8 de diciembre de 1961, Philadelphia Civic Center. Los Warriors, en su última temporada antes de mudarse a la Costa Oeste, reciben a Los Angeles Lakers. Al término de los 48 minutos reglamentarios, el resultado es de empate a 109. Una prórroga, dos prórrogas, tres prórrogas… Tras una hora y tres minutos de encuentro, los visitantes asaltan el pabellón de Pensilvania, a pesar del monstruoso partido de Wilt Chamberlain. El pívot local, que disputaría los 63 minutos, se iría a los 78 puntos y 43 rebotes. Estamos en aquella temporada, titánica en lo numérico, en la que supera los 50 tantos y 25 capturas de promedio, en la de la noche de los 100 puntos. Pero ese día, la determinación de Jerry West, que firmaría un triple doble (31-11-10), y, sobre todo, la de Elgin Baylor, inclinaría la balanza en favor de los del estado de California. El alero acabaría el choque con 63 puntos, 31 rebotes y 7 asistencias. Es la única ocasión en la historia en la que dos jugadores han superado los 60 puntos en un mismo partido. Y es que, en los años en los que los números de Goliat abrumaban, otro tipo brillaba con luz propia en el firmamento NBA. Sin embargo, la repercusión mediática e histórica no ha sido todo lo justa con él como merecía. En la memoria colectiva su nombre se difumina entre tanta estrella laker y los textos dedicados a su persona en el apogeo de su trayectoria quedan ya demasiado lejos en el tiempo.
Por cierto (aquí procede un parón para apuntar un detalle de esos que creo interesantes), si alguien revisa los datos de la campaña 1961/1962, comprobará que Baylor no figura en las clasificaciones, en lo que a medias por encuentro se refiere, de estadísticas oficiales al no haber disputado el mínimo de partidos necesarios para ello. Sus más de 38 puntos y 18 rebotes de media llegaron en 48 partidos. ¿El motivo? En 1961 se unió a la Reserva del Ejército y fue llamado al servicio activo ese año, sirviendo en Fort Lewis, Washington. A pesar de ello, volaría para jugar en sus permisos de fin de semana y extraordinarios. Ser el mejor de un equipo con el que ni siquiera puedes entrenar regularmente (y que cuenta con “el logo” de la NBA en sus filas) tiene un mérito brutal.
Si hiciéramos una encuesta sobre el mejor jugador de la historia de la franquicia dudo que la gente lo colocase entre los cinco primeros. Jabbar, Magic, O’Neal, Kobe, West, el propio Chamberlain… Habrá quien piense incluso en Mikan por aquello de ser el primer gran dominador de la competición y, probablemente, al aficionado que se enganchó a la mejor liga de baloncesto del mundo allá por los ochenta le venga a la mente el nombre de James Worthy antes que el de Baylor. Y si añadimos, justamente, a LeBron James a pesar de su todavía escaso periodo vistiendo de púrpura y oro, ya casi queda fuera de un hipotético top-10. Pero pongamos en contexto el valor de nuestro protagonista. De acuerdo con Statmuse, desde que arrancó la NBA hasta nuestros días solo dos jugadores han promediado más de 27 puntos y 13 rebotes en sus carreras. ¿Sabéis de quiénes se trata? Sí, justo esos dos tipos que protagonizaron aquel duelo a principios de los sesenta en Philly. Esa es la verdadera magnitud de Elgin Baylor, el primer baloncestista, además, en superar la barrera de los 70 puntos en un partido. Un artículo publicado por Sports Illustrated, que además era portada de la revista, en octubre de 1966 incidía en que, en su mejor momento y coincidiendo con sus primeros años como profesional, se trataba del jugador más completo de la historia de este deporte.
Por fortuna, si bien el aficionado medio no suele darle a Baylor su lugar, los profesionales sí que lo han hecho y lo reivindican cada vez que su nombre ha salido a la palestra. En cierto modo, fue Jordan antes de Jordan. Y su estilo de juego ha inspirado a leyendas que van desde Julius Erving o Connie Hawkins hasta Kobe Bryant o Vince Carter, pasando por el mismísimo Michael Jordan. La carrera de Baylor comenzó en Minneapolis, siendo elegido en el número 1 del draft de 1958, después de llevar a la Universidad de Seattle a la final de la NCAA, cayendo ante Kentucky. En su primera temporada ya promediaría casi 25 puntos y 15 rebotes, siendo elegido rookie del año. Su siguiente cuatrienio fue una auténtica locura: 29.6, 34.8, 38.3 y 34 puntos por noche, estableciendo el entonces récord de 71 y el todavía vigente mejor registro en unas Finales: 61. Pero más allá de los números y sus reconocimientos (11 veces all-star, 10 veces all-nba), su impronta y verdadero valor está en cómo cambió la manera de entender el juego, siendo un atleta con un talento innato y un IQ altísimo.
Adelantado a su tiempo, redefiniría la posición de alero, siendo creativo y añadiendo una gran cantidad de recursos técnicos. Sus fintas, movimientos y cambios de ritmo impactaron tanto como puede haberlo hecho el eurostep en nuestro tiempo. Su estilo innovador sería motivo de highlights en las redes de haber existido entonces. “Fue el mayor espectáculo del mundo”, apuntaba el Doctor J. “Si no lo hubiera visto jugar, no hubiera tenido esas ideas en mi cabeza e incluso probablemente no hubiera ni soñado hacer lo que hice si no se le hubiera visto hacer a él antes las cosas que hizo. Mi manera de enfocar el juego viene marcada por haberlo visto a él antes sobre la pista. Si jugase hoy y estuviese en su mejor momento, sería absolutamente dominante. Creo que anotaría como 50 puntos por partido”. Otro jugador de perfil similar, como fue David Thompson (ídolo de Michael Jordan), apuntaría que “solía fingir ser Elgin Baylor en el patio trasero de casa, lanzando a canasta, incluso haciendo su gesto característico, mirando el bíceps de su brazo izquierdo, antes de tirar desde la línea de libres. Tenía unos movimientos asombrosos, un fantástico juego de pies y una gran decisión cuando penetraba hacia canasta. Me gustaba mucho contemplar su juego por encima del aro, verlo hacer mates ante jugadores de mayor tamaño. Podía flotar en el aire, lo veías llegar arriba y esperar a que los demás bajaran”. En ese sentido, cabe señalar que Baylor gozaba de un magnífico control corporal que le permitía rectificar y lanzar en situaciones de defensa asfixiante. Magic Johnson decía de él que fue el Showtime antes de Showtime.
En su libro “Elgin Baylor: The Man Who Changed Basketball”, el autor Bijan C. Bayne resume: “El estilo de baloncesto que aceptamos como convencional hoy proviene de él. Todas esas cosas que hoy reconocemos como normales, que vemos rutinarias, como un cambio de dirección brusco, las improvisaciones en el dribbling, el girarse en el aire…”. Hay aspectos del juego que se le deben a Baylor del mismo modo que debemos a Stephen Curry o Damian Lillard que los jugadores de hoy en día tiren cada vez más lejos. Es debido a la influencia en el lanzamiento desde mucho más allá del arco y que ha supuesto otra vuelta de tuerca a la concepción del deporte de la canasta. Es la evolución natural de un deporte vivo.
Y si a veces se obvia al Baylor jugador, el Baylor persona también merece reconocimiento. Hablamos de un destacado activista durante el apogeo del movimiento por los derechos civiles en las décadas 50 y 60 y una voz influyente entre sus compañeros. En 1959, los Lakers jugaban contra los Cincinnati Royals en un partido en Charleston, West Virginia. Allí le dijeron al equipo que sus jugadores negros no podían quedarse en el hotel de Charleston, de modo que se desplazaron a un motel donde se les permitía estar a todos. Sin embargo, Baylor decidió no participar en el choque, creando un precedente como primer atleta profesional de un deporte de equipo importante en hacerlo. Los angelinos perdieron esa noche y los medios criticaron tal decisión, pero, como él apuntaba entonces: “Sentía que era lo correcto”. Y, al ser preguntado años más tarde, añadiría: “No soy un pionero ni nada de eso, pero me interesa mi gente y me interesa el progreso. Soy Elgin Baylor y no quiero nada más que a lo que tengo derecho. Pero tampoco menos”.
Baylor sería el primer capitán afroamericano de un equipo NBA y, cuando en 1964 los jugadores fueron amenazados en la celebración del All Star Game, se mantuvo firme durante la huelga que estaban llevando a cabo. Harvey Araton, prestigioso autor y articulista en el Staten Island Advance, New York Post, Daily News y New York Times, atribuye los grandes salarios de la competición a ese momento. La liga no podía permitirse tener a Baylor y otras estrellas en contra.
La educación y carácter de Baylor tiene su base en la manera en que lo criaron sus padres, primero en el condado de Caroline (Virginia) y posteriormente en la capital del país (su madre trabajó para el secretario del interior Stewart Udall). “Cuando era niño… Era duro. Vivía en un vecindario completamente negro y cada vez que había un problema, cada vez que se cometía un crimen en la zona, la policía siempre llegaba para llevarse e interrogar a personas negras. Siempre resultaban ser después inocentes, pero tenían que irse a declarar. Era difícil, era duro para mi madre. Sabíamos que estaba mal”. Siempre activo, participó en las campañas de registro de votantes en Los Ángeles y asistió a la famosa Marcha sobre Washington el 28 de agosto de 1963. Posteriormente, en su etapa como ejecutivo de Los Angeles Clippers, se opuso a que el dueño de la franquicia, Donald Sterling, llevara mujeres al vestuario en presencia de sus jugadores, sobre los que hacía comentarios despectivos. Es fácil intuir el porqué del despido de Baylor en 2009 (y más tras haber sido reconocido como ejecutivo del año en 2006). Baylor terminaría demandando a Sterling por despido injustificado y discriminación por edad y raza, aunque el jurado fallaría a favor del magnate. Poco tiempo después llegaría el escándalo en el que cazarían al millonario haciendo comentarios racistas, algo que la NBA no pasó por alto, siendo vetado de por vida. “La verdad salió a la luz”, diría Elgin.
Otro aspecto diferencial en Elgin Baylor era su porte fuera de la cancha. Si bien dentro de ella era un modelo en cuanto a estilo, cuando terminaba el esfuerzo físico solía ir de punta en blanco y criticaba algunos atuendos de sus compañeros y rivales. Bill Russell llegó a decir de un jugador, sobre la elección de vestimenta, que cumplía con la aprobación del señor Baylor, mientras que su compinche en los mejores Celtics de la historia, Bob Cousy, manifestaría sobre el jugador angelino que “deberían llamarlo Elegant Baylor”.
El último gran recuerdo que se tiene de Baylor data de principios de abril de 2018, cuando era inmortalizado en una foto junto a su ex compañero Jerry West y las leyendas Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Shaquille O’Neal, en la zona exterior del Staples Center, el día en que inauguraban una estatua en su honor. Esa tarde las lágrimas cayeron por sus mejillas. Un tipo sensible y para el que sus colegas de profesión solo tienen buenas palabras. Visiblemente emocionado, se quitaría importancia alegando que “no puedes hacer nada sin tus compañeros de equipo, nadie en el baloncesto es capaz de lograrlo. Siempre aprecié a los chicos con los que jugué. Hay tantísimas personas a las que quisiera mostrar agradecimiento, tanta gente… Realmente fue grandioso lo que pude vivir”. 47 años después de dejar el deporte, esa enorme estatua de bronce que representaba la figura de Elgin lanzando un gancho, reparaba parte de la deuda que se tiene con él. Sería el quinto laker (no contamos al locutor Chick Hearn) en ser reconocido con tal honor. Aquel día los halagos llegarían de iconos absolutos. Magic Jonhson le dedicaría estas palabras: “Hiciste algunas cosas que el Dr. J, Michael Jordan, Kobe y yo no pudimos hacer. E intenté hacerlo. Pero simplemente no podía estar tanto tiempo en el aire”. Para Michael Cooper “era un jugador que no se podía defender, como un Jordan o un Kobe”. Pero sin duda, el discurso más clarividente sería pronunciado por Shaquille O’Neal: “La mayoría de los jóvenes de hoy no saben lo que hizo Elgin por convertir el juego en lo que es. Yo una vez fui uno de esos jóvenes. Recuerdo cuando recibí críticas por parte de Spencer Haywood porque no sabía el impacto que había tenido. El primer jugador en el que me fijé y amé fue el Dr. J. Desconocía lo que hubo antes. Pero después busqué y entendí que Elgin hizo grandes cosas. Los jóvenes deberían investigar sobre su trayectoria. Tal vez aprendan algo”. Una de esas cosas que pueden descubrir es que el mítico dorsal ‘34’ del propio Shaq fue portado antes por Baylor. Ocurrió únicamente en una ocasión y no pasa de ser una mera anécdota, pero en la primera parte del cuarto partido de la final de 1959, Baylor no lucía su clásico y posteriormente retirado ‘22’. Dato curioso en el que no suele repararse y con el que poder sorprender en cualquier conversación banal de baloncesto. 24 minutos con el 34 a la espalda.
El 22 de marzo de 2021 se nos iba, a los 86 años de edad, uno de los más grandes de siempre. Y si alguien podría explicar quién fue Baylor, no es otro que Jerry West: “Estoy agradecido de haber compartido momentos increíbles con él. Era una persona única. Aprendí mucho de él sobre cómo debe comportarse un jugador, sobre cómo debe ser un ser humano. Pasamos mucho tiempo juntos después de los partidos. El respeto que sientes ante alguien como él… Hizo todo lo posible para ayudarme a crecer, compartió tantas cosas conmigo… Es algo que voy a sentir el resto de mi vida, lo sé. Simplemente era un gran ser humano”.
Dos últimos detalles antes de acabar. El primero: Elgin Baylor suele estar en las conversaciones sobre quién es el mejor jugador sin anillo de la historia. Y, si bien es cierto que en páginas como Basketball-Reference no figura como campeón de la NBA, hay que decir que en la temporada 1971-72 participó en nueve encuentros antes de retirarse por sus problemas con las lesiones, y los Lakers decidieron otorgarle un anillo de ganador de la NBA. Y el segundo: en 1971 la revista New York Magazine publicó un especial de Andy Warhol, en el que se decía que se había acuñado el término “superestrella” para describir al artista. Sin embargo, en una carta al editor, Frank Deford, de Sports Illustrated, corrigió dicha afirmación, ya que el término “superestrella” había sido utilizado en el lenguaje como una manera de categorizar a Elgin Baylor, el modelo en el que se fijaron tantas leyendas que vinieron después.
Imagen de cabecera: Imago
Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.
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