«A la tercera va la vencida», dicen. “A la de tres”, oyes decir a los chiquillos. El pistoletazo es al tercer segundo. El tres es muchas veces la cuenta regresiva, sin embargo a Pep Guardiola parece que ni el tres es su número en el Bayern München. Es la tercera vez consecutiva que el club Rekordmeister llega a la Supercopa de Alemania y es la tercera vez consecutiva que la pierde, y es la tercera que se le escapa al técnico de Santpedor.
Se resiste la Supercopa, que irónicamente contiene una de las palabras más dichas por el entrenador ganador de dos Champions con el Barcelona como entrenador. La “super”-Supercopa es un trofeo que si bien su valor no es mucho, ya que se celebra incluso antes de iniciar la temporada, enfrenta al campeón de la Copa alemana y el campeón de Bundesliga. De tres, dos partidas se las ganó Klopp en el siempre ruidoso Signal Iduna Park y la última se la levantó a minutos del final el Wolfsburg de Dieter Hecking con un sorprendente “Lord” Bendtner que fue el héroe completo de la noche en el Volkswagen Arena.
Es cierto que Guardiola utiliza el primer partido oficial de la temporada para experimentar y llevar a cabo ideas que pueden cuajar en el transcurso del año. Este pasado fin de semana le tocó a Lahm y a Alaba volver a jugar como laterales y llevó a los interiores a marcar más los laterales en vez de poblar el centro del campo como es costumbre en el juego del catalán. Esto último era una manera de intentar neutralizar la manera de jugar de los lobos que aprovechan la superioridad en banda al sumar a De Bruyne a una de ellas. Pero el centro del campo estaba verde, muy poco centrado y los laterales poco a poco se transformaron en un correcalles. Hecking le volvió a igualar (que no ganar) la partida táctica a Guardiola. La falta de efectividad del Bayern pasó factura y los huecos en una defensa en la que Benatia dejó mucho que desear acabó por costarles el empate que llevó a los penaltis.
Sin embargo no es sólo el de Santpedor el único que parece maldito con la Super-Supercopa alemana. El siguiente en la lista negra del trofeo es el campeón del mundo Mario Götze. Es un trofeo que se le escapa al alemán. Cinco veces la ha disputado, las cinco las ha perdido, dos con le Dortmund y las otras tres con el Bayern. El jugador parece que se resiste a brillar y la Supercopa es sólo para los “super”.
Pareciera que el Bayern está destinado a no ganar la Supercopa cuando los astros se alinean, y si bien tenemos dos, podemos tener hasta una tercera causa que podría explicar: en las últimas cuatro “finales” que ha disputado el Bayern -Supercopa alemana contra el Wolfsburg, semifinales de Copa alemana dónde cayó contra el Dortmund y de Champions League contra el Barcelona y hace justamente un año de nuevo la Supercopa contra el Borussia Dortmund- Thomas Müller, el jugador más representativo de lo que es el Bayern München, salió antes de cumplir el tiempo reglamentario, sustituido. Uno de los apoyos emocionales del vestuario -más ahora si cabe tras la salida de Schweinsteiger- parece ser amuleto imprescindible para poder ganar una de todas esas “finales” a las que se enfrenta el club de la ciudad muniquesa.
Ni una, ni dos, tres pueden ser las maldiciones del Bayern con el trofeo que abre la temporada en el país germano. Quizás a la cuarta para Pep, o la sexta vez que Mario Götze se enfrente a ella, o quizás simplemente baste con mantener a Thomas Müller en el terreno de juego. Quién sabe. Hay gente que dice que las maldiciones no existen.