Lo ha vuelto a hacer. Ante la falta de recursos en una plantilla limitada, Pablo Machín lo ha vuelto a hacer. Casi sin darnos cuenta, casi sin tocar nada, explicado con un discurso sencillo. El entrenador del Sevilla Fútbol Club ha vuelto a realizar un movimiento magistral –como si de Magnus Carlsen se tratase-.
Dentro de la regular temporada, el Sevilla Fútbol Club evidencia cierta inestabilidad cuando la segunda línea entra en acción. Pablo Machín encontró un equipo titular –jugando con Banega-Mudo-Sarabia y con dos delanteros- pero cuando ha tenido que tirar de banquillo el equipo se ha resentido. Muriel, Nolito, Gnagnon o Aleix Vidal están lejos de parecerse a André Silva, Ben Yedder, Mercado o Jesús Navas. Las victorias se siguen sacando, pero cuesta más. Mucho más.
Si algo ha demostrado Pablo Machín es su capacidad para reinventar. A sus jugadores y a sí mismo. Quizás, lo más innegociable dentro de su propuesta es la línea de tres atrás. Lo único que aún no ha tocado. El soriano juega con 3 centrales y dos carrileros. A partir de ahí, ha variado su esquema según las adversidades. Y ante la necesidad, ha salido victorioso.
Imaginar a Quincy Promes como carrilero diestro ha sido tan osado como práctico, pero intercambiar las posiciones entre Banega y Roque Mesa ha sido un inteligente movimiento de ajedrez que ha reactivado al futbolista canario y ha añadido una nueva variable a la fórmula del centro del campo. Normalmente, con la entrada del ex futbolista del Swansea City, Banega desplazaba su posición de mediocentro defensivo a interior. Ante Krasnodar y Girona no fue así. El argentino ejercía de pivote mientras Mesa jugaba por delante. ¿Qué buscaba Pablo Machín con ello? En primer lugar, minimizar los errores en la salida de balón. Éver es más fiable que Roque a la hora de construir la jugada. En segundo lugar, con el canario unos metros más adelantado, la primera línea de presión del conjunto hispalense se ve reforzada y se muestra más efectiva. Las preocupantes bajas puntuales de Navas o Sarabia han sido solucionadas por un técnico capaz de transformar la adversidad en virtud.
El gran artífice de la magnífica temporada que está cuajando el Sevilla Fútbol Club es Pablo Machín. No dejará titulares impactantes, ante los medios utilizará siempre un mismo tono, por su cabeza puede pasar lo mismo que por la tuya, o por la mía. Pero su mensaje cala dentro del vestuario. Los jugadores entienden lo que su técnico les pide. Tiene el valor de ser un tipo normal en el banquillo. Una especie en peligro de extinción.