Se suele buscar el sentido a los sueños, más aún cuando rozan el tabú de la muerte. Muchos de ellos trasladan en fase REM a situaciones límite relacionadas con el miedo. Nada carnal, fundamento dudoso pero sensación de finiquito. Al fútbol, aún poniéndole paracaídas, le pasa lo mismo.
Uno de los principales temores de todos aquellos que pierden una categoría suele ser el aterrizaje. El deseo impaciente de volver a ganar altura suele generar una ansiedad que si no se domina con argumentos desde el día uno suele alborotar al pasaje. Y claro, imagínense a la tripulación, tratando de convencer al lateral de cerrar la salida de emergencia cuando el portero está ya con la puerta abierta para saltar.
Las ayudas al descenso pretender suavizar las maniobras, pero todo depende de cómo se empleen. Si tu equipo necesita un mediocentro como el comer queda raro que un representante te cuele un extremo en deuda. Como ha pasado y pasará, lo primero que impera es prestar atención a las recomendaciones del vuelo:
“Queridos pasajeros, les saluda el piloto. Bienvenidos a bordo del vuelo invertido. Se recomienda a todos los pasajeros que sean pacientes. Primero procederemos a las maniobras de aterrizaje. Estén juntos, prepárense para algunas turbulencias y no pierdan la calma. Puede que nos lleve un tiempo tomar tierra por las condiciones adversas de los últimos días. Una vez toquemos con los pies en el suelo permaneceremos sentados hasta que el avión pase la revisión correspondiente. Si alguno tiene algo que purgar que aproveche antes de volver a despegar. La salida está prevista para cuando todos se pongan de acuerdo. En nuestra hoja de ruta está previsto alcanzar el destino deseado cuando todas las condiciones sean favorables”.
Tenemos demasiados casos en los que la prescripción ha sido obviada. Muchos aterrizajes que han acabado en catástrofe de aviones que parecían invulnerables a cualquier temporal. Compañías que pusieron por delante el dinero a la seguridad que fueron incapaces de volver a volar. La paciencia, la aceptación de la realidad y el progreso quedan lejos del sueño o la pesadilla. La sensación de defunción es combatible con un balón.
Imagen de cabecera: RAFA RIVAS/AFP via Getty Images