El fútbol adquiere la relevancia que uno desee. Su máximo esplendor llegará a base de detalles que el aficionado, fiel o espontaneo, adquiriendo. Unos se conformarán con los partidos del equipo de su barrio, otros incluso afirmarán querer al equipo de su pueblo, y luego evidentemente otros animarán de todo corazón a los equipos mediáticos, de la élite.
La grandeza del deporte rey no se entiende sin valorarlo como un conjunto. Un grupo de argumentos, con sus causas, con sus consecuencias, que irán adquiriendo mayor o menos peso según la persona, según los intereses, y según evidentemente en las aspiraciones.
Habrá gente que le vaya la vida en ello, que llore, que grite, que no pare quieta durante un partido. Otros, sin duda, se limitarán a aplaudir en su asiento, a sonreír, a alegrarse, sin exteriorizar su alegría más allá de un comentario con el de al lado.
Inglaterra tiende a las intrahistorias, como en cada liga, como en cada país. Recientemente, allí se ha producido una de esas contrataciones que a muchos les hace sonreír. Tony Pulis se convertía en técnico del West Bromwich Albion. En The Hawthorns tienen nuevo entrenador, tienen nuevo ídolo para su papel desde la banda, pero la figura de Pulis va más allá de un cargo.
Como si de una relación sentimental se tratara. Tony Pulis, su gorra y su chándal. Nuevamente, ahora en el Black Country (zona que une popularmente West Bromwich, Birmingham y Wolverhampton), el carismático entrenador galés afronta una etapa en un banquillo de la Premier League, donde ya se le ha podido ver en clubes como Stoke City o Crystal Palace, entre otros.
Un entrenador que supera popular y socialmente lo deportivo. Sin exagerar, existe una corriente de aficionados que siguen de cerca al entrenador bajo el romántico término del «pulismo«. Un técnico diferente, que mantiene la esencia del entrenador añejo, que viste de chándal, con deportivas, junto a su inseparable gorra, lejos de los trajes, de lo estéticamente protocolario.
Su última temporada en Londres, dirigiendo al Crystal Palace, supuso un éxito a su trabajo, ya que cogió a unos Eagles con serios problemas de descenso para dejarlos finalmente en mitad de la tabla, y sumando muchos de los puntos en juego. Incluso aquel equipo se convertía en protagonista secundario en la definición del título, cuando logró empatar en Selhurst Park un 0-3 en contra frente al Liverpool, para colocar el 3-3 y tirar por tierra las opciones Reds de ser Campeones.
Ahora su cabeza y sus esfuerzos deben dedicarse en The Hawthorns, en un West Bromwich Albion que se encontraba coqueteando con el siempre peligroso descenso. Una tarea sencilla, pero que ya empieza a dar sus frutos en materia de resultados, que es para lo que se le ha contratado. Pulis dirigió durante cerca de 7 años al Stoke City, convirtiendo al Britannia Stadium en un estadio donde sacar algo positivo siempre era difícil. Sus métodos no eran los más poéticos, ni salían en las grandes carteleras, pero eran efectivas y servían para cumplir retos y objetivos menores marcados.
Tony Pulis firmó por el West Bromwich Albion el pasado 1 de Enero. Año Nuevo le traía un puesto de trabajo. Debutaría en FA Cup frente al Gateshead en un partido en el que los Baggies eran favoritos, y golearon rotundamente 7-0. Pero la mejoría podría seguir estudiándose y valorándose tras el 1-0 a favor en su debut liguero contra el Hull. Dos encuentros dirigidos, dos victorias.
El reto sólo ha comenzado. La etapa del entrenador galés en The Hawthorns empieza a escribir sus primeras páginas, de momento positivas, pero la pelea por evitar el descenso va a ser la gran piedra a esquivar por Pulis. Un técnico que vuelve al primer plano, que vuelve a escena, y que el pulismo, tanto en el Reino Unido como más allá de las fronteras institucionales británicas, ya celebra.
Su gorra, su chándal, vuelven a ser protagonistas en la banda.