Ver a Álvaro Morata en el verde es como ser compañero de piso de un mono amaestrado. La ciclotimia en persona; la locura. España le cede el poder al ariete y este lo devuelve con un mejunje inesperado: unas veces te lleva a la alegría con su perenne esfuerzo y otras veces sientes que eres el copiloto de Batman en busca del malo de la película, pero sin su cochazo para salvarte la vida. Sin red de seguridad. Por ello, cuando la controló dentro del área croata la gente se acordó de lo malo. Hasta que reventó los octavos de final de la Eurocopa, que no es moco de pavo.
El ex del Real Madrid tiene un contrato vitalicio con el esfuerzo y sabe que no puede medrarse ante tal compromiso. Ayudó, por supuesto, a un conjunto que tuvo que levantarse de un error grosero de Unai Simón. Algunos quisieron culpar a Pedri por pasarle el cuero entre palos. Llegaron a asegurar que de pequeños, algún formador, nos gritaba exasperado de no hacer eso nunca. Habrá que creer, entonces, en que las vitaminas del zumo sí se marchan rápidamente. Incluso que vendrá el coco. El fútbol actual necesita que el guardameta siempre esté preparado para jugar con los pies a pesar de recibir balones cerca de su portería. Si eso es demasiado arriesgado entonces es mejor volver al pelotazo arriba. Y a la furia.
La reacción de Simón fue impresionante. El del Athletic salvó a su combinado con un par de paradas que, probablemente, le acerquen a ser definitivamente el portero titular de la selección. Cometió un error, es cierto, pero se levantó heroicamente ante los malos augurios que seguro que se le acercaron a la cabeza. Hay que seguir. Y lo hizo. Probablemente esta Eurocopa acabe con el debate que nos persigue desde que se marchó Casillas. Nunca se sabe.
Luis Enrique, que imagino que vio con interés el triunfo de Suiza ante Francia, es uno de los nombres propios hasta el momento. Fue muy criticado por la mayoría tras realizar algunas decisiones extrañas, pero el tiempo le está dando la razón. Pablo Sarabia ha agarrado a la plantilla y se la ha puesto en sus espaldas apoyado por Busquets, Pedri o Azpilicueta. Ayudados, por supuesto, por las apariciones estelares de algunos futbolistas en el banquillo. Ahora ya están a tres encuentros de conseguir el título. La historia dice que los equipos que van de menos a más son los que acaban con el trofeo en las manos. Ya sabemos cómo empezó esta España que nos vuelve locos.
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