Los Oscar premian cada año las mejores interpretaciones vistas en la gran pantalla. Hemos crecido viendo a todas esas estrellas hollywoodienses sosteniendo esas estatuillas doradas que generan euforia, alimentan egos, debates y contratos multimillonarios. Hoy son tendencia, mañana ya veremos.
De momento solo se aplican al mundo del cine, pero ojalá poder plasmar una gala ‘Oscar’ acotándola al contexto limitado de nuestra vida, al de nuestro entorno, al de nuestras miserias. Palomitas de realidad.
La gente interpreta papeles a diario. Solo hay que fijarse bien y prestar atención. Hay quien viaja en el autobús como si protagonizara un videoclip. El aparentar luce y esta red nos lo confirma a diario. Mentir como leitmotiv y sentir en silencio. Dramatizar y vivir. Papeles y actuaciones sin nominar. Los hay que comen, rezan y aman como si estuvieran en un casting, y luego están los nihilistas y agnósticos, aquellos que buscan el caos, los irreverentes y los soldados del orden. Todos mutamos y nos adaptamos al contexto, al interlocutor, al escenario o a la película de la vida. Ya sea socializando, en el trabajo o en casa. En la familia o con amigos, da igual. El show debe continuar. Exigencias del guion.
El fútbol no escapa a esta simulación perenne. Ya sea en el verde, en las gradas, en las redes sociales o en las salas de prensa, todos interpretan algún papel. Los futbolistas se retuercen de dolor, exageran, protestan, gesticulan y se ciñen al reparto adjudicado. El fin justifica los medios. Los aficionados se envalentonan cuando están en manada. Hinchas enfadados, con nombre real o falso, echando bilis en Twitter. Comentarios serviles o tóxicos buscando un fin, el que sea. Caretas, antifaces y máscaras de algunos periodistas pagados. Juntas todo y te sale una gran película con miles de actores de reparto y millones de extras.
El fútbol lamentablemente también es todo eso. El verso de un gol en el 90’ y la épica de una remontada, es un simple beso en la mejilla entre mucha actuación, ruido, humo e intereses opacos que se esconden detrás del deporte más universal. Exigencias del guion. Cine y palomitas. Celuloide.