Ha sonado chofffff. Así, tal cual, con cinco efes. Como los cinco goles recibidos en Ipurua. Ha sonado chofffff. Contra el suelo. Es la ilusión de los primeros meses de un romance increíble y su onomatopéyico chasquido de ruptura al toparse con una nueva realidad. Ha sonado chofffff después de sonar chof -aunque con menos efes- con el triple ganador que se tiró la secretaría técnica el pasado verano con la contratación de una idea de juego, más que de un entrenador, que sigue siendo y debe seguir siendo innegociable y la vía para encontrar al Betis de los deseos, pese a su empeño reciente de jugar a la ruleta rusa con el fantasma de las goleadas pasadas.
En un club tan acostumbrado a la desdicha, desprenderse por completo de esa pringue de mediocridad y chasco continuado es una tarea tan ardua como agotadora, que requiere de una gigantesca paciencia por parte de la lógica impaciencia de quien ha visto ruinas derrumbarse sobre ruinas y con cuyas piedras había comenzado a soñar -y todavía sueña- con construir una casita limpia y bonita, con terreno de sobra para poder ir ampliando sus márgenes, limando sus pliegues y aumentando sus plantas, pero que ha vuelto a generar miradas de reojo por la memoria del temor.
No era tan cuesta abajo el camino, como en un momento llegó a parecer, de transitar de hacer internacionales a los futbolistas de los demás equipos a hacerlo con los propios y el Betis está reviviendo esa misma estomagante y silenciosa sensación reciente en las últimas jornadas. Guaita volvió a ser el portero que llegó a sonar para el Barça contra el Betis, Juncá y Charles parecieron Giggs y van Nistelrooy contra el Betis, Leo Baptistao llegó incluso a hacer cuestionar los pitos dedicados durante su infausta etapa como bético al enfrentarse -claro- al propio Betis, a Guedes casi le dan el Balón de Oro el día de su visita al campo del Betis y dos descartes como Portillo y Molinero llegaron a evocar, en el día internacional del exverdiblanco, al Inter noventero que dejaba irse casi gratis y sin miramientos a tipos como Pirlo y Roberto Carlos.
Más allá del indispensable reajuste del juego -el Betis pese a su alegría ofensiva intrínseca no puede justificar ser el equipo más goleado solo por detrás de la deambulante UD Las Palmas de Ayestarán-, el club verdiblanco también lucha día a día contra sus recuerdos más recientes, tan plagados de infortunios. Si Sergio León viene de marcar el curso pasado un doblete en Ipurua y sale de titular, falla dos ocasiones clarísimas. Si por el contrario, es Tonny Sanabria quien sale de nueve en detrimento del cordobés para aprovechar mejor los centros laterales, el equipo no logra triangular por banda a la altura suficiente ni una sola vez y echa de menos los desmarques más largos de Sergio. Esa es la historia. Si una decisión arbitral es rigurosa, de igual modo que en la parte táctica, la moneda siempre caerá negándole la cara al Betis. Por pura memoria. Por esa maldita pringue que requiere de rasqueta y tiempo además de fútbol.
Valencia, Espanyol, Getafe, Eibar, incluso un limitado Alavés en bastantes tramos del partido… Varias pruebas de fuego fallidas. Varias ocasiones de medirse contra el contraestilo más arquetípico al propio saldadas con demasiados aguijonazos recibidos. Una presión agobiante y un eficiente juego directo por parte del rival están bastando para tirar abajo el castillo de naipes que el Betis parece querer construir en cada jugada. La fase beta del Betis de Setién ha entrado en un cisma que debe ser analizado primero y resuelto luego.
Los desdobles de Barragán y Durmisi y el centro lateral como modus vivendi, el pase filtrado de Guardado, las recepciones abiertas y los movimientos monolineales carentes de maldad del extremo puro de turno, la condición de Mandi como primer iniciador seguro y paso obligatorio… El juego de posición bético ha dejado de sorprender a nadie y la adaptación al mismo está siendo excesivamente sencilla con sus parámetros actuales, faltos de la incendiaria chispa inicial. Ha sonado chofffff. Un manotazo a mano abierta con sus cinco goles bien marcados en la cara. Toca levantarse. Rellenar el bache para retomar la misma senda. Convencidos. Serenos, pero de nuevo briosos. Rehechos, no deshechos. El reloj de posesión vuelve a comenzar. Y hay que saber jugarla. Saber volver a jugarla.
Fotografías | realbetisbalompie.es
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