Cuando uno pone a Escocia en televisión no espera ser golpeado por el síndrome de Stendhal. Y probablemente Steve Clarke, que estuvo muchos años trabajando cerquita de José Mourinho, lo sabe perfectamente. Pero no importa: the tartan army vuelve a estar en una gran competición de selecciones tras 23 años de larga espera. Han cambiado tantas cosas que algunos de los futbolistas que estarán en la Eurocopa nunca han visto a su país en estas lides. Ya están ellos para devolver ese orgullo que una vez perdieron viendo al resto de sus vecinos viajando por el mundo. Ya tocaba.
Encontrar talento en una región de cinco millones y medio de personas no es sencillo. Eso es algo que se acentúa cuando entras en un balompié que sigue, en su liga y en su sistema de fútbol base, con las ideas preconcebidas del fútbol británico: balón largo y pierna dura. La sensación es que Inglaterra ha entendido desde hace una década que ya no solo vale con eso. Escocia debe seguir el camino de sus vecinos que, por cierto, una vez miraban con recelo cuando en este deporte no imperaban los sueldos astronómicos y los bailes en cada gol con la ‘FanCam’. Cuando los que jugaban con bajitos y practicando el “passing game” eran los escoceses.
El propio once ideal es un reflejo de lo que es este país: si en el lateral izquierdo poseen talento de clase mundial, con Andy Robertson y Kieran Tierney, en el lateral derecho tendrá que jugar un O’Donell que juega en el Motherwell. Las Highlands son muy bonitas, sí, pero vivir allí es durísimo. La mayoría trabaja y reside en la aristocrática Edimburgo o en la amable Glasgow. Los carriles del 5-4-1 que parece que dispondrá Clarke en la Eurocopa parecen una metáfora de ello. Entre el Liverpool y el Arsenal hay una diferencia colosal con casi cualquier conjunto de la liga local. Lógicamente, Tierney, de tercer central, y Robertson en la izquierda serán titulares.
Los problemas arriba han llevado a la federación a reforzarse con premura. Che Adams será el nueve de una Escocia que en la delantera no tiene grandes nombres. De hecho, más allá de los comentados previamente, la estrella del combinado es Scott McTominay: de los que te cose un huevo y te fríe un alfiler. El centrocampista del Manchester United ha cuajado un curso que confirma que va a ser un fijo en los red devils en la próxima década. Podrá jugar de central, de pivote defensivo e incluso de mediapunta. Con eso querrán pasar en uno de los grupos de la muerte. No es imposible.
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