El tiempo avanza inexorable ante nuestros ojos. Para los tristes y melancólicos, cada hora es una eternidad y afrontar el día se presenta como una montaña que hay que escalar. Otros, sumergidos en alguna aventura interesante, maldicen al cielo por no ampliar la jornada más allá de 24 horas. El tiempo vuela. Sea como fuere, la medida temporal es la misma para todos y quiero pensar que todo acaba en su sitio porque el tiempo es un juez insobornable.
El fútbol, con el paso del tiempo, ha ido evolucionando muy lentamente. A principios de los 90’ se prohibió que el portero recogiera el balón con las manos si se lo cedía un compañero en aras de un juego más ágil. Se introdujo la tecnología con la esperanza de ayudar a los árbitros a hacer más justicia hace apenas un lustro. Estos han sido los cambios más significativos en los últimos 30 años, más allá de algunos matices reglamentarios con respecto a las manos y las amonestaciones/expulsiones cuando el defensor está en disputa de la pelota.
Sin embargo, el lenguaje sí que ha avanzado a gran velocidad en los últimos tiempos. Algunas expresiones que se usaban antaño han quedado obsoletas para dejar paso a nuevos conceptos, muchos de ellos casi idénticos, que enriquecen la comunicación futbolística. Antes solíamos decir que para hacer el campo ancho, había que abrirse a la banda. Ahora nos referimos a ese concepto en términos como ‘dar amplitud al juego’. Se ha sustituido ‘salir a morder al rival arriba’ por ‘ejercer una presión adelantada’. Ya no hablamos de ‘contraataques’ sino de ‘transiciones ofensivas y defensivas’. La fórmula del ‘juego directo y segunda jugada’ ha enterrado al clásico ‘balón arriba y recogemos el rechace’. Los espacios entre futbolistas ahora son ‘intervalos’ y ya no se va a presionar, sino que el jugador ‘salta a la presión’. Las carreras a la espalda de la defensa se han convertido en ‘desmarques de ruptura’ y ahora se llama ‘desmarque de apoyo’ cuando un atacante viene a jugar de cara.
Algunos de estos conceptos añaden algún matiz nuevo, pero en su esencia vienen a significar la misma idea. El lenguaje futbolístico evoluciona más rápido que el propio juego. Muchos adeptos a esos nuevos conceptos defienden este nuevo lenguaje a capa y escapada. Los más escépticos lo ven como puro humo que intenta adornar conceptos de toda la vida con palabras de confeti y guirnaldas. Esa es la riqueza del balompié: cada uno tiene su plan de partido para afrontar los debates en el fútbol moderno.
Imagen de cabecera: Fox Photos/Getty Images