Tuve la oportunidad de verle en la última edición del Sport Business Symposium. Encabezaba un programa de ponencias. Dejó boquiabiertos a los asistentes del INEFC de Barcelona, llenando sus oídos con palabras que transmitían un mensaje de esperanza para todos los obstáculos de la vida. Una visión que transforma el impedimento en algo posible.
Pude llenarme con su discurso. Lo acompañaba con su gesto risueño y su aterciopelado tono de voz. Pude palpar su grandiosa alegría y sus infinitas ganas por seguir cosechando éxitos.
Recuerdo los dibujos que se trazaban en su Draw My Life. Cómo relataba el accidente que le causó una lesión medular en un viaje familiar hacia Segovia. Tres vueltas de campana y una errónea recogida de su cuerpo.
La vida de Gema se convirtió en un camino de retos. Se sentía enjaulada, privada de una libertad.
Por ello, un día decidió salir de casa a escondidas para comprar el pan, y tras el regreso a casa, le entonó a su padre: “Igual que hoy he ido a por el pan, mañana voy a ganármelo”.
Conseguir llegar a una panadería fue un trayecto que marcó el recorrido de su largo camino. El eje que le dio el aviso. Su vitalidad podía acompañarle hacia el viaje de su vida, el que ella quisiera lograr.
Gema es deportista de élite. Ha participado en cinco Juegos Paralímpicos consecutivos. Fue la medallista pionera del esgrima paralímpico en nuestro país. Tomó la espada y el florete para proyectar su lucha y convertirla en esfuerzo, valentía y superación.
No ha tenido suficiente con el reconocimiento deportivo con cada touché conseguido, ni con sus cuatro medallas y doce títulos olímpicos. No ha tenido bastante siendo Campeona de España en varias ocasiones, ni con los podios obtenidos en Europeos y Mundiales. Sencillamente, sus desafíos no finalizaron en la pista.
Es también licenciada en Ciencias de la Información, y ha ejercido una serie de profesiones relacionadas con varios sectores que engloba el arte.
Gema Hassen-Bey | Getty
Su gran reto va más allá, el de convertir una sociedad a la que llaman ‘para todos’ a que lo sea realmente. A que las barreras sean menores y la dificultad para moverse en silla por la ciudad deje de ser una limitación.
Todos aquellos valores que ya nacieron en ella, y afloraron a través del deporte, le han llevado a crear diversos proyectos solidarios.
Así, Gema visualiza el Kilimanjaro, el techo africano ubicado en Tanzania. Un paraíso de 5.895 metros de altura, que reúne tres cimas y diferentes ecosistemas.
Bautizado como El Reto Cumbre Bey, es la meta más dura para Gema. Ser la primera mujer en silla de ruedas en culminar la cima africana. Para subirla necesita una handbike, una silla que Gema pretende que sea comercializada. Así como el desarrollo de diversas tecnologías. Un deseo en el que, para ella, el único éxito no es solamente lograr el ascenso, sino reunir en él a empresas, instituciones y personas con quienes obtener avances y progresos para gente con movilidad reducida.
Para ello cuenta con un crowfounding, en el que todo tipo de ayuda es una escucha desde una sentida gratitud.
Gema es un mensaje para el mundo. El mérito de una niña que quería seguir moviéndose y no cesar sus aspiraciones. Es un ejemplo de superación para reflejar en nuestras vidas. Nos ha regalado un bagaje que contiene la receta de la felicidad y la perseverancia de invertir el tiempo en aquello que te apasione. El despertador de un sueño interminable que te mantenía dormido. El reclamo de tu autoconfianza bajo el eslogan “Si te mueves tú, el mundo se mueve contigo”.
Un ángel que quiere subir al Kilimanjaro, y que tiene alas suficientes para enfrentarse a las adversidades y lograrlo. Un espíritu que merece el aliento que le acompañe hasta las alturas, donde el aire fresco frote sus mejillas y el sonido de la calma dibuje su eterna sonrisa.
Imagen cabecera: @GemaHassenBey