El periodista, en principio, debería tener al lenguaje como amigo y fiel compañero de viaje; como herramienta principal de un trabajo que a veces es áspero y rudo. Aunque, desgraciadamente, todavía leamos en algunos lugares, por ejemplo, que hay un equipo que “ha sufrido un giro de 360 grados” y que ha mejorado. Menudo mareo inútil para quedarse en el mismo lugar. El West Ham de Tomáš Souček ha tenido uno de 180 con la llegada del futbolista checo.
El centrocampista es el camaleón de una Premier League absurda que demuestra muchas incongruencias que se acentúan por la falta de público. Todo esto no viene por la posición de los hammers, que ahora mismo sueñan con entrar en la Champions League, sino por la ciclotimia en la que se han instalado la gran mayoría de conjuntos ingleses. Los que suelen ganar en casa vencen fuera y pierden en su feudo. Así está la gran mayoría de cuadros que pelean por un puesto europeo: en una distopía de Black Mirror. Los londinenses se han colado ahí sin estar invitados. Que ahora alguien se atreva a bajar a la escuadra de un David Moyes herido por los tumbos de una carrera que prometía.
Sus esquemas han ido mutando poco. Entiéndanme: poner a un central más o menos, que es lo que ha estado cuajando el escocés, no supone un gran cambio. Mi última columna sobre ellos lo dice todo: “Nueva idea, mismo espíritu”. En aquel artículo ya lustré las botas a los dos ejes de un conjunto que ahora sueña. Declan Rice y Souček son los grandes culpables de un curso que ya es brillante para los de la capital y que muestra que si en la sala de máquinas hay dos ingenieros de nivel el fútbol es mucho más sencillo. Incluso aunque la pelota no sea tu instrumento favorito.
El inglés es el que limpia el camino para que el checo agarre su billete de ida y vuelta en los estadios de la Premier League. A eso, imagino, le llaman box to box. El ex del Slavia de Praga genera superioridades con su simple presencia ya que provoca que siempre deba haber una doble vigilancia. Además, que no gane ese duelo no es un gran contratiempo: ya estará Rice, Michael Antonio o el que sea para ganar esa segunda jugada y olvidarse de salidas lavolpianas desde la portería. Encima, su don de la oportunidad dentro del área le dejará, casi con total seguridad, por encima de los diez goles cuando este curso heterodoxo termine. Con estos números parece que Souček haya salido del mismo Glasgow del que nació su técnico. Desde luego, nacieron para juntarse y hablar el mismo idioma. Normal que le vaya tan bien a ambos.
Imagen de cabecera: Oli Scarff – Pool/Getty Images