En Canadá éramos inexpertas, sucumbimos a las primeras de cambio. En Francia llegábamos como tapadas, nos tildaban de posible equipo revelación, pero dos equipos poderosos como Alemania y Estados Unidos echaron por tierra cualquier tipo de ilusión. En Australia y Nueva Zelanda la mentalidad es otra: España es candidata a ganar el título, a ser campeona del mundo.
Que no nos tiemble la voz al decirlo o los dedos al escribirlo. Hasta Jorge Vilda, el más prudente entre los prudentes, ha sacado su ambición a relucir: «Queremos jugar los siete partidos», dijo el día que anunció la prelista de 30 jugadoras para preparar el torneo. Un discurso que choca con el de torneos anteriores, donde el objetivo era «ganar el primer partido en un Mundial» o «clasificar a octavos por primera vez». Esta vez el deseo es palpable, el sueño es real.
Motivos hay para creer. España cuenta con nueve jugadoras del FC Barcelona, el equipo campeón de la Champions League. Tres de ellas tienen dos en su palmarés: Alexia Putellas, Mariona Caldentey y Aitana Bonmatí. La última fue nombrada MVP del torneo, o lo que es lo mismo: mejor jugadora de Europa. La primera tiene dos Balones de Oro y en plena forma (su fondo físico es una incógnita tras no haber jugado en toda la temporada) es la mejor futbolista del planeta. Decisivas para conquistar el cetro continental fueron también Irene Paredes (una de las mejores centrales del mundo) y Salma Paralluelo (desequilibrio puro a sus 19 años).
Pero no solo del Barça vive la Selección. En el grupo figura una de las mejores jugadoras de la historia del país y máxima anotadora, una Jenni Hermoso que mantiene la calidad y el hambre intactas. España ha acusado en los grandes torneos la falta de gol, pero en tierras oceánicas tendrá de sobra: Alba Redondo ha marcado 27 este curso con el Levante, Esther González firmó ocho en la fase de clasificación y 22 con el Real Madrid en todas las competiciones, pese a haber sido relegada al banquillo desde abril. A España se le ha achacado también la falta de ideas ante defensas cerradas, pero Vilda tendrá futbolistas de sobra para agitar tantos partidos como desee: Athenea del Castillo, Eva Navarro, la propia Salma).
España puede presumir de tener a la doble ganadora del Zamora en su portería, a tres campeonas del mundo en categorías inferiores, a una de las mejores laterales de Europa (en efecto, Ona Batlle), pero sobre todo, a un centro del campo que juega de memoria. Cuando se asocien Aitana y Alexia con Guerrero, Tere, Jenni o Zornoza, el espectáculo está asegurado. No vamos a obviar que a la Roja le faltan pilares fundamentales (Patri Guijarro y Mapi León son las ausencias más sonadas), pero hay mimbres de sombra para llegar más lejos que nunca.
Además, por primera vez el sorteo acompaña: el grupo es asequible para ser por fin primeras de grupo: en octavos evitamos sí o sí a todos los cocos (Noruega sería el rival más difícil) y lo duro llegaría a partir de cuartos, una eliminatoria hasta ahora inhóspita para las nuestras. España ha gozado también de una buena preparación para el torneo: desde su clasificación, ha jugado amistosos ante Australia, Noruega, Dinamarca, Japón o Estados Unidos, a la que se le ganó por primera vez. Desde la derrota en cuartos de final ante Inglaterra en la Euro, la Roja ha jugado 13 partidos y ha ganado 11. Empató frente a Suecia (1-1) y perdió frente a Australia en Sydney, ambos con un equipo plagado de ausencias destacadas y en plena renovación. No hay que olvidar que solo van 13 de las 23 que jugaron la Euro, y solo ¡seis! de las 23 que disputaron el Mundial de Francia de 2019.
No hay ninguna duda: España llega más preparada que nunca para hacer historia. El nivel de las jugadoras, la experiencia, el camino recorrido… Solo queda salir al campo y hacer lo que mejor saben hacer. Jugar al fútbol.