El doctor Eric Heiden no es de presumir. Muchos son los pacientes que lo visitan en su clínica de Park City, en Utah, pero una mayoría ignorante de sus éxitos pasados. Y si te enteras de lo que hizo, buscas información en Internet y le preguntas, dirá sí jaja, era yo, que era muy bueno. Eso cuenta ESPN, que desvela su historia, una de las mayores proezas de la historia del deporte.
Los Juegos Olímpicos congregan a miles de atletas, millones de espectadores y alzan al Olimpo, nunca mejor dicho por motivos históricos, a deportistas como Michael Phelps o Usain Bolt. Pasarán años, décadas, siglos, tal vez, y se seguirá hablando de lo que hicieron. En cambios sus homónimos de los Juegos Olímpicos de Invierno no reciben tal reconocimiento, por desgracia. Y es por ello que -probablemente- no conocías a Eric Heiden.
Su proeza tuvo lugar en Lake Placid, en Essex, Nueva York, en los XIII Juegos Olímpicos de Invierno en 1980. Heiden logró cinco medallas en patinaje de velocidad en 500, 1.000, 1.500, 5.000 y 10.000 metros. Además, fue campeón del mundo en siete ocasiones, ha batido el récord mundial tres veces en 1.000 metros, dos en 3.000 y una ocasión más en 1.500 y 10.000 metros.
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Pero no es solo eso. Después de retirarse del patinaje, precisamente en 1980, Heiden jugó al hockey en Noruega y, lo más increíble de todo, se dedicó al ciclismo profesional. Y no como un corredor más del pelotón, como si el hecho de simplemente estar entre los 200 mejores no sea una proeza en sí misma, sino que disputó un Giro de Italia y un Tour de Francia y ganó el Campeonato en Ruta de Estados Unidos.
Imagen: Heiden Ortopedia
Pero no todo fue positivo en la vida de Eric Heiden. En el año 1986, en la decimoctava etapa del Tour, sufrió un terrible accidente en un descenso. Tenía una conmoción cerebral pero cuando el coche del equipo llegó, Heiden quería seguir corriendo. Tuvieron que detenerlo y llevarlo a un hospital, donde pasó la noche. Una caída a más de 60 kilómetros por hora, por un terraplén de más de 30 metros de caída. Pudo haber perdido la vida. Tan solo quería llegar a Paris. Demostrar que podía, como si alguien se atreviese a dudarlo. Hacía eses en la bicicleta, dicen los allí presentes.
Otro duro accidente en el Tour de California le obligó a dejar el ciclismo y fue cuando se centró en la medicina. Optó por la ortopedia para seguir los pasos de su padre. Y desde entonces se dedica a ayudar a los demás junto a un equipo de médicos, incluida su mujer, Karen. Siempre con sentido del humor y modestía, casi pareciera que se sonroja cuando se le pregunta por su exitoso pasado como atleta. Un hombre admirable. Un atleta extraordinario. Muchas personas del mundo del deporte a menudo son preguntadas por Heiden y, como recoge el director del BMC Jim Ochowicz: «Es un atleta tan dotado que podría haber elegido cualquier deporte y probablemente tenido el mismo éxito como tuvo en patinaje de velocidad y luego en el ciclismo».