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Betis

Entrevista a Quique Setién

Entre pizarras y fichas magnéticas y con su habitual talante conversador, que no conservador, Quique Setién (Santander, 1958) nos recibe en su despacho de la Ciudad Deportiva Luis del Sol para hablar acerca de su pasado como jugador, de sus experiencias como entrenador, de su filosofía de juego, de su manera de entender el fútbol y, por supuesto, del presente y del futuro del Real Betis.

¿Es cierto que una vez le hizo tablas a Kasparov?

No, jugué contra él en una de esas simultáneas que hacen los grandes maestros, pero no le hice tablas. Fue en Coslada y también jugamos un partido de fútbol. Era un día de mucho calor y lo que recuerdo es que Kasparov, que el primer tiempo lo jugó en el equipo contrario, pidió jugar conmigo en el segundo. Lo buscaba todo el rato para que marcara gol. Regateaba a medio equipo, se la daba casi para que la empujara y mandaba una allí y otra allá. Todas fuera. Al final tuve que meterme yo con el balón en la portería [risas].

Decía el propio Kasparov que el ajedrez es un modelo exacto a la vida, ¿el fútbol
también lo es? ¿Se juega en el campo como se es fuera de él?

Hay muchas similitudes. Si analizas bien a un futbolista dentro del campo, tienes muchas posibilidades de saber cómo es fuera del campo. Ves quiénes son más atrevidos o más conservadores, más o menos inteligentes. Hay muchas cosas que se te van a escapar, pero el conocimiento que transmite un jugador en el campo dice mucho de su personalidad y de su forma de ser.

¿Qué significa jugar bien para Quique Setién?

Tratar de tener el balón, hacer daño con él, conservarlo para evitar que el rival te haga daño a ti, entender el juego, combinar para progresar hacia delante y llegar a la portería contraria. Yo no relaciono jugar bien con ganar porque ganar tiene que llegar como consecuencia de jugar bien y ser mejor que el rival. Hay mucha gente que puede interpretar que jugar bien es meter once tíos atrás, esperar tu oportunidad, meterla y
conservar ese resultado, pero a mí me gusta el balón, va en mi forma de ser. Entiendo
el fútbol a través de la pelota, no para correr detrás de ella. Y la inmensa mayoría de los futbolistas, en un porcentaje altísimo, lo que quieren es el balón.

En el caso de que no se consigan ambas cosas, jugar bien y ganar, ¿qué es lo que valora el aficionado?

La inmensa mayoría solo quieren ganar, pero yo también. Jugar bien no significa renunciar a la victoria. Cuando estás defendiendo permanentemente y en el último minuto te meten un gol… ¿a quién le gusta eso? Si además de no jugar bien, pierdes, ¿qué te queda? Por ejemplo, nosotros perdimos en Valencia, pero creo que hicimos un buen partido, fuimos superiores en muchos momentos e hicimos muchísimas cosas bien, pero no nos ha dado para ganar porque el otro equipo quizá tiene más potencial o más acierto, pero tenemos algo a lo que agarrarnos. Si me meto atrás y me hacen dos goles y también pierdo, no me queda nada, no tengo ningún recurso para ofrecer luego a los futbolistas.

Ha comentado varias veces que el fútbol asociativo se puede practicar en cualquier categoría, ¿de verdad se puede en un campo embarrado del norte, en 2ªB o 3ª, con jugadores de todo tipo y que dé resultados?

Por supuesto. En cualquier categoría, con campos malos y con jugadores que en principio puedes pensar que no te van a dar para practicar ese fútbol. En un campo embarrado, donde es mucho más difícil controlar el balón, será mejor contar con futbolistas de calidad, porque resuelven muchísimo mejor las situaciones que los que no la tienen. En cualquier circunstancia, el futbolista de calidad va a acabar por sobreponerse, aunque es verdad que les tienes que crear las situaciones, el contexto para asociarse con el resto, para controlar el juego, etc. Siempre he creído en los
jugadores que marcan las diferencias a través de su genialidad y de sus
condiciones técnicas.

Cuando llegué a Lugo, en 2ªB, y hablé con quién me contrató antes de firmar, le dije: mira, yo voy a hacer esto. Igual que lo hice en Las Palmas e igual que lo he hecho aquí. Mi manera de entender el juego es esta y esto es lo que voy a proponer. Si me contratáis es porque ya habéis visto el trabajo que he hecho en otros sitios. Vamos a ir por este camino. Yo no voy a cambiar. Y voy a convencer a los futbolistas de que lo van a poder llevar a cabo.

Como futbolista tuvo a entrenadores como Luis Aragonés y a compañeros como Eusebio o Lopetegui que también representan hoy un estilo de juego propositivo… ¿quiénes han sido sus referentes y en quiénes se fija actualmente?

Luis me ayudó mucho como futbolista. Yo venía de estar ocho años en el Racing y estaba muy acomodado en Santander antes de llegar al Atlético. No había tenido grandes referentes, pocos me enseñaron cosas y, además, me tocaron etapas con
entrenadores muy conservadores, pero cuando llego a Madrid, Luis me inyecta en
vena el afán competitivo, la ambición, las ganas de mejorar, la intensidad. En
el Racing yo creía que con dos jugadas era suficiente para salir aplaudido y que me valorasen y con él me di cuenta de que eso no valía. Si quería llegar lejos y alcanzar la selección tenía que morder. Me mejoró mucho. Y después, me quedo con Paquito. Yo tenía ya 34 años cuando me dirigió y me enseñó muchas cosas muy buenas: la honradez profesional, la manera de vivir el fútbol, cómo trabajar y analizar los partidos…

Después me fijé mucho en Cruyff, en cómo instauró ese modelo de juego en Barcelona, que es un poco lo que tratamos de hacer todos los que le hemos copiado. Es verdad que luego esa idea ha ido evolucionando y se han ampliado los matices, pero la salida con balón desde atrás, la idea de dividir, de estar bien colocado, de tener el balón, de ser manifiestamente superior a los rivales a través de la posesión… Todo eso lo aprendí de
Cruyff. Y, evidentemente, luego ha habido otro entrenador que le ha dado muchísima continuidad y que lo ha hecho avanzar en todos los sentidos como ha sido y es Guardiola, claro.

¿Qué compañeros le han marcado como futbolista?

Normalmente no he tomado como referencia que hayan sido grandes jugadores, sino tíos honrados, profesionales serios… En mis inicios, Chinchón. Un central de Huelva que llegó a ser capitán del Racing. Aquel hombre era todo alma. Y en el Atlético de Madrid, Landáburu, que también me impresionó muchísimo. Era muy bueno, pero muchas veces jugaba a los lados cuando creo que podía jugar hacia delante y a mí me afectaba porque yo jugaba delante de él y muchas veces me cabreaba, pero jugaba siempre y para Luis Aragonés era la referencia. Todo el mundo lo respetaba. Y me di cuenta por qué. Nunca se quejaba de nada. Trabajaba, trabajaba y trabajaba. En el vestuario, normalmente, todos hablan, pero siempre hay uno que cuando se pone a hablar, los demás callan. Y ese era el Chus.

Va a México ’86, pero no llega a jugar con Miguel Muñoz. ¿Qué recuerdo tiene de ese Mundial?

No suelo vanagloriarme de haber ido a un Mundial. Cuando me hablan de ello sí reparo, visto con perspectiva, en que éramos 22 jugadores y que no es fácil. Ese año había hecho un año espectacular y, encima, estuve a punto de no ir porque dos meses antes, en un partido contra el Estrella Roja, me pegan en la rodilla y me hacen una hiperextensión que me provocó una hinchazón de la que me sacaron 44 centímetros cúbicos de sangre. Había una pizarra y me partí hasta la mano del puñetazo que le di, porque lo más probable era haberme roto el cruzado. Cuando desperté de la anestesia tras la operación, me dijeron que se me había roto la cápsula y que la rodilla estaba bastante bien. En un mes podía volver. Fue un alivio y Muñoz me convocó casi sin poder jugar antes. Una vez allí, lo que quieres es jugar y estaba convencido de que
iba a hacerlo, pero no me dio ni bola. Fui el único que no fue ni una vez al
banquillo. Lo pasé fatal.


¿Es de los que cree que si Eloy mete el penalti ante Bélgica, España podía haber ganado aquel Mundial?

No, porque hubiésemos jugado contra Maradona. A un partido nunca puedes decir nunca, pero en aquella época es como ahora ir a ganar al Barcelona de Messi.

En cuanto a satisfacción personal como entrenador, ¿qué experiencia le hace sentir más orgulloso?

Me sentí muy, muy a gusto en Lugo. De hecho, cada año que pasaba tenía oportunidad de marcharme a equipos mejores y con más dinero, pero estaba tan cómodo allí,
tenía tanta conexión con el club
, pese a no tener grandes medios… Lo sentimos como
nuestro. La satisfacción y el crecimiento que tuve como entrenador fue enorme
en esos seis años. Y me marché porque cambió de dueño, sino seguramente
seguiría allí o hubiera seguido más tiempo. En Las Palmas también me sentí a
gusto, tuvimos una repercusión enorme en un equipo que estaba mal cuando
llegamos, al que convertimos en poco tiempo en admirado por mucha gente por
cómo jugábamos y por los jugadores que aparecieron. Y aquí estoy contento, pero
todavía no tengo ese grado de satisfacción que produce el tiempo. A mí lo que
me gusta es convencer a la gente, pero veo que es difícil. No me siento satisfecho hasta que no veo a todo el mundo convencido. Trabajo para eso.

¿Qué tipo de equipo cree que recibe críticas más injustas: un grande que practique un fútbol especulativo o uno más pequeño pero ofensivo y atrevido?

Lo hemos visto en este país durante cuarenta años con La Furia y mira cuánto hemos crecido y lo que hemos conseguido desde que hemos empezado a jugar al fútbol. A veces me parece incomprensible que tengamos que justificar lo que estamos haciendo. Parece que es un método o una forma que hay que estar permanentemente defendiendo ante malos resultados cuando otros, jugando de otra manera, también pierden y en esos casos se asume como algo normal. Esto es lo que más me cuesta.

Ha habido en el Betis un cambio táctico claro a mitad de temporada con el paso a la línea de tres centrales, ¿ha sido solo por el gran número de goles encajado o por otras cuestiones?

No es solamente por reducir el número de goles recibidos. Es verdad que nos da mayor consistencia, pero también una salida de balón mucho más fluida y para muchos equipos es un problema que juegues con dos carrileros avanzados y metas mucha gente por dentro. No es un sistema fácil para el rival. Genera muchas preocupaciones interiores y te da mucha salida por fuera. Con Bartra en el centro, que tiene muy buen control en los pases interiores, a la hora de salir hacia adelante y en el concepto defensivo, lo hemos potenciado. Y es verdad que, a la hora de defender, las ayudas en banda nos resultan más fáciles que si el extremo tiene que bajar a ayudar y le
obligamos a ser intensivo en tareas defensivas sin estar preparado para ello.

Da la sensación de que se ha perdido últimamente un punto de frescura y profundidad en los últimos metros, ¿es fruto del cambio de sistema o se debe a otro tipo de matices?

Es verdad que nuestros puntas, salvo quizá Sergio y ocasionalmente algún otro jugador, son más futbolistas de tocar, de venir. No son delanteros que busquen permanentemente las rupturas. Es un aspecto que tratamos de mejorar, pero ni Boudebouz, ni Tello, ni Joaquín son futbolistas con ese afán de ir a buscar un balón al espacio que no saben si lo van a recibir o no. Ahí nos cuesta.

¿Sanabria puede ayudar en ese sentido?

Sanabria es más de venir a recibir también, no es un jugador que busque la espalda, pero sí que interpreta muy bien los movimientos.

Fabián ha llegado a la sub-21, Sergio León sonó para la absoluta, Viera debutó con
Lopetegui tras el dar el salto de nivel con usted… ¿qué supone para un entrenador que sus pupilos alcancen estas cotas y lo hagan desde equipos como Las Palmas o el Betis?

Nosotros no nos dedicamos solamente a entrenar. Hay una labor de formación. Hay ciertos futbolistas en los que no buscamos solo el rendimiento inmediato, sino las posibilidades que tienen más allá. Y si es receptivo, acabará siendo mejor. Es muy importante que se den cuenta de lo que hacen bien y lo que no. Algunos más y otros menos, pero todos tienen capacidad de mejora. Fabián, por ejemplo, lo que ha hecho ha sido aplicarse mucho. Las condiciones ya las tenía.

Cuando llega en verano, ¿ya intuía que Fabián podía dar este nivel?

Claro. Nunca sabes hasta dónde puede llegar un futbolista, pero vas viendo cosas que te estimulan y ves cómo trata de poner en práctica al domingo siguiente cuando le has explicado un concepto. Yo creo que entiendo bastante bien el fútbol y que les puedo ayudar. Y trato de transmitírselo, a él y a todos, en cada entrenamiento.

El propio Fabián, Loren, Junior, Francis… son jugadores que no contaban el curso pasado, ¿cómo se sabe que los jóvenes están preparados para dar el salto y rendir en la élite?

Eso lo ves. A los futbolistas les ves el potencial. Luego, hay muchas variables que pueden torcer la progresión de un chaval. A veces él mismo, los propios entrenadores…, pero yo a los futbolistas los veo enseguida y a los que se pueden integrar en nuestra idea, más. En cuatro entrenamientos.

Los jugadores tienen que tener una idea común. Hay que asociarlos. Al principio siempre les digo: hay que ceder una parte de lo que os sentís como futbolistas para ponerla al servicio del equipo, que es el orden, la colocación y entender la idea. A partir de ahí, ya veréis como vais a crecer. Hasta los menos dotados técnicamente encuentran su sitio. Si te sitúas bien, te ofreces bien y ganas tiempo y espacio, ya verás cómo vas a poder jugar más cómodo, pero lo tienes que entender porque a veces uno cambia, entonces tú también tienes que variar tu posición. No siempre va a ser sota, caballo y rey. Y claro, los buenos futbolistas enseguida lo entienden. En el colegio qué
pasaba, tú le dabas el balón al que te la devolvía, como le dieras el balón a uno que la perdía, a la próxima le mirabas y ya te girabas para el otro lado para no volver a dársela. Así era y así sigue siendo.

El hecho de dar tanta importancia en el reparto de minutos a los canteranos, por delante de jugadores consagrados como Durmisi, Barragán o Rubén Castro, ¿cómo se gestiona internamente en el vestuario?

Suelo ser consecuente con mis ideas y con lo que veo. Generalmente, cuando tomo ese tipo de decisiones me cuido mucho, no son caprichos. Cuando repaso los partidos, tardo seis horas en analizarlos y hago cinco o seis páginas de anotaciones. Y sé todo lo que me da un jugador y lo que me quita. Argumentos tengo. Hay jugadores que pasan fases en las que no están bien y hay otros que sí pueden estarlo. Cuando ves un chaval con cierto potencial siempre dudas, pero si necesitas dar un estímulo tiene que ser a
través de ellos, más aún en una plantilla no especialmente larga como la que tengo. Siempre trato de tener una comunicación directa con los jugadores. Hay alguno que se molesta porque no juega y es normal, y yo le pregunto: ¿estás enfadado conmigo? ¿Y por qué te cabreas conmigo? ¿Estás cabreado conmigo o lo estás contigo mismo?

¿Y en el caso concreto de Rubén Castro?

Rubén Castro es una leyenda aquí y su comportamiento y su trabajo, juegue o no, es extraordinario. No tengo ninguna queja, entiende bien el fútbol y sé que me va a ofrecer cosas y a meter goles cuando sale, pero no le puedo pedir como a otros que, por ejemplo, me corra once kilómetros. Porque el equivocado sería yo y no él sino lo hace.

¿El protagonismo con balón de la idea de juego genera buen ambiente?

Siempre procuro que haya un buen clima en el vestuario y esto se genera, en primer lugar, porque los futbolistas disfrutan con lo que están haciendo. Incluso aunque los resultados no acompañen, porque puedes quedarte con las sensaciones positivas de las cosas que has hecho bien. Luego, soy una persona bastante directa. Tú hoy vienes con mala cara a entrenar e igual te dejo, pero si mañana vienes igual, te llamo y te pregunto qué pasa. No dejo que los problemas se enquisten o se hagan grandes. Por dura que sea la verdad, siempre hay que decirla y a largo plazo esa actitud te va a dar más beneficio que perjuicio te puede causar en el corto.


En general, ¿cree que falta confianza en la figura del entrenador por parte de aficionados y directivas, tanto para dar tiempo a que este tipo de procesos eclosionen, como para tomar decisiones que puedan ser difíciles?

Siempre voy a poner a los que crea que son mejores y crecer a través de ello. Cuando firmé, me planteé quedarme aquí tres años, porque siempre pienso que me quiero quedar para toda la vida allá donde voy. Si pierdo esos partidos que salí con Loren, Junior, Francis… al final me van a echar igual si las cosas no van bien. Quiero sacar resultados, claro, pero también pienso en el futuro. Soy un hombre de futuro, de pensar más allá. Esto quizá me lo haya dado el ajedrez, donde uno no está viendo cómo están las piezas en el tablero en ese momento, sino que trata de anticiparse a los que va a pasar dentro de ocho movimientos. Pienso en ganar el próximo partido, pero también en el año que viene, en qué futbolistas me van a valer de verdad para dar otro paso importante con respecto a este curso. Por eso, hacer un grupo y crear una
idea y consolidarla requiere de años.

Comentó a principio de temporada la importancia para los nuevos de sentarse en el vestuario junto a Joaquín, de empaparse del club, etc. ¿Hasta qué punto sigue siendo importante conservar esa identidad en el fútbol actual?

Muy importante siempre que esos referentes sean gente honrada. A Joaquín se lo digo muchas veces, tú no eres solamente un jugador, eres la referencia, pero no porque seas simpático, ni cuentes chistes, ni seas guapo o caigas bien a todo el mundo. El respeto hacia tu figura viene por lo que hagas dentro del campo, porque cada entrenamiento para ti tiene que ser una final y no te puedes permitir ni un lujo. Y lo ha cumplido. Yo voy a tratar de gestionar el equipo para que tú puedas disfrutar jugando al fútbol y te garantizo que lo vas a hacer. Ahora, tú tienes que comprometerte de verdad y demostrar cada día que te mereces estar ahí afuera el día de partido. Y lo ha hecho desde el primer momento. Esa fue la primera conversación que tuve con Joaquín.

¿Cómo cree que ha calado su estilo en la grada? ¿Cómo percibe en el estadio o en la calle la respuesta del beticismo?

En la calle hay mucha gente que me dice que hay que seguir por esta línea, que está todo muy bien, sin embargo, leo las redes sociales y pienso que me quieren matar [risas]. La realidad es que estamos, a falta de once jornadas, con dos puntos menos que la temporada pasada al completo.

Vienen ahora varias jornadas consecutivas cruciales para saber dónde va a estar el Betis a final de curso, ¿qué le falta al equipo y al club para poder ser un
aspirante fijo a Europa cada temporada?

Años. Puedes conseguir un objetivo en un curso concreto porque te haya ido todo rodado, pero mantenerlo en el tiempo es difícil. Igual un año te suena la flauta, te cuelas en Europa, porque has fichado seis tíos que te han resuelto la temporada, pero de cara al futuro es muy difícil mantenerlos, como nos va a ser difícil a nosotros conservar a los jugadores que este año están destacando porque los demás equipos, que ha visto jugadores jóvenes y emergentes, no son tontos. Y de repente, cuando crees que puedes mejorar, no consigues traer futbolistas como los que se van… Nuestro argumento para convencerlos y también para que muchos futbolistas puedan venir es cómo van a disfrutar jugando al fútbol y cómo van a mejorar aquí.

Esta temporada nos tiene que servir para mejorar la siguiente, manteniendo esta misma línea y añadiendo cosas que nos faltan en este curso. Creo que estamos haciendo muchas cosas bien y que se puede mirar al futuro con optimismo si hay tranquilidad y un poco de tiempo. Nosotros somos muchísimo mejor equipo ahora que a principio de temporada y hay futbolistas que han crecido exponencialmente una barbaridad y están haciendo cosas que ni ellos mismos se imaginaban que podían hacer. Un ejemplo claro es Mandi, con la capacidad bestial que ha tenido para mejorar.

¿Cuál es su objetivo en el banquillo del Betis? ¿Trascender, ser recordado por su idea de juego está entre ellos?

Mi objetivo es dejar un buen recuerdo el día que me vaya. Mejorar a los futbolistas y el resto dependerá del potencial que tengamos y de lo que demostremos en el campo. Hay una línea buena y espero que, con el tiempo, se valore lo que estamos haciendo. Seguramente, se valorará más el día que me vaya, porque ya me ha pasado en más sitios, pero elegir ganar o perder no está en tu mano. Lo que está en tu mano es hacer todo lo posible para ganar.

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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