujones creyendo que el triunfo
todavía podía llegar. Pero el guion ya estaba escrito. Tenía que salir todo
mal.
El
partido tuvo que pararse varias veces. Los hammers ya no pudieron centrarse en
su trabajo, con el propio Noble afirmando que el ambiente era “terrible”.
Posteriormente, las cámaras comenzaron a apuntar a los fans que ya no observaban
el choque, sino que simplemente miraban a los propietarios. En estos casos
imagino a los realizadores ingleses, esbozando una pequeña sonrisa, disfrutando
del espectáculo, al ser tan brillantes a la vez que traviesos. El show acababa
de comenzar.
Los
seguidores de los londinenses están hartos de los propietarios. Pero el negocio
es el negocio. Hay miles de historias sobre presidentes que maltratan a “sus
clubes” como juguetes. Y seguirá pasando. En este caso, David Gold y David
Sullivan son los protagonistas de la película. El último hizo su fortuna
gracias al mundo del porno. De hecho estuvo en la cárcel al ser tremendamente
perseguido en la época de Margaret Thatcher.
Sin
embargo, cuando todo va bien, el pasado no importa. La gente olvida. Y en el
fútbol más. Al final, todo depende de si la pelota entra o no. Los de David
Moyes cuajaron una fantástica primera parte frente al Burnley, marrando un
sinfín de ocasiones. Entonces, con el paso de los minutos, los nervios
comenzaron a comparecer en el estadio del West Ham. Cuando Barnes la puso en la
escuadra, David Sullivan volvía a ser aquel empresario pudiente que se ganó la
vida en un sector que sigue siendo tabú en muchos emplazamientos de nuestra
sociedad. O el que cedió a Snodgrass al Aston Villa porque su hijo no le quería
en la escuadra de la capital.
Pero
todo esto, aunque parezca mentira, sigue siendo insignificante. El West Ham continúa
tonteando con el descenso y todo lo que envuelve al club es perjudicial. Aun
así, una genialidad de Arnautovic o de Lanzini puede obviarlo todo. A veces, el
fútbol es mucho más simple de lo que pensamos.
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