Resulta curioso como algo intangible y meramente simbólico puede llegar a pesar una tonelada. No puedes verlo, no puedes tocarlo, pero puedes sentirlo rodeando tu cuello, logrando que esa presión que ya de por sí acompaña a las futbolistas partido tras partido, sea aún mayor. Hemos sido testigos con cierta asiduidad de cómo los entrenadores en sala de prensa, preguntados por ese mismo elemento no material pero tremendamente pesado, fingen no conocerlo, sabedores de que puede resultar una carga nociva para sus respectivos equipos. Da igual que lleguen mejor que el rival, que estén en estado de gracia o que las estadísticas estén a su favor, aún así suelen rechazarlo a toda costa. Es el cartel de favorito.
Pero que te quieran colgar dicho cartel no es para nada negativo, de hecho no deja de ser un reconocimiento al buen trabajo. Y más si sucede en ciertos partidos en los que no estás habituado a ser quien parte inicialmente con más opciones de llevarse los tres puntos. Y es que enfrentarte a un rival que por historia, palmarés y méritos propios siempre ha sido catalogado como favorito cuando se ha enfrentado a ti, pero esta vez habiéndole arrebatado ese status, es muestra más que evidente de que se están haciendo las cosas bien.
La Real Sociedad de Natalia Arroyo se encuentra en ese mismo escenario, y no en partidos cualquiera, sino en duelos tan especiales como son los derbis vascos. Sabemos que en ese tipo de encuentros las fuerzas se igualan, y que da igual lo que digan la clasificación y las dinámicas que arrastren ambos equipos, porque el desenlace es impredecible y puede suceder cualquier cosa, pero siempre tiene que haber un favorito. Han sido muchos años en que el conjunto txuri urdin, a pesar de realizar buenas temporadas, vivía de alguna manera a la sombra de un Athletic crecido, conocedor de su supremacía en tierras vascas. Pero definitivamente algo ha cambiado.
Ya con Gonzalo Arconada en el banquillo las fuerzas comenzaron a igualarse. El Athletic no pudo aguantar el ritmo de evolución de equipos como Atlético o Barça, y la Real, subiendo su nivel peldaño a peldaño, logró situarse a la par de las leonas. Pero la campaña pasada dicha igualdad acabó por romperse. El primer año de Natalia en el banquillo donostiarra trajo consigo una versión espléndida del cuadro guipuzcoano, algo que, sumado al mal año firmado por el Athletic, evidenció un relevo en el reinado del fútbol femenino en el País Vasco.
A pesar de ello los derbis del año pasado cayeron uno para cada lado. El correspondiente a la primera vuelta tuvo color txuri urdin gracias a un solitario tanto de Bárbara Latorre. Mientras que el disputado en tierras bilbaínas se lo adjudicó el Athletic, con dos goles de Oihane y Lucía en las postrimerías del encuentro que anularon el marcado por Amaiur Sarriegi en el primer tiempo. Y de cara a esta temporada, para poder confirmar ese favoritismo de la Real en los duelos con “las leonas”, faltaba por dilucidar lo que sucedería en el mercado de fichajes, puesto que un nutrido número de futbolistas de mucho peso específico habían decidido no seguir en el conjunto de Arroyo.
Podía parecer que todas esas bajas echarían por tierra lo conseguido en los últimos años, puesto que había que renovar una parte importante del bloque realista, pero cuando se dispone de una buena dirección deportiva y de una buena cantera todo es mucho más sencillo. El conjunto donostiarra no sólo no ha disminuido su nivel, sino que lo ha mejorado convirtiéndose en el equipo más en forma de la competición solo por detrás del intratable FC Barcelona. 14 victorias en 17 jornadas de liga y un juego vistoso a la par que efectivo así lo corroboran. El vaticinio es más que evidente; vamos camino de tener Champions en Zubieta la próxima campaña.
Y en cuanto a los derbis se refiere, la Real también ha sabido imponer en ellos su brillantez. Puedes estar de dulce, pero como decíamos antes, en ese tipo de encuentros da igual como llegues, son especiales y de desenlace impronosticable. Aunque en este caso el pronóstico ha acabado por cumplirse. De la mano de Iraia Iturregi el Athletic ha vuelto a ser un equipo capaz de competir con los grandes, pero ello no le ha bastado para arañarle puntos a un cuadro txuri urdin que se ha llevado por la mínima los dos duelos directos con el eterno rival, tanto el disputado en tierras bilbaínas como el jugado hace unos días en el Reale Arena.
Ese cartel de favorito que tanto suele pesar, que puede suponer una presión extra para un equipo y que muchos entrenadores rehuyen, tampoco ha actuado a modo de lastre para una Real Sociedad que no deja de crecer. En los derbis vascos ese mismo cartel ha empezado a colgar del cuello del conjunto dirigido por Natalia Arroyo gracias a los méritos propios, y no parece que ese factor haya hecho temblar las piernas de un grupo que sigue evolucionando hacia donde su entrenadora quiere. Ser consideradas como favoritas, ante el Athletic y ante casi cualquiera, es el reconocimiento a un enorme trabajo colectivo.
Imagen de cabecera: Real Sociedad Femenino
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