Este pasado lunes vivimos una noche para la historia, una noche cargada de emociones que paralizó España durante momentos. Muchos podréis pensar que hablo del momentazo televisivo que nos brindaron Alfred y Amaia, Almaia para los amigos, cantando la ya icónica «City Of Stars» en Operación Triunfo, pero no, me refiero a la histórica eliminación de Italia del Mundial 2018. Aunque Italia nos ha dado muchos disgustos a lo largo de los años, todos teníamos ayer el corazón «azzurro» porque un Mundial sin Italia es un drama para cualquier aficionado al fútbol. A pesar de la incompetencia de su seleccionador, Italia lo intentó de todas las formas posibles, pero no consiguió marcar ese ansiado gol que se quedó tan cerca de hacernos felices, como ese beso de Alfred y Amaia que nunca llegó para nuestro detrimento.
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Italia sufría así una de las mayores catástrofes de su historia futbolística, pero ante toda esta adversidad su estrella, su capitán y su gran leyenda brilló más que nunca. Gianlugi Buffon dio uno de los mayores recitales de su carrera pero sin hacer ningún parada memorable, solo a base de gestos que demuestran que la grandeza de un futbolista se demuestra en muchas más facetas que los méritos deportivos. Mientras los italianos pitaban el himno sueco, Buffon daba una lección con esas manos que tanto han brillado debajo de los palos, aplaudiendo el himno del rival.
Al terminar y con la tragedia consumada Gianlugi rompió a llorar delante de las cámaras. El meta pronunciaba unas palabras cargadas de dolor, donde un hombre veterano y curtido en mil batallas lloraba como un niño ante la impotencia de haber defraudado a los suyos, y nosotros no podíamos no emocionarnos viendo ese momento. El mundo del fútbol en las redes sociales arropaba a Buffon, donde anónimos o fútbolistas de élite se solidarizaban con un hombre al que solo queda decir citando la última frase de esa «City Of Stars» que ayer dio tanto que hablar, «Gianlugi Buffon, nunca brillaste tan intensamente».
1990/ Estudiante de periodismo/ Santiago-Sevilla/ “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión.” (El secreto de sus ojos)
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