Hoy es el delantero de moda. Sus números llaman la atención dentro y fuera de España y no hay mayor candidato para el ‘9’ de la Roja en la Eurocopa que él. Hoy, cuando suena para fichar por el Atlético, cuando figura en el podio de máximos goleadores de la Liga y cuando le caen elogios a tutiplén, conviene reivindicar la figura de Gerard Moreno. Pero no por su rendimiento actual, en boca de todos. Más bien porque ese reconocimiento llega tarde. Quizá demasiado.
Sí, es cierto que Gerard ya era considerado un futbolista de categoría en el Espanyol. Allí se convirtió en apenas dos temporadas en un baluarte, un jugador franquicia, en muchas ocasiones la diferencia entre ganar o perder. En Cornellá nunca le infravaloraron, pero sí en Villarreal. El club amarillo le dejó escapar por apenas un millón y medio de euros. Por entonces era el cuarto delantero de la plantilla, jugando de forma intermitente con Marcelino, el técnico que le promocionó desde el filial en Segunda División. En su primera temporada asentado en el primer equipo, tras volver de su provechosa cesión en el Mallorca, Gerard anotó 16 goles jugando 300 minutos menos que el máximo anotador del equipo, Luciano Vietto (20).
Se esperaba un papel más protagonista en la temporada siguiente, pero las llegadas de Bakambú y Leo Baptistao le cerraron la puerta. Pese a su notable rendimiento, Moreno se quedó sin jugar en 11 de las 19 jornadas de la primera vuelta. Aunque fue decisivo en la mejor actuación del Villarreal en su historia en Copa del Rey hasta cuartos, se quedó sin jugar un solo minuto en las semifinales ante el Barça y fue suplente en los dos partidos de octavos de Europa League ante el Sevilla. En ambos cruces el Submarino acabó eliminado.
Su salida al Espanyol era inevitable, por la falta de minutos y por el componente emocional (Gerard se había formado en la cantera perica, fue recogepelotas en Montjuic y su mayor ídolo es Raúl Tamudo). Lo que no se entendió fue el coste de la operación: 1.5 millones de euros. El Villarreal perdía un delantero de primer nivel por una cantidad irrisoria y Gerard se marchaba a un equipo con un proyecto naciente pero todavía lejos de competir en Europa.
Por fortuna, el Submarino se reservó el 50% de los derechos del jugador, y en cuanto se dio cuenta del error, trató de subsanarlo. Le costó tiempo y dinero: lo intentó en hasta cuatro ventanas de fichajes distintas y Gerard solo cedió al final, cuando el proyecto del Espanyol se derrumbaba sin Quique Sánchez Flores y el club se prestaba a vender para sanear las cuentas. Entonces el Villarreal sí apostó fuerte, convirtiéndole en el segundo fichaje más caro de su historia (y lo vendió casi gratis) y dándole galones en ataque y en el vestuario. Más vale tarde que nunca, pero resulta cuanto menos curioso que un club famoso por su buen hacer en la dirección deportiva no tuviera suficiente ojo con un futbolista que hoy es su mayor valor y que apunta a superar a goleadores tan históricos como Diego Forlán o Giuseppe Rossi.
También resulta extraño que, pese a su enorme rendimiento desde hace años, apenas haya disputado una decena de partidos con la Selección. Estuvo buen tiempo en la agenda de Julen Lopetegui, pero nunca le convocó. Tampoco Luis Enrique hasta dejar momentáneamente el cargo por la enfermedad de su hija. Fue Robert Moreno quien le llamó por primera vez, el mismo que ya le había echado el guante cuando todavía jugaba en el Badalona (confesó en MARCA que le marcó un hat-trick a su equipo, el Juvenil de la Damm). Desde entonces solo dos lesiones musculares le privaron de tener mayor participación, pero sus números con la Roja son maravillosos: 10 partidos, 5 goles y 4 asistencias. Ante Kosovo entró al campo para disputar sus únicos 21 minutos en todo el parón internacional… y marcó el gol que sentenciaba el encuentro y tres puntos clave rumbo al Mundial de Catar.
No son solo los goles (25, mejor registro de su carrera). Desde que brillara en el Espanyol, Gerard Moreno ha demostrado que es el delantero total, capaz de echarse el equipo a la espalda, de encontrar huecos imposibles, de aunar calidad técnica y variedad en el remate. Siempre encuentra soluciones cuando está cerca del área. No es el puro rematador que espera su oportunidad. Le gusta estar en constante movimiento y en contacto con el esférico. A veces (recuerda un poco a Benzema) es absolutamente indetectable para los defensas.
Un jugador con tanto protagonismo en el ataque de un equipo se convierte en un arma de doble filo, y es que el Villarreal depende demasiado de que Gerard se encuentre en el campo. Se ha perdido cinco partidos en Liga y el equipo de Unai Emery solo pudo ganar uno (y se quedó sin ver puerta en dos de ellos). El gran cambio que experimenta el Villarreal sin su presencia quedó constatado frente al Elche, el día de su regreso: marcó un doblete, tuvo que marcharse en el 50’ por unas molestias… y los ilicitanos acabaron empatando el choque. Tampoco jugó un minuto en la eliminatoria de cuartos de Copa ante el Levante… y los amarillos fueron eliminados en el último suspiro. Si nos remontamos al Espanyol, los pericos pasaron de luchar por Europa con Gerard a descender a Segunda en dos temporadas sin él.
Gerard Moreno cumplirá 29 años este miércoles y lo hará en el mejor momento de su carrera, con un estatus que le coloca con todas las quinielas para ser titular en la Eurocopa y en la parrilla de salida para fichar por un club grande (el Atlético es ahora su principal pretendiente). Hace tiempo que tiene nivel para jugar en un equipo puntero, y sin embargo ha transitado a lo largo de su carrera por clubes donde lograr títulos se antoja una quimera. ¿Por qué ha sido tantos años ninguneado por los mejores equipos de Europa? O en nuestro propio país, que tenemos la mala manía de no apreciar lo nuestro y acudir siempre al extranjero. Al nivel que nos tiene acostumbrados, Moreno sería titular en el Real Madrid (un equipo sin gol) o el Barça (un equipo sin ‘9’ desde la marcha de Suárez). En un pasado no muy lejano su cláusula era asumible y su fichaje un regalo. Hoy cuesta 100 millones de euros. ¿Lo mejor? Que si le respetan las lesiones y mantiene el físico, a Gerard le quedan por delante los mejores años de su carrera. Que el Villarreal y al Roja se aprovechen de ello.
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Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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