La selección de fútbol de Siria no logró en su historia ningún gran éxito, pero ahora, con el país inmerso en una guerra civil que dura ya más de cinco años, tiene su primera posibilidad de clasificarse para un Mundial.
Los partidos de casa llevan siendo algo totalmente extraño para la selección siria. Desde hace años juega sus encuentros como local fuera de sus fronteras y en estadios prácticamente vacíos.
Debido a su situación política, no se pueden disputar partidos internacionales en Siria. Mañana jugará de local a más de 7.500 kilómetros de Damasco: «recibirá» en Malasia a Irán por la quinta fecha de la eliminatoria Asiática.
Los hinchas de la selección siria seguirán el partido por televisión y con esperanza. El equipo lleva meses jugando a buen nivel y mantiene vivo el sueño de estar en el Mundial de Rusia 2018, algo que después de cuatro jornadas es toda una sorpresa.
Siria derrotó en octubre a China 1-0 y un mes antes logró un empate sin goles en su visita a Corea del Sur, una de las grandes potencias de la región.
En la clasificación para Brasil 2014, el sueño desapareció después de dos partidos, pues Siria fue descalificada por la alineación de un jugador que no podía ser seleccionado.
Su actual situación sorprende dada su historia futbolística -su mayor logro fue ganar el Campeonato de Asia Occidental en 2012-, pero también dada su actualidad política.
El campeonato de fútbol nacional se continúa disputando a pesar de la guerra civil. Hay un grupo que juega en Damasco y otro en la ciudad costera de Latakia, ambas controladas por el régimen.
Los equipos de las zonas en las que el gobierno perdió el control también siguen compitiendo, incluido el Al-Fotuwa de la ciudad de Dair as-Saur, un bastión de la milicia Estado Islámico.
Los mejores futbolistas sirios juegan fuera de la frontera, mucho de ellos en Irak y en los estados del Golfo Pérsico. Mahmoud al-Mawas, autor del gol ante China, viste la camiseta de un club de Bahréin, mientras que Omar al-Somah, uno de los jugadores más famosos, dejó el país hace tiempo para continuar su carrera en Arabia Saudí, donde es uno de los máximos anotadores de la Liga.
Al-Somah, sin embargo, hace tiempo que no juega un partido con la selección siria, ya que es considerado un opositor. Después de ganar el Campeonato de Asia Occidental en Kuwait en 2012, un año después de que comenzara la revuelta siria, Al-Somah lució la bandera de los rebeldes en el césped. El gesto fue visto como un afrenta al régimen.
Por su simpatía con los rebeldes, hay otros jugadores que ya no visten tampoco la camiseta de Siria. Abdul Baset al-Sarout, que fue portero de la selección sub-21, es ahora un comandante de las fuerzas rebeldes.
Y los simpatizantes de la oposición no consideran a la selección siria como su selección, pues la ven como una simple marioneta del régimen.