Quizás, mucha gente no comprenda el sentido de estas líneas, o más bien crean que, en cierto modo, estoy un poco “chiflado”. Sin embargo, sé de muy buena tinta que muchas otras compartirán mi pensamiento, suscribiendo fielmente el mensaje que aquí trato de defender.
Sí, es cierto que tienes un lado oscuro. Una cara poco amistosa, alimentada por unos pocos que se dejan guiar por intereses ajenos, y que empaña en gran medida la verdad de tu esencia. No obstante, nadie es perfecto, y tú no ibas a ser menos. Por ello quiero alejarme de tal vil circunstancia, haciendo hincapié en esa parte de ti que te ha llevado a estar presente en todos y cada uno de los rincones.
Te llaman el ‘Deporte Rey’, apodo que resume a la perfección el porqué de tu grandeza. Con algo tan sencillo como el mero hecho de dar patadas a un pedazo de cuero esférico, has logrado hazañas que en un principio eran impensables. Tú, y solo tú, conviertes las diferencias en similitudes. Ayudas, por momentos, ha olvidar los problemas que azotan lo cotidiano del día a día. Posees una magia especial que sabe jugar mejor que nadie con los sentimientos provocando un sinfín de vaivenes emocionales, los cuales tienen lugar en tan solo noventa minutos. Nos has hecho entender lo bonito de la victoria y lo duro de la derrota, o viceversa…
Decidiste manifestarte sobre un rectángulo plagado de verde césped donde las gentes, indistintamente de su procedencia, creencias, etc., se aúnan para presenciar lo que allí ocurre, pues hay ocasiones en las que acontecen hechos inexplicables que escapan a la razón y toda lógica posibles.
En definitiva, todas estaos argumentos, y algunos más que a buen seguro he dejado en el tintero, me han empujado imperiosamente a dedicarte (como he hecho tantas y tantas veces de un modo u otro) parte de mi tiempo. Unos minutos en forma de párrafos cuyo único y claro objetivo puede resumirse en una palabra: “Gracias”. Los que te entienden saben a lo que me refiero, fútbol.